ALGO DEBE MORIR
Pablo Cossio
Escena 1
Una pareja en una cama. Ella duerme y él está mirando el techo con la luz de su lado prendida. Ella empieza a jadear entre sueños y le agarra la mano y se la pasa por los senos moviéndose con sensualidad.
Ella: Sí, papito, sí.
Él: ¿Estás despierta, mi vida?
Ella: Sí, qué rico, Antonio, sí.
Él (sacudiéndola para despertarla): Che, despertate. ¿De qué Antonio hablás?
Ella: ¿Qué te pasa. Me sacaste de un sueño. ¿Qué querés?
Él: ¿Qué estabas soñando? Jadeabas.
Ella: Nada, mi cosita. Estaba haciendo el amor contigo.
Él: ¿Con quién? Yo no me llamo Antonio.
Ella (sentándose, prendiendo la lamparita y mirándolo fijo): Bueno, sí. Con ése, el hermano de Ana. ¿Cuál es el problema? Fue un sueño.
Él (metiendo con fuerza la mano debajo de la almohada como para agarrar algo): Entonces te calienta ese tipo. Que no es tu marido.
Ella: Sacá la mano de ahí que me ponés nerviosa.
Él: Contestá, carajo.
Ella: Sí. Y me calienta tanto que me acosté con él. ¿Vos no me dijiste que me podía buscar otro si con vos no me alcanzaba?
Él: Bueno, pero tampoco era para tanto.
Ella: Fue cuando nos peleamos, tontito. Es lícito, ¿no?
Él: ¿Y ni un ratito de luto hiciste? Estuvimos peleados una semana, nada más.
Ella: Y bueno, si vos la mitad de las noches estás destruido. Yo necesito. ¿Por qué no buscás una y quedamos a mano? Bueno, si no podés con una menos a poder con dos. Dejame dormir, ¿querés?
Él: No me tomes el pelo porque te mato.
Ella (acostándose y apagando su lamparita): ¡Qué vas a matar vos! Dejame dormir, impotente.
Escena 2
El hombre en el living con un amigo.
Él: ¿Te das cuenta las cosas que me dijo? Es repugnante.
Teo: Es un momento de bronca, nomás. No debe ser cierto.
Él: Te digo que es cierto. Yo conozco a mi mujer y sé cuando miente para lastimarme y cuando hay verdad. ¿O vos conocés a mi mujer más que yo, también?
Teo: No, loco. Pero lo que pasó no justifica que andes con eso en la campera.
Él (apretando con fuerza el bolsillo interno de la campera a la altura del corazón): ¿Y qué querés que haga? Ya no sé si la tengo que matar a ella, a él o me mato yo.
Teo: No digas pavadas, loco. Si es verdad y te duele tanto la dejás del todo y chau.
Él: Es que yo la amo. Y eso es hasta la muerte. Yo me las voy a cobrar: por lo menos la voy a guampear. Y después lo mato a él.
Teo: ¡Guampeala! Pero no seas tarado, no te vas a comer la cana por una mina. Ni aunque sea tu mujer. No vale la pena.
Él: Un hombre tiene que hacerse valer, aunque sea con la cárcel.
Teo: Pero si ya probaste lo guapo que sos. En el boliche todos te respetan. No jodas.
Él: Pero a ella no le alcanza. No jodas, me voy. Vas a ver como los humillo el sábado en la fiesta de Ana.
Escena 3
El hombre para su auto frente a la casa de masajes. Está todo oscuro. Mira para todos lados y se aprieta la campera en el mismo lugar. Mira la luz verde que se escapa de la puerta entreabierta y aprieta más fuerte la campera. Indeciso, abre la puerta del auto de un tirón y toca timbre. Una mujer vieja y fea aparece en la entrada del local y él se aprieta más la campera.
Mujer (abriendo del todo la puerta para que entre): Acá te vas a sentir de maravilla, nene. Pasá.
Él la miro fijo. De golpe aparece un auto que lo enfoca con las luces largas y él se mete apurado al suyo y se va.
Escena 4
El sábado, en la fiesta de Ana, él está con un vaso de whisky y ella con una Coca Cola. Llega Antonio y saluda a todos. A ellos los saluda con una mirada tímida y se pone a bailar.
Él: Andá, bailá con él.
Ella: No jodas. ¿Qué buscás?
Él (acariciándose el saco a la altura del bolsillo interior): Nada. Quiero que bailes, que te diviertas. Ya que no podés con tu marido.
Ella: Sacá la mano de ahí, dejate de joder con eso. Mirá que no me asustás, nene.
Él (agarrándola del brazo con fuerza y empujándola): Te digo que bailés. Quiero verlos juntos.
Ella: No jodas, impotente. Ta. ¿Querés verme? Bueno, a ver qué machote que sos.
Ella se para frente a Antonio.
Antonio (murmura): ¿Qué hacés, loca? Ahí está tu marido. Te dije que no quiero saber más nada: sabés que yo a él lo aprecio pila.
Ella: Como la otra noche, ¿verdad? Bailá conmigo, dale, que nos vea. No pasa nada: es un jodido de mierda.
Él los mira y se les acerca amasijando el bolsillo cada vez con más furia y mirando fijo a Antonio, que se ve muy nervioso. Ella se da vuelta asustada y tropieza. Él la mira en el piso, mira a Antonio, le palmea la espalda, deja caer el revólver sobre ella y se va.
Pablo Cossio
Escena 1
Una pareja en una cama. Ella duerme y él está mirando el techo con la luz de su lado prendida. Ella empieza a jadear entre sueños y le agarra la mano y se la pasa por los senos moviéndose con sensualidad.
Ella: Sí, papito, sí.
Él: ¿Estás despierta, mi vida?
Ella: Sí, qué rico, Antonio, sí.
Él (sacudiéndola para despertarla): Che, despertate. ¿De qué Antonio hablás?
Ella: ¿Qué te pasa. Me sacaste de un sueño. ¿Qué querés?
Él: ¿Qué estabas soñando? Jadeabas.
Ella: Nada, mi cosita. Estaba haciendo el amor contigo.
Él: ¿Con quién? Yo no me llamo Antonio.
Ella (sentándose, prendiendo la lamparita y mirándolo fijo): Bueno, sí. Con ése, el hermano de Ana. ¿Cuál es el problema? Fue un sueño.
Él (metiendo con fuerza la mano debajo de la almohada como para agarrar algo): Entonces te calienta ese tipo. Que no es tu marido.
Ella: Sacá la mano de ahí que me ponés nerviosa.
Él: Contestá, carajo.
Ella: Sí. Y me calienta tanto que me acosté con él. ¿Vos no me dijiste que me podía buscar otro si con vos no me alcanzaba?
Él: Bueno, pero tampoco era para tanto.
Ella: Fue cuando nos peleamos, tontito. Es lícito, ¿no?
Él: ¿Y ni un ratito de luto hiciste? Estuvimos peleados una semana, nada más.
Ella: Y bueno, si vos la mitad de las noches estás destruido. Yo necesito. ¿Por qué no buscás una y quedamos a mano? Bueno, si no podés con una menos a poder con dos. Dejame dormir, ¿querés?
Él: No me tomes el pelo porque te mato.
Ella (acostándose y apagando su lamparita): ¡Qué vas a matar vos! Dejame dormir, impotente.
Escena 2
El hombre en el living con un amigo.
Él: ¿Te das cuenta las cosas que me dijo? Es repugnante.
Teo: Es un momento de bronca, nomás. No debe ser cierto.
Él: Te digo que es cierto. Yo conozco a mi mujer y sé cuando miente para lastimarme y cuando hay verdad. ¿O vos conocés a mi mujer más que yo, también?
Teo: No, loco. Pero lo que pasó no justifica que andes con eso en la campera.
Él (apretando con fuerza el bolsillo interno de la campera a la altura del corazón): ¿Y qué querés que haga? Ya no sé si la tengo que matar a ella, a él o me mato yo.
Teo: No digas pavadas, loco. Si es verdad y te duele tanto la dejás del todo y chau.
Él: Es que yo la amo. Y eso es hasta la muerte. Yo me las voy a cobrar: por lo menos la voy a guampear. Y después lo mato a él.
Teo: ¡Guampeala! Pero no seas tarado, no te vas a comer la cana por una mina. Ni aunque sea tu mujer. No vale la pena.
Él: Un hombre tiene que hacerse valer, aunque sea con la cárcel.
Teo: Pero si ya probaste lo guapo que sos. En el boliche todos te respetan. No jodas.
Él: Pero a ella no le alcanza. No jodas, me voy. Vas a ver como los humillo el sábado en la fiesta de Ana.
Escena 3
El hombre para su auto frente a la casa de masajes. Está todo oscuro. Mira para todos lados y se aprieta la campera en el mismo lugar. Mira la luz verde que se escapa de la puerta entreabierta y aprieta más fuerte la campera. Indeciso, abre la puerta del auto de un tirón y toca timbre. Una mujer vieja y fea aparece en la entrada del local y él se aprieta más la campera.
Mujer (abriendo del todo la puerta para que entre): Acá te vas a sentir de maravilla, nene. Pasá.
Él la miro fijo. De golpe aparece un auto que lo enfoca con las luces largas y él se mete apurado al suyo y se va.
Escena 4
El sábado, en la fiesta de Ana, él está con un vaso de whisky y ella con una Coca Cola. Llega Antonio y saluda a todos. A ellos los saluda con una mirada tímida y se pone a bailar.
Él: Andá, bailá con él.
Ella: No jodas. ¿Qué buscás?
Él (acariciándose el saco a la altura del bolsillo interior): Nada. Quiero que bailes, que te diviertas. Ya que no podés con tu marido.
Ella: Sacá la mano de ahí, dejate de joder con eso. Mirá que no me asustás, nene.
Él (agarrándola del brazo con fuerza y empujándola): Te digo que bailés. Quiero verlos juntos.
Ella: No jodas, impotente. Ta. ¿Querés verme? Bueno, a ver qué machote que sos.
Ella se para frente a Antonio.
Antonio (murmura): ¿Qué hacés, loca? Ahí está tu marido. Te dije que no quiero saber más nada: sabés que yo a él lo aprecio pila.
Ella: Como la otra noche, ¿verdad? Bailá conmigo, dale, que nos vea. No pasa nada: es un jodido de mierda.
Él los mira y se les acerca amasijando el bolsillo cada vez con más furia y mirando fijo a Antonio, que se ve muy nervioso. Ella se da vuelta asustada y tropieza. Él la mira en el piso, mira a Antonio, le palmea la espalda, deja caer el revólver sobre ella y se va.
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