ALEJANDRO DUTRA

FELICITACIONES A LOS NAVEGANTES

Alejandro Dutra (Uruguay, 1976) comenzó su actividad teatral participando en tempranos talleres liceales, y en 1998 egresó de la Escuela Integral de Arte Dramático, donde estudió bajo la dirección de Imilce Viñas.

Siendo integrante del grupo Siete sentidos actúa en La casita de mis viejos, y paralelamente en La cantante calva para el ciclo de Teatro en el aula, con la dirección de Bettina Mondino y Ariel Caldarelli.

Luego de dirigir y actuar en Esclava y ama del escritor uruguayo Jorge C. Cardoso, dirige Oxímoron, viviendo tu muerte, de autoría de Cristina Velázquez y Sabrina Speranza, obra que es nominada al Florencio Sánchez 2006 en la categoría revelación.

En 2008 actúa en El receptor, también nominada en la categoría revelación al Florencio Sánchez 2008.

Este año supervisó a Lucila Fernández Marinovic en la dirección de El sobreviviente de Mario Erramuspe, estrenada en la Escuela de Cineastas del Uruguay por el incipiente grupo L’trapie, que cuenta con el auspicio de elMontevideano / Laboratorio de Artes.
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¿En qué momento de tu vida se afirma tu vocación teatral como una opción indeclinable?

Fue cuando cursaba tercer o cuarto año de secundaria, y el profesor de literatura decidió convocar a quienes estaban interesados en formar parte de un grupo de teatro. Me presenté a una prueba -que consistía en una breve improvisación- y me aceptaron. Pero sucedió que, en paralelo, la profesora de canto hizo lo mismo y también probé suerte y quedé seleccionado para integrar el coro del liceo. Entonces tuve que optar, porque los horarios de ensayo se superponían, y tomé el camino de la actuación.

Y fue ya en ese momento de mis viejos tiempos que me di cuenta que estaba parado en algo que realmente me gustaba hacer: TEATRO.

Más adelante sentí la necesidad de internarme mar adentro y me anoté en la Escuela de Arte Escénico de nuestra querida Imilce Viñas. Ella se transformó en mi capitán, sin lugar a dudas: la maestra que me proporcionó las herramientas necesarias para poder navegar y llegar a muchos puertos, ya fuese con mi bote o en otros barcos.

¿Sentiste necesidad de dirigir ya durante el proceso de tu formación como actor?

No, y la verdad es que ni se me pasaba por la cabeza ya que entendía que no tenía los recursos necesarios para hacerlo. Claro que desde aquel entonces mi óptica cambió mucho al respecto y hoy aplaudo las iniciativas de los que se tiran al agua cuando les llega la hora de dirigir y no se frenan evaluando su eventual falta de preparación. Creo que dar ese salto está PER-FEC-TO.

El compromiso, el trabajo, la fuerza y las ganas de sacar un proyecto adelante hace que podamos salir adelante aunque tengamos poca experiencia y es sin lugar a dudas, en el acierto y en el error, la mejor manera de aprender.

Contá cómo se fue gestando la concreción de Oxímoron, viviendo tu muerte, ese trabajo tan sui generis que obtuvo dos nominaciones para los Florencios.

El trabajo que realicé en Oxímorom, al igual que lo que pasó con mi primera dirección -la de Esclava y Ama- surgió en forma imprevista.

Hacía tiempo que las autoras y protagonistas de esta obra, Sabrina Speranza y Cristina Velázquez, manejaban la idea de unificar escénicamente dos monólogos y me pidieron una mano porque les costaba encontrar la manera de vertebrar el proyecto. Y debo confesar, antes que nada, que en principio no me gustó mucho comprometerme con una nueva dirección, ya que la experiencia de Esclava y ama me había dejado un gusto agridulce. Pero finalmente aparté las dudas y los miedos porque el sentimiento de ayudar fue más fuerte.

El monólogo de Sabrina era todo un ejercicio para los músculos de la cara, ya que no podía parar de reírse de principio a fin, y se contraponía mucho con el de Cristina, que con el papel de Rubén nos mostraba un drama en toda su expresión. La propuesta menos ambiciosa -interpretar primero el monólogo dramático y luego el cómico- no quedaba muy bien, y les propuse unificarlos con la creación de otro personaje. Al principio me miraron medio feo, hasta que las atrapó la importancia que le podría otorgar ese nuevo rol al trabajo.

Entonces invitamos a participar a nuestro querido amigo Horacio Lapuriz quien, café de por medio, aceptó con gusto la propuesta. Sabrina y Cristina fueron elaborando un texto para su personaje en base a improvisaciones y la obra funcionó. Sólo me queda agregar un GRACIAS tanto a Horacio, por su entrega, como a Sabrina y a Cristina, por haberme hecho recuperar el impulso hacia la función directriz, que ya consideraba algo perteneciente a mi pasado.

¿Cómo viviste la experiencia de supervisar la puesta de Sobreviviente, un desafío autogestionario que se plantearon seis alumnos de la Escuela de Cineastas del Uruguay, incluida la dirección de Lucila Fernández Marinovic y la producción de Maximiliano Bianchi?

Y bueno, una vez más fui invitado a subirme a un nuevo barco. En este caso, ni siquiera tenía mucha información acerca de lo que se planteaba en Sobreviviente, y fui al primer ensayo suponiendo de antemano que se trataría de una idea loca fruto de jóvenes innovadores.

Para mi casi total asombro, me encontré con un texto formidable, cinco actores plantados en escena con una seguridad envidiable y una directora muy madura pese a sus 20 años. Ella se mostró en todo momento interesada y abierta a mis propuestas y sugerencias de corrección de algunas cosas que logramos mejorar.

Sobreviviente es una obra de mucha piel, en donde los sentimientos de cada personaje están a la mano de quienes tengan la suerte de poder verla. El novísimo grupo L’trapie está integrado por jóvenes y no tan jóvenes que salieron a lucharla y a derribar obstáculos con pocas armas y un solo objetivo: COMPARTIR.

A este ejemplar grupo de valientes les doy las gracias por haberme hecho sentir uno más, los felicito y les deseo que no pierdan ese espíritu de encarar la aventura como sea. Todo lo contrario: déjenlo crecer y con el tiempo serán grandes navegadores en estas aguas del TEATRO.