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RÓMULO COSSE - FRACTURAS Y MODELOS EN LA FICCIÓN URUGUAYA (2)




0.1. Por eso indicamos ciertamente, que una tendencia se inaugura por aquellos años, para consolidarse poco después con la circulación de Tierra de nadie (1941); para esta noche (1943) y La vida breve (1950), de Onetti; y La mujer desnuda El derrumbamiento (1955), de Armonía Somers. Esta corriente se ensancha y amplía, con ls apariciones de Tratado de la llama (1957) y Ejercicios (1960) por José Pedro Díaz; La estatua (1964) por Luis Campodónico; Detrás del rojo (1967) de Silvia Lago; Los museos abandonados (1969) de Cristina Peri y La ciudad (1970) de Mario Levrero. (Estos autores extienden y proyectan, naturalmente, su labor hasta hoy).

A partir de los años 70 y en plena crisis del proyecto de democracia liberal y ya atomizada la consiguiente visión del mundo, ante una especie de hundimiento de la perspectiva hasta allí hegemónica, la línea de ruptura se fortalece y pasa al primer plano; toma el carácter de vertebral en la narrativa actual. Es de entonces en adelante, cuando es posible leer, Te juego un puñado de perros (1971) y Yod (1984), de Carlos Pellegrino; La rabia triste (1972) y Morir con Aparicio (1985) de Hugo Giovanetti Viola; Fronteras de Joaquim Coluna (1975), La sangre interminable (1982) y Noche de espadas (1987) de Saúl Ibargoyen; Los imprecisos límites del infierno (1979), de Milton Fornaro; Donde llegue el Río Pardo (1980), Invención de los soles (1981) y Descubrimiento del cielo (1986), de Miguel Ángel Campodónico; Ciudad impune (1986), de teresa Pozecanski, y El corazón reversible (1986), de Tarik Carson, entre otros textos y autores también importantes, como Héctor Galmés, Tomás de Mattos, etc.

Aunque sea obvio a esta altura, es conveniente recalcar que ninguna de estas enumeraciones es limitativa; su sentido es el de presentar ejemplos particularmente definidos del nuevo programa del relato y de sus leyes, que se puntualizarán en los numerales siguientes. Se ha trazado pues una visión global, donde los títulos y los autores valen como ilustraciones y una primera aproximación particularizadora, en cuanto a que se trata de casos especialmente claros de esta nueva tendencia. Se busca así, la vía para la captación comprensiva de los principales procedimientos del nuevo relato instituido hacia y a partir, de 1940.

También se desprende de lo expuesto acerca de la índole dominante de esta línea, la coexistencia propiamente paralela de expresiones literarias que prolongan el modelo narrativo realista y tradicional. Ello se puede ver sin duda en los escritos de J. C. Da Rosa, Anderssen Banchero, Alejandro Paternain y Omar Moreira. Y naturalmente todo lo que en plano del realismo crítico produjeron Alfredo Gravina, Mario Benedetti, Mario Delgado, Dernando Butazzoni, Nelson Marra, etc.

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