lunes

GUIONES ELABORADOS EN LA ESCUELA DE CINEASTAS DEL URUGUAY

UN BAÑO DE FE

Maximiliano Bianchi

Escena 1

Una pareja se viste para ir a un casamiento.

Él: Si seguís demorando nos vamos a perder la entrada.

Ella: No te preocupes, los casamientos siempre se atrasan. ¿Cómo me queda este vestido?

Él: Precioso.

Ella: Si ni me mirastes.

Él: A vos todo te queda bien, mi amor.

Ella: ¿Qué fácil la salvás, ¿eh? Carajo, ¿por qué será que no puedo terminar de perder esta panza?

Él: Yo perdí el alma con ese embarazo.

Ella: Perdoname, mi amor.

Él: Dale, no pasa nada. Pero vámonos, por favor.

Ella (abrazándolo): No fue culpa de nadie, las cosas pasan por algo.

Él: Vamonós y cambiemos de tema, ¿okey?

Ella: Okey. ¿Así estoy bien?


Escena 2

Vuelven de la fiesta en el auto, de madrugada. Él está medio borracho y ella contenta.

Ella: Pasamos lindo, ¿no?

Él: Sí, nos hizo bien salir.

Ella: Hacía dos años que no salíamos.

Él: ¿Vas a seguir sacando el mismo tema?

Ella (acariciándolo): Lo tenemos que superar, mi amor. Nadie tiene la culpa. Cualquiera de los dos hubiéramos dado la vida por tenerlo.
Él: ¿Podés callarte?

Ella (besándole el cuello y tocándolo un poco): No te pongas loquito porque yo te amanso enseguida.

Él: Todo bien. Pero no me hables más del parto.

Ella: Ta. Tema terminado.

Escena 3

Llegan a la casa. Él ya está acostado y ella pasea en ropa interior.

Él (riéndose): Bueno, entonces hoy me toca, ¿no?

Ella (riéndose): Lo del auto fue un chantaje. Estoy cansada.

Él: Dale, amorcito. Uno rapidito nomás.

Ella: Estoy cansada, te dije. Dejate de joder.

Él: Pero yo en este estado no puedo dar mucho. Es uno rapidito.

Ella (enojándose más): ¿Qué parte no entendiste de que estoy muy cansada?

Él (subiendo el tono): Lástima que no te canses de seguir usando siempre la misma ropa interior.

Ella: ¿Qué decís?

Él: Hace mil años que te ponés esos culotes horribles que usaba mi abuela.

Ella: Pero qué decís.

Él: Parece que te hubieras olvidado de que lo más grande en la ropa interior tiene que ser la etiqueta. Hace mil años que no veo una etiqueta.

Ella: ¿Y vos qué hablás, estúpido? Mirá que hace dos años que lo que me estás dando no me llena un carajo.

Él: Lo que pasa es que nunca me preguntastes por qué no quise tener más hijos.

Ella: ¿Y para qué? Si me hacés el amor como si estuviera muerta.

Él: El gran arte necesita inspiración.

Ella: El arte necesita del alma. ¿O te pensás que Dante le escribió La divina comedia a una mujer?

Él (burlándose): No me digas que fue a un hombre.

Ella: No. A una niña de nueve años.

Él: Mirá. Era pedófilo, también.

Ella: Sos un estúpido, incrédulo.

Él: Sí. A esta altura de mi vida no creo en nada.

Ella: ¿Ni en el amor? Entonces no te queda ni un gramo de fe.

Él (riéndose): Al amor lo maté, y al infierno ya lo tengo bien ganado.

Ella: Estás borracho, no sabés ni lo que decís. Andá a ducharte con agua fría.

Él: Hace dos años que me vengo duchando con agua fría. Aguantando y aguantando.

Ella: ¿Pero qué hablás? ¿Te drogaste?

Él: Yo me voy. Este calefón ya no tiene más agua caliente, ¿entendés?

Ella: Ah, estás loco.

Él: No, María. Porque cuando te conocí vos eras como un baño de agua caliente en invierno, y después el agua se empieza a enfriar y vas cerrando la canilla del agua fría y manteniendo el placer de sentir el agua tibia y disimulás. Pero de golpe se termina el agua caliente y mirás resignado el calefón porque querías estar un rato más allí. Pero te tenés que ir. Helado.

Ella: Yo salgo siempre antes de que termine el agua caliente.

Él: Yo también hacía lo mismo hasta que te conocí a vos. Y cuando el médico me dijo que tenía que elegir porque se salvaba uno solo te elegí a vos.

Ella: De qué hablás.

Él: Del parto. A vos te anestesiaron porque al nene era casi imposible sacarlo y yo pensé que podíamos tener más hijos pero que vos era una sola. Y no lo dudé.

Ella: ¿Entonces lo mataste vos?

Él (llorando): Tuve que decidirlo en el momento. Y lo peor fue que él no quería irse, porque la peleó y me llegó a enganchar el dedo con el puñito pero al final se fue.

Ella: Lo que no puedo creer es que me lo estés contando recién ahora.

Él: Perdoname, María. Lo hice por nosotros.

Ella (llorando): ¿Y por qué no te arriesgaste a que nos muriéraramos los dos?

Él: No pude. Fue más fuerte que yo.
Ella: Y me lo venís a contar en el peor momento.

Él: ¿Por qué? Aguanté todo el tiempo que pude para contártelo.

Ella: Es que estoy embarazada.

Escena 4

Él va hasta el baño y vuelve a abrazarla.

Él: El agua está divina. ¿Nos duchamos juntos?

Escena 5

Abrazados juntos en la cama después de hacer el amor.

Él: ¿Y cómo le vamos a poner?

Ella: Si es varón, Ángel. Y si es nena Esperanza.

Él (besándole la barriga): Bueno. Ahora necesito darme otra ducha yo solo.


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