domingo

17 / NIÑA EN LA LLUVIA [Milagros de una Puta]


para María Beer

Shirley se despertó catapultada por el derrumbamiento de un truenazo que hizo tintinear el armarito y se tapó la cabeza con la sábana.
-Padre -murmuró al rato: -No puedo más. Porque no sé quién soy pero sé quién sos vos y el otro día un pibe del cante me regaló un poema y me dijo que hay veces que se me aparece el resplandor de la Virgen como un antifaz entre la nariz y el pelo.
Tronaba tanto que la vocecita apenas rebasaba la sábana-mortaja y de golpe la muchacha abrió un cajón a tientas y sacó una hoja donde se retorcía un jeroglífico que ella pareció darle a leer al cielorraso mientras lo recitaba sin destaparse:
-Berte bailar es estreyarse y hadorar la basura. Y el Bolo me escribió esto a : una puta que hasta las once hace una performance casándose en pelotas contigo en el pub de laTorre / Laboratorio de Artes y después se revuelca con un pueblo porque quiere juntar guita y gozar. Tengo dieciocho años, Señor: no soy merquera ni alcohólica pero cuando me llama Satanás se me cae la careta de la madre del mundo y a veces hasta me gusta que me caguen a pedradas en este quilombo fashion.
Y enseguida se puso a cantar:
-Me he dado cuenta de que miento / siempre he mentido siempre he mentido. / He escrito tanta inútil cosa / sin descubrirme sin dar conmigo. / No amar en seco con tanto dolor / es quizás la única verdad / que queda en mi interior bajo mi corazón / no sé si fue que malgasté mi fe / en amores sin porvenir / que no me queda ya ni un grano de sentir. / Yo sé que a nadie le interesa / lo de otra gente con sus tristezas. / Esta canción es más que una canción / y un pretexto para sufrir / y más que vivir y más que mi sentir / esta canción es la necesidad / de agarrarme a la tierra al fin / de que te veas en mí de que me vea en ti. / Yo sé que hay gente que me quiere / yo sé que hay gente que no me quiere. ¿Vos me seguís queriendo?
Entonces se escuchó el segundo repiquetear de cuatro levísimos nudillazos en la puerta y Shirley pegó un salto más asqueado que rabioso:
-¿Quién es, carajo?
-Soy la hermana del Bolo.
-Pasá. Está abierto.
La niña accionó el pestillo pero lo único que entró en el cuarto fue una ría de agua sucia:
-Mejor me quedo acá y no te empapo todo. Vine a pedirte que me dejes leer el poema que te escribió mi hermano.
Shirley se envolvió con la sábana y al estirarle la hoja muy arrugada y manchada de vino a la chiquilina que no podía tener más de diez años trató de sonreír:
-Cómo te llamás.
-María Santísima. Bolo se murió anoche de meningitis y me parece que en la parroquia tienen muy poca fe, porque la mayoría de la gente llora como si nunca más lo fuéramos a ver.
-¿Y cuándo se enfermó?
-Anteayer. Lo último que me dijo en el sanatorio fue que te había regalado un poema.


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