por HUGO GIOVANETTI VIOLA
un webguión seccionado en 40 episodios y escrito como base para una miniserie televisiva que producirá elMontevideano / Laboratorio de Artes
TRIGESIMOPRIMERA ENTREGA
EPISODIO XXXI Contraseñas francmasónicas y cielitos patrióticos.
PRIMERA HISTORIA 1 / INT. NOCHE
Magdalena y Artecona toman cognac en la mansión de los Mendoza. La mujer va resoplando hasta la ventana, vicha la calle y después de patalear histéricamente vuelve a llenar su copa y la destroza contra la pared.
Magdalena (volviendo a sentarse y trayéndose el pelo desde la nuca): Yo no puedo culparla, Manucho. Acá estamos todos locos, hace tiempo. Y la yegüita será lo que será pero tiene cojones.
Artecona: ¿Y ahora pensará quedarse a vivir en lo de Selva Primavera?
Magdalena: ¿Cómo puedo saberlo? Juan acaba de ir a verla y traerá comisión. Con él siempre se despacha.
Artecona: Pobre Juan.
Magdalena: Pobre niña, dirás. Una perra de verdad jamás piensa en matarse. Hoy empecé a admirarla.
Artecona: Te desconozco, Maguita.
Magdalena: Pero yo te conozco. Y vos lo único que querés saber es si no está en peligro tu desposorio, agua sucia.
Artecona (levantándose): Mejor es que se deslengüe ordeñando, señora.
Magdalena (atenazándole la entrepierna hasta retorcerlo): ¿No me querés de suegra y de barragana? Pues ahora te quedarás a explicarme unas cosillas o se acaba el negocio.
SEGUNDA HISTORIA 1 / INT. NOCHE
Paloma queda sola, y apenas se incorpora empieza a estornudar y saca un pañuelito de recambio para sonarse la nariz cavernosamente, hasta que recoge el mensaje con forma de corazón y lo lee tiritando:
Voz en off de Porto: Señorita P.M. Coisiña mía: perdoname si empiezo mi carta por llamarte mía; me considero con derecho a ello, pues tú me lo concediste enlazándome los huesitos palmatorios en la misa. Sí querida; ya serás para siempre la compañera del reino que habita en mi pulmón dereito como otro corazao. No comprendo a la sua madre, pero no hay fuerza humana que impedirlo pueda, pues vocé lo deseja y yo vivo resoñándolo. Pero hermosa mía, ¿no podremos encontrar minutos para querernos en paz, aunque seja en el Paseo? O povo nos verá nomais que conversando y brilhando como dos soles o dos lunas que ninguna mano podrá descolgar jamás do firmamento. Ah, el metal de tu voz. Ah, esa la miña mano que defiende el recuerdo de tu pelo injuriado cuando na noite siento que vivo más soasiño que o viento da bahía. ¿No podremos consolarnos de la barbarie del ahorcamiento esta tarde en Las Bóvedas y sentir que nuestros vidas son pandorgas que flotan mucho más que las velas esclavas de las bodegas sucias? Sé que no vas a defraudarme o placer de abrigarte la sombra con mis pasos, Palomiña do Espíritu. D. P. Paloma besa la carta llorando y llama a Pandora.
Pandora: Esos bombones del mariscal te derriten más que las cebollas, loquita. Pero ahora estás tranquila.
Paloma: ¿Por qué seré tan mala? ¿Y por qué no me habrá caído del cielo esta cedulilla antes que me pusiera a guaranguear con ese viejo ascoso?
Pandora: Acaba de llegar tu padre y ruega que lo recibas.
Paloma (guardando la cedulilla abajo de las sábanas): Ah, otro ascoso. Que pase.
PRIMERA HISTORIA 2 / INT. NOCHE
Magdalena se ordena el peinado, pide permiso para subir a su dormitorio y vuelve con un pequeño cofre de donde saca dos folios atados con cintas descoloridas.
Magdalena: Anoche me bayonetearon tanto los moscos que se cuelan en mi toldería de tul que resolví revisar los papeles de mi padre.
Artecona: Tuve el honor de fungir como su secretario cuando los herejes evacuaron esta plaza, señora. Y su padre llegó a ser un insigne Caballero Racional alvearista.
Magdalena (desatando un folio): Entonces bien pudísteis ser el copista de esta nota elevada por el Cabildo al coronel Gore Browne, agradeciendo que el capitán Enrique Bowell los salvase de ser conducidos a las mazmorras la noche del ataque y seguir en funciones mientras la soldadesca le hacía explotar el cráneo a mi hijo Jesusito.
Artecona (incorporándose): Es posible. Dejadme ver la letra.
Magdalena (interrumpiéndolo con una risa colmilluda): No es menester. Pero sucede que recordé que don Francisco Juanicó era vuestro tío segundo.
Artecona: Siempre me honró ese parentesco.
Magdalena: Y todo el mundo sabe que Juanicó fue el piloto iniciado que contestó masónicamente el golpe de advertencia que descargó en la puerta Enrique Bowell.
Artecona: No entiendo qué dos moscas pretendéis anudar por el rabo.
Magdalena: Vos sois rata, no mosca.
SEGUNDA HISTORIA 2 / INT. NOCHE
Juan Mendoza entra al dormitorio y Paloma mira el techo.
Juan Mendoza (depositando sobre la sábana un ramito de jazmines del país): Traje algunas estrellas.
Paloma (cerrando los ojos): Mis estrellas ya son otras, señor.
Juan Mendoza: ¿Podrías no llamarme así? Es demasiada la pena.
Paloma: Pues no le hablaba a usted, papá.
Juan Mendoza: Ah, era a Nuestro Señor.
Paloma: Sí. El que la bruja y vos consideran culpable de la muerte de mi hermano.
Juan Mendoza se tapa la cara.
Paloma: Se supone que son los padres y no los padrinos los que deben enseñarnos que el amor no se hunde.
Juan Mendoza: ¿Y por qué tu arrojamiento al Aqueronte, Paloma mía?
Paloma: Por sentirme una rata más maloliente que Manucho Artecona.
Juan Mendoza se hinca a besar los pies destapados de la muchacha.
PRIMERA HISTORIA 3 / INT. NOCHE
Artecona (contemplando el vidrierío de la copa destrozada y las manchas de cognac): Entiendo que estéis dolida, pero su boca me está mordiendo como yara y no como rata.
Magdalena: Tengo entendido que hubo más puertas contraseñadas por los golpes masones la noche de la ocupación. Y hasta hicieron lo mismo en Maldonado.
Artecona: Eso siempre se hace.
Magdalena: ¿Y vos enfrentásteis a los herejes, Manucho?
Artecona: Preferí no suicidarme en la brecha y nos atrincheramos con la familia a cobijar a las crías y a las mujeres.
Magdalena: Y vos ya érais iniciado.
Artecona: Eso es de mi coleto.
Magdalena: Pero desasnadme un poco, os ruego. ¿En las logias se permite que corran gozosamente los tratados de emporcamiento en el tocador, por ejemplo?
Artecona: Cada cual con su pecado, lo mismo que en la Iglesia. La Hermandad cree en el Altísimo.
Magdalena: Pero no en el pecado.
Artecona: Respetando la liberté, l’égalité et la fraternité podéis hacer manga ancha.
SEGUNDA HISTORIA 3 / INT. NOCHE
Juan Mendoza (sorbiendo rapé y secándose los mocos y el llanto al mismo tiempo): Supongo que ahora no seguiremos urdiendo el desposorio con Don Cajetilla. Para lobos, Abreu.
Paloma: Prefiero no hablar de eso.
Juan Mendoza: Paloma, necesito saber por qué fue que te asaltó un repelús tan meteórico como para inmolarte. Y te lo pido en el nombre del cariño más puro que nos perfumó las vidas.
Paloma: No fue tan meteórico. Primero fui a buscar a mi padrino al Fuerte, pero no quiso verme. Y ahí tomé la decisión.
Juan Mendoza: ¿Y quién es Porto? ¿Dios?
Paloma: Él me devolvió la fe.
Juan Mendoza: Voto a bríos. ¿Y la fe se les pierde igual que un dije de collar?
Paloma: Pues los fidalgos aspavientosos la pierden como que si fuera una piedrita que se les cae por el forro roto de la faltriquera.
Juan Mendoza: Pero algunos adoramos para siempre el vuelo inmaculado. Y cuidado con Porto. Paloma tuerce la cara contra la pared y Juan Mendoza se va taconeando.
PRIMERA HISTORIA 4 / INT. NOCHE
Magdalena: Por lo menos la manga ancha de los católicos recibe vista gorda parroquial pero sigue siendo condenada desde los Evangelios.
Artecona: Eso es oscurantismo. Cada vez más hipócrita y nefasto.
Magdalena: Yo sé que mi marido peleó en la brecha pero cuando lo acuso de ser un hombre de pacotilla es porque me finge amor.
Artecona: ¿El bueno de Juanito?
Magdalena: El bueno de Juanito es un esclavo más que tengo en este palacio de la miseria. Porque desde que los herejes me ultrajaron me mira como a un pedazo de carne agusanada.
Artecona: Habláis como si lo amaras.
Magdalena (mientras recoge la base de la copa rota y la lame): No puedo no quererlo. Es como esos niños que te piden que los ayudes a llorar por sus pústulas.
Artecona: Debo irme. Y os advierto que Lecor acaba de fundar dos logias -la Imperial y la Aristócratas- para contrarrestar la influencia revolucionaria en la masonería. Deberías deshaceros cuanto antes de esos folios.
Magdalena: Os agradezco el consejo. Y os escupo en la cara, esclavos de las mujeres. Perros de los tocadores de las locas de amor.
Artecona se va dando saltitos como si el vidrierío pudiera lastimarlo.
SEGUNDA HISTORIA 4 / INT. NOCHE
Paloma termina de leerle a Pandora su segunda carta de respuesta a Porto y la esclava se arrodilla y apoya la cabeza en el suelo.
Paloma: ¿Tanto te derritió?
Pandora: Tanto me avergoncé.
Paloma: ¿Pero de qué entuerto, conga?
Pandora: De haber copiado la primera cedulilla de Porto para engatusar a tu madre. Y resultó fatal. Paloma se agarra la cara y parece sollozar pero termina chillando una carcajada.
Paloma: Otra te azotaría. Pero va de justicia pensar que sin tu redada jamás hubiese montado el numerito del repelús en la catedral ni él me hubiese cargado en brazos como un querube.
Pandora: Yo no lo hice por eso.
Paloma: Dios escribe derecho. Y ahora vas a copiar la segunda cedulilla de Porto y a embanderillar otra vez a la putarraca. Para que sepa que él me adora a mí. Le diréis que hubo error del mensajero y a llorar a capilla. De balde tiran la taba, porque siempre han de echar culo.
Pandora: Dos venganzas son yeta.
























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