sábado

EL ÚLTIMO TEXTO ESCRITO POR MIJAÍL BAJTÍN


HACIA UNA METODOLOGÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS

Mijaíl Mijáilovich Bajtín (1895-1975), aunque contemporáneo de los formalistas rusos, fue un antiformalista declarado, que hizo ver la necesidad de un análisis socio-ideológico de las formas del lenguaje y vio en la obra literaria una manifestación de la actividad lingüística para ser enfocada desde aquel punto de vista.

El prolongado destierro a que fue sometido Bajtín le permitió conocer varios rincones de su patria soviética, pero, aunque no le impidió escribir sin cesar, sé le impuso un aislamiento que ha repercutido en el tardío aislamiento de su obra. Hoy en día, la publicación, traducción y estudio de los trabajos de Bajtín avanza rápidamente, tanto en Rusia como en Occidente
.

El punto de partida para los apuntes presentes fue un pequeño texto escrito por el autor a fines de los años 30 o a principios de los 40, intitulado “Para los fundamentos filosóficos de las ciencias humanas”. Partiendo de aquel texto, el autor compuso a principios de 1974 estos apuntes; fue el último trabajo escrito por M. Bajtín. Una variante de los apuntes fue especialmente preparada para publicación por V.V. Kozhinov y aprobada por el autor, pero publicada ya póstumamente bajo el título: “Hacia una metodología de los estudios literarios; apareció en Kontekst 1974, Moscú, 1975, pp. 203-212. Los apuntes completos en la versión del autor fueron publicados por primera vez en 1982.
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PRIMERA ENTREGA


PARA LOS FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE LAS CIENCIAS HUMANAS (circa 1930-1940)

(Texto básico de “HACIA UNA METOLOGÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS”, condensado con algunas reducciones.)

El conocimiento de la cosa y el conocimiento de la persona. Deben caracterizarse como límites: una cosa pura y muerta, que tiene sólo apariencia y que existe para otro y que puede descubierta completamente y hasta el final por el acto unilateral de este otro (el sujeto cognoscente). Tal cosa carente de una interioridad propia, inalienable e inutilizable, sólo puede ser objeto de un interés práctico. Otro límite (…) es el diálogo, la interrogación, la oración. En este caso es necesaria una libre autorrevelación de la personalidad. Aquí existe un núcleo interno que no puede ser devorado, utilizado, en que siempre se conserva una distancia y hacia el cuál sólo es posible un desinterés puro; al revelarse para el otro, siempre permanece para sí mismo. La pregunta se plantea por el cognoscente no para él mismo ni para un tercero en presencia de una cosa muerta, sino de lo que se conoce. En este caso, el criterio no es la precisión del conocimiento, sino la profundidad de la penetración. El conocimiento está dirigido hacia lo individual. Se trata de una zona de descubrimientos, revelaciones, reconocimientos, comunicaciones. Aquí importan el secreto y la mentira (y no el error). Aquí importan la falta de modestia y el agravio. La cosa muerta, en el límite, no existe, es un elemento abstracto (convencional); cualquier totalidad (la naturaleza y todos sus fenómenos relacionados con el todo) es en alguna medida personalizada.

El carácter complejo del acto bilateral del conocimiento-penetración. La participación activa del que conoce y la participación activa del objeto conocido (el dialogismo). La capacidad de conocer y la de expresarse. Se trata de la expresión y del conocimiento (comprensión de la expresión). La compleja dialéctica de lo externo y de lo interno. La persona no sólo posee medio y ambiente circundante, sino también su horizonte propio. La interacción del horizonte del cognoscente con el del objeto conocido. Los elementos de la expresión (el cuerpo no como una cosa muerta, la cara, los ojos, etc.; en ellos se cruzan y se combinan dos conciencias (del yo y del otro); aquí yo existo para el otro y con la ayuda del otro. La historia de una autoconciencia concreta y el papel del otro (del que amo) en ella. El reflejo de uno mismo en el otro. La muerte para sí y la muerte para el otro. La memoria.

Los problemas concretos de la ciencia literaria y de la crítica de arte relacionados con la interacción del medio circundante y del horizonte del yo y del otro; el problema de las zonas; la expresión teatral. La penetración en el otro (la fusión con él) y la conservación de la distancia (de su lugar) que asegura el excedente del conocimiento. La expresión de la personalidad y la expresión de las colectividades, de los pueblos, épocas, de la historia misma con sus horizontes y los medios circundantes. No se trata de la conciencia individual de la expresión y de la comprensión. La autorrevelación y las formas de su expresión en diferentes pueblos, en la historia, en la naturaleza.

El objeto de las ciencias humanas es el ser expresivo y hablante. Este ser jamás coincide consigo mismo y por eso es inagotable en su sentido e importancia. La máscara, las candilejas de teatro, el escenario, el espacio ideal como diversas formas de expresión de la representatividad del ser (y no de la unicidad y cosedad) y de la actitud desinteresada hacia él. La precisión, su importancia y sus límites. La precisión supone una coincidencia de la cosa consigo misma. La precisión hace falta para la dominación práctica. El ser que se revela solo no puede ser forzado y amarrado. Es libre y por lo tanto no presenta garantía alguna. Por eso aquí el conocimiento nada nos puede regalar y garantizar, p. ej. no garantiza la inmortalidad como un hecho establecido con exactitud y que tenga importancia práctica para nuestra vida. ‘Cree a aquello que te dice el corazón, no hay garantías del cielo’. El ser de la totalidad, el ser del alma humana, que se revela libremente para el acto de nuestro conocimiento, no puede ser atado por este acto en ninguno de sus momentos importantes. No se puede transferirlos a las categorías del conocimiento de las cosas (el pecado de la metafísica)… El proceso de la formación del ser es un proceso libre. Se puede iniciar en esta libertad, pero no se puede atar mediante un acto de conocimiento (de cosas). Los problemas concretos de diversas formas literarias: autobiografía, memorias (el reflejo propio en la conciencia de los enemigos y de los descendientes), etc. (…)

Las diferencias filosóficas y estéticas entre una autocontemplación interna (yo-para-mí) y la contemplación de su persona en el espejo (yo-para-otro), desde el punto de vista del otro. ¿Es posible contemplar y comprender su apariencia externa desde el punto de vista del yo-para-mí?

No se puede cambiar el aspecto filosófico objetual del pasado, pero el aspecto de sentido, el aspecto expresivo y hablante puede ser cambiado, porque es inconcluso y coincide consigo mismo (es libre). El papel de la memoria en esta eterna transformación del pasado. El conocimiento y la comprensión del pasado en su carácter inconcluso (en su no coincidencia consigo mismo). El momento de la intrepidez en el conocimiento. El miedo y la intimidación en la expresión (la seriedad), en la autorrevelación, en la confesión, en la palabra. El momento correspondiente de la humildad del sujeto cognoscente; la piedad. (…)

La expresión como materia plena de sentido o como sentido materializado, el elemento de la libertad que impregna y la necesita. La carne externa e interna para la caricia. Los diferentes grados del alma en diferente grado se someten a la exteriorización. El núcleo artístico no exteriorizado del alma (yo-para-mí) El carácter a su vez activo del sujeto que se conoce.

La filosofía de la expresión. La expresión como el ejemplo de encuentro de dos conciencias.

La capa externa del alma carece de valor propio y está entregada a la conmiseración y favor del otro. El núcleo inefable del alma sólo puede reflejarse en el aspecto de la compasión absoluta.

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