una blognovela de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
adaptada para el cine por
ÁLVARO MOURE CLOUZET
HUGO GIOVANETTI VIOLA
adaptada para el cine por
ÁLVARO MOURE CLOUZET
TRIGESIMOCUARTA ENTREGA
THE END / EL MILLÓN
-Aquí está el millón, Federica -gritó Jorge Rigoletto, señalando una pantalla gigante que se montó en el plató del Conrad para exhibir las entradas al blog oficial del film.
-Aquí está el millón, creyentes del mundo entero -le reventó un llanto gredoso a la mujer despeinadísima que ya era la partenaire de En trozos en la Punta desde hacía un mes y medio.
La película se había estrenado en el quilombo para un público selecto, y exactamente tres minutos después se llenaron los siete casilleritos de las computadoras con el uno y los seis ceros perseguidos por el programa chatarrero top como una coronación más importante que la de un mundial futbolístico.
-Atención, Rey -le dio entrada al móvil J.R., que parecía babear-sudar una felicidad prestada pero legítima. -Las primeras palabras tienen que ser de nuestro verdadero Rey Mago del rock.
Fue muy difícil arrancar a Johnny de los abrazos faranduleros donde se mezclaban famosos de todo tipo, incluidos dos pre-candidatos presidenciales.
-Mirá, lo único que quisiera decir es que Jesús de Punta del Este le rompió el orto a Satanás -apareció tomando champagne por la botella como un campeón automovilístico Johnny. -El que tiene que hablar es un cineasta que junto con Leonardo Regusci fundó un Laboratorio destinado a glorificarse hoy, un domingo de resurrección.
-Atención, Zen -puso cara de perrito adulón J.R. mientras Federica salía corriendo al baño. -¿Cómo se fundamentaría esta ruptura del orto de Satanás en una forma un poco más culturosa?
-Lo que quisiera es hacer pública mundialmente una parte de la proclama que les leyó Leonardo a los muchachos un rato antes de morir cantando desnudo -desplegó una fotocopia subrayada el hombrecito siempre escudado por los lentes enigmáticos.
-Dale.
Vivimos en una época donde el consumismo salvaje es capaz de incendiarnos la fe para vender tristeza, y ese acorralamiento hace imperiosa la definitiva abolición del sistema que pretende imponernos la esclavatura de una desesperanza inventada por los mediocres y los soberbios que viajan en la bodega del barco creyendo ver el cielo. Lo que trascenderá entre el estrellerío es nada más que la pureza desinteresada de cada heroicidad individual o comunitaria que trabaja con la sobrehumana vocación de morir enamorada del atardecer. Con Dios no ofendo ni temo.
El programa terminó a medianoche y Rigoletto llevó a Federica hasta el casino, y de golpe frenó en secó y aulló:
-Dejá de llorar o te cago a piñazos, yorugua de mierda.
Y cuando entraron al apartamento el hombre llenó un vaso de whisky y se desbraguetó para empaparse el sexo derrumbado y ella rogó:
-Necesito bañarme, mi amor. Me baño en diez minutos por reloj. Nunca me sentí peor en mi vida.
-Ni aunque te bañaras vestida, jirafa conchuda. Estoy es-tre-sa-dí-sí-mo.
2008 / 2009
(este folletín del siglo XXI está dedicado a Andrea Moreira, Willy Wood y Juan Comesaña)
THE END / EL MILLÓN
-Aquí está el millón, Federica -gritó Jorge Rigoletto, señalando una pantalla gigante que se montó en el plató del Conrad para exhibir las entradas al blog oficial del film.
-Aquí está el millón, creyentes del mundo entero -le reventó un llanto gredoso a la mujer despeinadísima que ya era la partenaire de En trozos en la Punta desde hacía un mes y medio.
La película se había estrenado en el quilombo para un público selecto, y exactamente tres minutos después se llenaron los siete casilleritos de las computadoras con el uno y los seis ceros perseguidos por el programa chatarrero top como una coronación más importante que la de un mundial futbolístico.
-Atención, Rey -le dio entrada al móvil J.R., que parecía babear-sudar una felicidad prestada pero legítima. -Las primeras palabras tienen que ser de nuestro verdadero Rey Mago del rock.
Fue muy difícil arrancar a Johnny de los abrazos faranduleros donde se mezclaban famosos de todo tipo, incluidos dos pre-candidatos presidenciales.
-Mirá, lo único que quisiera decir es que Jesús de Punta del Este le rompió el orto a Satanás -apareció tomando champagne por la botella como un campeón automovilístico Johnny. -El que tiene que hablar es un cineasta que junto con Leonardo Regusci fundó un Laboratorio destinado a glorificarse hoy, un domingo de resurrección.
-Atención, Zen -puso cara de perrito adulón J.R. mientras Federica salía corriendo al baño. -¿Cómo se fundamentaría esta ruptura del orto de Satanás en una forma un poco más culturosa?
-Lo que quisiera es hacer pública mundialmente una parte de la proclama que les leyó Leonardo a los muchachos un rato antes de morir cantando desnudo -desplegó una fotocopia subrayada el hombrecito siempre escudado por los lentes enigmáticos.
-Dale.
Vivimos en una época donde el consumismo salvaje es capaz de incendiarnos la fe para vender tristeza, y ese acorralamiento hace imperiosa la definitiva abolición del sistema que pretende imponernos la esclavatura de una desesperanza inventada por los mediocres y los soberbios que viajan en la bodega del barco creyendo ver el cielo. Lo que trascenderá entre el estrellerío es nada más que la pureza desinteresada de cada heroicidad individual o comunitaria que trabaja con la sobrehumana vocación de morir enamorada del atardecer. Con Dios no ofendo ni temo.
El programa terminó a medianoche y Rigoletto llevó a Federica hasta el casino, y de golpe frenó en secó y aulló:
-Dejá de llorar o te cago a piñazos, yorugua de mierda.
Y cuando entraron al apartamento el hombre llenó un vaso de whisky y se desbraguetó para empaparse el sexo derrumbado y ella rogó:
-Necesito bañarme, mi amor. Me baño en diez minutos por reloj. Nunca me sentí peor en mi vida.
-Ni aunque te bañaras vestida, jirafa conchuda. Estoy es-tre-sa-dí-sí-mo.
2008 / 2009
(este folletín del siglo XXI está dedicado a Andrea Moreira, Willy Wood y Juan Comesaña)
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