sábado

18 / LA INSOPORTABLE INMORTALIDAD DE LA NADA [Milagros de una Puta]


-El famoso licuamiento de la modernidad hace que tu generación ni siquiera me haya oído nombrar -se ordenó la melena sorboniana el hombre ya conmovedoramente desensoberbecido por las nieves del tiempo: -Y aunque no piso un quilombo desde los quince años hoy quiero festejar un triunfo científico y se me hizo imperioso inventar un jueguito como en el in illo tempore.
-A qué querés jugar.
-A la resucitación boca a boca. Y lo que quiero festejar es que no tengo metástasis: me operaron de un cáncer en la vejiga y me dieron un plazo y zafé, como dicen ustedes. Lo que te voy a pedir primero es que te desnudes en el baño mientras yo me preparo.
-Todo bien. Pero mirá que aunque tardemos menos de una hora la tarifa es completa.
Diez minutos después el catedrático de Humanidades llamó a Shirley y la recibió completamente tapado con una sábana.
-¿Y quién te dio permiso para deshacerme la cama? -chilló la muchacha, tropezándose con la almohada y la colcha que habían quedado tiradas al lado de un portafolios y un amontonamiento de ropa que jedía a orina.
-Shhhh. Estoy muerto. Y vos sos el ángel que viene a lengüetearme el big bang del Hombre Nuevo. Y te advierto que va a ser muy difícil que eyacule.
-No te preocupes que me concentro rezando unos Avemarías y te hago volar.
-¿Estás loca? Mirá que todavía ni se me paró, chupacirios new-age. Me estás fajando doscientas lechugas, perrita de la televisión posmoderna. Apurate.
Shirley se arrodilló sobre la cama y cuando destapó el perfil aguileño del hombre que parecía más muerto que un cadáver se atajó ojicerradamente una arcada con las dos manos y empezó a trabajar.
-Sos un ángel con siete pulmones -demoró un cuarto de hora el catedrático en espasmodizar un último corcoveo y sonrió contemplando la baba iridiscente que todavía lo unía al cuerpito de la muchacha. -¿Sabés que en este momento soy capaz de hacerle caso al dios de Saramago y perdonar a Jesús?
-Perdonarlo por qué.
-Por hacernos soñar con la resurrección. Pensar que con la perestroika estuvimos a punto de dar el primer paso alto hacia una conciencia cósmica en un sentido dialéctico fuerte y no fantasioso, pero los burócratas nos suicidaron. Pobre Kosik.
-Mirá que aunque yo integre un Laboratorio de Artes no entiendo un pomo de lo que estás hablando.
-¿No sabés lo que fue la perestroika?
-Más o menos, papá. Y capaz que hubo una rodriguestroika y ni me enteré. Pero ahora apurate vos a cambiarte los pañales, por favor. Esto no es un chiquero, tampoco.
-¿Y vos cómo sabés que yo tengo incontinencia?
-Pero si se debe oler desde La Barra. Dale: envolvete a lo Lázaro y después que te duches yo te alcanzo el portafolios. Y no vengas nunca más a jugar a los cadáveres.
-Y pensar que la generación de ustedes pudo cambiar la vida.


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