
UN PASTEL DE DULCE DE LECHE INMACULADO
Cecilia Durán
Escena 1
Noche. Una mujer mira TV sentada en el living.
Mujer: Dale, viejo, que ya empieza!!
Hombre (acercándose al sofá después que se oye sonar una cisterna y abrirse una puerta): ¿Qué? ¿Qué es lo que empieza?
Mujer: La película…
Hombre: ¿Qué película?
Mujer: La de la actriz famosa que se enamora de un muchacho sencillo de barrio y después que están juntos él no encara. Como ella es tan famosa él no lo puede creer.
El Hombre la mira con cara de desentendimiento.
Mujer: Yo te avisé que iban a darla hoy. Es esa donde trabaja la actriz de Mujer bonita… Ay, no me sale el nombre!!
Hombre: Ahhh…
Mujer: Vení, sentate que preparé unas empanaditas para verla juntos.
El Hombre sigue parado.
Mujer: Sí, ya sé. No te gustan esas películas.
Hombre: No, es que hoy dan la final del campeonato africano. ¿Viste?
Mujer: Ah… Una final.
Hombre: Sí, un partido increíble. Congo contra Nigeria.
Mujer: Pa.
Hombre: Es un partido imperdible.
Mujer (levantando la fuente de empanadas): Yo pensé que era lindo comer juntitos mirando una película romántica.
Hombre: Bueno, no te preocupes. Si la película es tan importante para vos yo me voy a dormir y mañana le pido a Luis que me cuente el partido.
Mujer: No, si yo puedo verla otro día. Mejor miramos el partido juntos.
El Hombre sigue parado mientras la Mujer cambia de canal.
Mujer: Ya está, mirá, ya empezó… Dale, vení. Sentate.
El Hombre se sienta y la Mujer se le acurruca al lado.
Hombre: ¿No me traerías una cervecita, mi amor?
Corte. La Mujer vuelve con una cerveza y miran la TV comiendo empanadas. Hay un corte de electricidad.
Hombre: Pero la puta madre!! Justo en la final, carajo!! Me cago en Dios!!
Mujer: Ta, viejo, no te preocupes. Siempre duran un rato, nomás.
Hombre: ¿Pero vos no te das cuenta que soy un desgraciado? Vos porque no laburás, nena. Pero yo estoy todo el día trabajando y cuando quiero compartir un momento con mi mujer a estos desgraciados de la UTE se les ocurre cortar la luz? Justo hoy!!
Corte. La Mujer vuelve con una vela, la coloca sobre la mesa ratona y se sienta.
Hombre: Alcanzame el teléfono que voy a reclamar.
Mujer (sonriendo picarescamente): ¿Por qué no le mirás el lado positivo? Los dos solitos a la luz de la vela, y con el frío que hace afuera. Es romántico.
Hombre (después de mucho rato): Che, Marta: ¿te acordás de los pastelitos que me hacías cuando éramos novios? ¡Los mejores pasteles!
Mujer: Sí. Los de dulce de leche te encantaban.
Hombre: Mamá te había pasado la receta, ¿no?
Mujer: Sí. Me la pasó doña Rosa.
Hombre: Claro que pasteles como los de mi mamá ya no existen. ¡Qué mano que tenía! La vieja pasaba horas con el pelote. Aquel hojaldre perfecto y el dulce de leche: inmaculado. Y bueno, por algo dicen que el aprendiz nunca supera al maestro.
Otro silencio largo.
Hombre: Decime, Marta, hay algo que nunca te pregunté: ¿yo fui tu primer hombre? ¿No tuviste otro novio?
Mujer: Me ofendés con la pregunta!!! Fuiste mi único hombre!!!! Mamá me dijo: “Con éste te ennoviás y con éste te casás”.
Hombre: Ah, digamos que fui tu única opción.
Mujer: Fuiste mi único hombre y ya está, Roberto! Pregunta contestada.
Hombre (riéndose): Yo tuve dos novias antes que vos. Luisa era la más linda y estaba rayadísima, aunque si me hubiese casado con ella hoy estaría acomodadísimo. Tiene un comercio de ropa y parece que le va muy bien.
Mujer: Y vos cómo sabés todo eso.
Hombre: Porque mi hermana se la encontró en la peluquería y se contaron la vida. Dice que Luisa se hizo la cola y los pechos.
Mujer: Pa. Qué peligro. El otro día en la tele dijeron que a una vedette le explotó todo por viajar en avión.
Hombre (carcajeando): A vos te vendrían bien un par de cirugías, Martita. ¿Eh? Un arreglo de chapa y pintura y abandonamos la malla por el bikini. ¿Eh?
La Mujer se mira el cuerpo sin contestar.
Hombre (parándose y gestualizando una excesividad de pechos): Imaginate. Playa Mansa de Atlántida y vos con un bikini atigrado y yo atrás, escoltándote. Nos encontramos con los muchachos de la oficina y yo me río, baboso: “Permiso, acá viene Marta, mi mujer”.
Mujer (acariciándose el cuerpo): ¿Te parece que estoy tan mal?
Hombre: Ay, Martita. Estás preciosa. Mirá un pastel: lo que importa es lo de adentro, ¿no? Podés ver el hojaldre, los pliegues, los ángulos y el tostado perfecto. Pero lo más importante es el interior del pastel! Lo esencial del pastelito es el dulce de leche inmaculado!!!
Mujer: ¿Y cómo es mi dulce de leche?
Hombre (después de rascarse la cabeza y bostezar grotescamente): Yo diría que es un dulce de leche casero, sencillo…
Mujer: ¿Y qué más?
Hombre (mientras vuelve la luz): Buena, carajo!!! Por lo menos voy a poder mirar el segundo tiempo.
Mujer: Yo preferiría seguir charlando del dulce de leche.
Hombre (volviendo a bostezar): Ya hablamos mucho, Martita. Y tuviste tu momento romántico. ¿No era eso lo que querías? Dale, no seas malita y traeme otra cervecita.
Mujer (parándose para apagar la vela): Pero si te estás durmiendo.
El Hombre no contesta y se recuesta mirando el televisor con los brazos atrás de la nuca.
Hombre: Una cervecita y una almohadita. Dale.
Escena 2
La Mujer se palpa los pechos y el vientre frente a un espejo, llorando dulcemente.
Mujer: Lo único que le pide Julia Roberts a Hugh Grant es que la quiera. Un muchacho sencillo. Y no terminan mal. Pero Martita tendría que caminar por la playa de Atlántida como un pastel de dulce leche que ni siquiera es in-ma-cu-la-do como el de doña Rosa. Ahora tiene que ser a-si-li-co-na-do. Con éste me ennovié y con éste me casé, mamá. Con el hombre comprensivo que me acaba de ofrecer una noche romántica.
Hombre (grita con la voz bestializada por un bostezo): Marta, ¿estás fabricando la cerveza?
Escena 3
La Mujer aparece atrás del sofá con un palote de amasar y encuentra al Hombre dormido.
Mujer: Mejor cambiamos de canal, Roberto.
Después se da vuelta y le parte la cabeza dándole muchos golpes con el palote mientras llora a los gritos.
Cecilia Durán
Escena 1
Noche. Una mujer mira TV sentada en el living.
Mujer: Dale, viejo, que ya empieza!!
Hombre (acercándose al sofá después que se oye sonar una cisterna y abrirse una puerta): ¿Qué? ¿Qué es lo que empieza?
Mujer: La película…
Hombre: ¿Qué película?
Mujer: La de la actriz famosa que se enamora de un muchacho sencillo de barrio y después que están juntos él no encara. Como ella es tan famosa él no lo puede creer.
El Hombre la mira con cara de desentendimiento.
Mujer: Yo te avisé que iban a darla hoy. Es esa donde trabaja la actriz de Mujer bonita… Ay, no me sale el nombre!!
Hombre: Ahhh…
Mujer: Vení, sentate que preparé unas empanaditas para verla juntos.
El Hombre sigue parado.
Mujer: Sí, ya sé. No te gustan esas películas.
Hombre: No, es que hoy dan la final del campeonato africano. ¿Viste?
Mujer: Ah… Una final.
Hombre: Sí, un partido increíble. Congo contra Nigeria.
Mujer: Pa.
Hombre: Es un partido imperdible.
Mujer (levantando la fuente de empanadas): Yo pensé que era lindo comer juntitos mirando una película romántica.
Hombre: Bueno, no te preocupes. Si la película es tan importante para vos yo me voy a dormir y mañana le pido a Luis que me cuente el partido.
Mujer: No, si yo puedo verla otro día. Mejor miramos el partido juntos.
El Hombre sigue parado mientras la Mujer cambia de canal.
Mujer: Ya está, mirá, ya empezó… Dale, vení. Sentate.
El Hombre se sienta y la Mujer se le acurruca al lado.
Hombre: ¿No me traerías una cervecita, mi amor?
Corte. La Mujer vuelve con una cerveza y miran la TV comiendo empanadas. Hay un corte de electricidad.
Hombre: Pero la puta madre!! Justo en la final, carajo!! Me cago en Dios!!
Mujer: Ta, viejo, no te preocupes. Siempre duran un rato, nomás.
Hombre: ¿Pero vos no te das cuenta que soy un desgraciado? Vos porque no laburás, nena. Pero yo estoy todo el día trabajando y cuando quiero compartir un momento con mi mujer a estos desgraciados de la UTE se les ocurre cortar la luz? Justo hoy!!
Corte. La Mujer vuelve con una vela, la coloca sobre la mesa ratona y se sienta.
Hombre: Alcanzame el teléfono que voy a reclamar.
Mujer (sonriendo picarescamente): ¿Por qué no le mirás el lado positivo? Los dos solitos a la luz de la vela, y con el frío que hace afuera. Es romántico.
Hombre (después de mucho rato): Che, Marta: ¿te acordás de los pastelitos que me hacías cuando éramos novios? ¡Los mejores pasteles!
Mujer: Sí. Los de dulce de leche te encantaban.
Hombre: Mamá te había pasado la receta, ¿no?
Mujer: Sí. Me la pasó doña Rosa.
Hombre: Claro que pasteles como los de mi mamá ya no existen. ¡Qué mano que tenía! La vieja pasaba horas con el pelote. Aquel hojaldre perfecto y el dulce de leche: inmaculado. Y bueno, por algo dicen que el aprendiz nunca supera al maestro.
Otro silencio largo.
Hombre: Decime, Marta, hay algo que nunca te pregunté: ¿yo fui tu primer hombre? ¿No tuviste otro novio?
Mujer: Me ofendés con la pregunta!!! Fuiste mi único hombre!!!! Mamá me dijo: “Con éste te ennoviás y con éste te casás”.
Hombre: Ah, digamos que fui tu única opción.
Mujer: Fuiste mi único hombre y ya está, Roberto! Pregunta contestada.
Hombre (riéndose): Yo tuve dos novias antes que vos. Luisa era la más linda y estaba rayadísima, aunque si me hubiese casado con ella hoy estaría acomodadísimo. Tiene un comercio de ropa y parece que le va muy bien.
Mujer: Y vos cómo sabés todo eso.
Hombre: Porque mi hermana se la encontró en la peluquería y se contaron la vida. Dice que Luisa se hizo la cola y los pechos.
Mujer: Pa. Qué peligro. El otro día en la tele dijeron que a una vedette le explotó todo por viajar en avión.
Hombre (carcajeando): A vos te vendrían bien un par de cirugías, Martita. ¿Eh? Un arreglo de chapa y pintura y abandonamos la malla por el bikini. ¿Eh?
La Mujer se mira el cuerpo sin contestar.
Hombre (parándose y gestualizando una excesividad de pechos): Imaginate. Playa Mansa de Atlántida y vos con un bikini atigrado y yo atrás, escoltándote. Nos encontramos con los muchachos de la oficina y yo me río, baboso: “Permiso, acá viene Marta, mi mujer”.
Mujer (acariciándose el cuerpo): ¿Te parece que estoy tan mal?
Hombre: Ay, Martita. Estás preciosa. Mirá un pastel: lo que importa es lo de adentro, ¿no? Podés ver el hojaldre, los pliegues, los ángulos y el tostado perfecto. Pero lo más importante es el interior del pastel! Lo esencial del pastelito es el dulce de leche inmaculado!!!
Mujer: ¿Y cómo es mi dulce de leche?
Hombre (después de rascarse la cabeza y bostezar grotescamente): Yo diría que es un dulce de leche casero, sencillo…
Mujer: ¿Y qué más?
Hombre (mientras vuelve la luz): Buena, carajo!!! Por lo menos voy a poder mirar el segundo tiempo.
Mujer: Yo preferiría seguir charlando del dulce de leche.
Hombre (volviendo a bostezar): Ya hablamos mucho, Martita. Y tuviste tu momento romántico. ¿No era eso lo que querías? Dale, no seas malita y traeme otra cervecita.
Mujer (parándose para apagar la vela): Pero si te estás durmiendo.
El Hombre no contesta y se recuesta mirando el televisor con los brazos atrás de la nuca.
Hombre: Una cervecita y una almohadita. Dale.
Escena 2
La Mujer se palpa los pechos y el vientre frente a un espejo, llorando dulcemente.
Mujer: Lo único que le pide Julia Roberts a Hugh Grant es que la quiera. Un muchacho sencillo. Y no terminan mal. Pero Martita tendría que caminar por la playa de Atlántida como un pastel de dulce leche que ni siquiera es in-ma-cu-la-do como el de doña Rosa. Ahora tiene que ser a-si-li-co-na-do. Con éste me ennovié y con éste me casé, mamá. Con el hombre comprensivo que me acaba de ofrecer una noche romántica.
Hombre (grita con la voz bestializada por un bostezo): Marta, ¿estás fabricando la cerveza?
Escena 3
La Mujer aparece atrás del sofá con un palote de amasar y encuentra al Hombre dormido.
Mujer: Mejor cambiamos de canal, Roberto.
Después se da vuelta y le parte la cabeza dándole muchos golpes con el palote mientras llora a los gritos.

























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