H.G.V.
El viernes 25 de noviembre presenciamos un espectáculo memorable en el Espacio Guambia. Se trataba de la última muestra anual del ya reconocido colectivo multimedia BUCEO INVISIBLE, “teloneados” por BOSQUEVIDEO Y EL HOMBRE ALARMA, un trío de muy reciente formación que se presentaba por segunda vez en público.
El lector interesado en compenetrarse con los doce años de trayectoria de BUCEO INVISIBLE puede clickear en la sección reportajes del índice de nuestro blog y encontrará una nota publicada hace muy poco tiempo, donde los “ya no tan muchachos” del grupo manifiestan (en el sentido de manifiesto programático estético y espiritual) que si bien en un principio trabajaron corriendo por caminos no mediatizados, terminaron por sentir la necesidad de llegarle a un montón de gente a la cual le podía interesar el respiro profundo que se produce en el encuentro con el otro. Y más adelante se autodefinen como un lugar de trabajo, usina o taller trinchera en la cual se procesan los decires de cada uno.
Y nosotros pensamos: por fin nos empezó a tsunamizar la tercera oleada intergeneracional liberadora que conocemos desde que nos conocemos. Vale decir: en los últimos cincuenta años.
Todo este tipo de valoración siempre resulta ser muy polémica y nos parece bárbaro. Aunque a la posmodernidad tarada le da pereza y miedo discutir: Dejá vivir, valor, que lo que hay es lo que importa. Porque a los que flotan oportunistamente en la era del wind-surf lipovetskyano no les interesa que el único enemigo que tuvimos siempre -el consumismo salvaje capaz de incendiarnos la fe para vendernos tristeza o barbarie- sea derrotado por un Hombre Nuevo que jamás va a jubilarse.
En la segunda mitad del siglo XX hubo dos movimientos de imborrable construcción simbólica identitaria: el sesentista y otro que podríamos llamar el de la resistencia, vertebrados a nivel popular masivo por la música, fundamentalmente.
Y ahora empieza a visualizarse una emergencia multimediática de calado universal y revolucionario que acompañamos y difundimos eufóricamente, junto con el cineasta y artista multimedia Álvaro Moure Clouzet, desde el blog de nuestro Laboratorio.
Con los riesgos que siempre implica tener que elegir algunos nombres representativos de un muestreo más o menos esencial, mencionaremos a alguna gente clave que se enmarca entre los 19 y los 60 años y empezamos por seis integrantes históricos de BUCEO INVISIBLE: Diego Presa (músico y cantautor), Marcos y Santiago Barcellos (poetas juglares), Jorge Rodríguez (músico y cantautor), Álvaro Bassi (narrador, juglar, músico y cantautor) y Sebastian Vitola (plástico, músico y cantautor).
A los que se suman en un plano general, y ya desde comienzos de los 90, Andrea Moreira (poeta, narradora y actriz), Ignacio Giovanetti (músico), Verónica Pérez (narradora y poeta), Augusto Giovanetti (plástico), Pablo del Reino (poeta, narrador y actor), Raúl Rodríguez (músico y cantautor), Néstor Manrique Rodríguez (poeta), Leticia Acosta (bailarina de candombe y actriz), Martín “Pitu” Ferreyra (actor y director de actores), María Isabel Espinosa, Cristina Velázquez y Sabrina Speranza (actrices y dramaturgas), Fernanda Sanjurjo (cineasta), Horacio Lapuriz (actor y director teatral), Duilio Luraschi (narrador), Jorge Dotta (narrador), Hugo Rocca (músico, cantautor, poeta, narrador y guionista cinematográfico), Daniel Riera (cineasta), Horacio Herrera (plástico), Robert Hirigoyen (narrador), Jorge Alfonso (narrador, poeta y juglar), Erika Büsch (música y cantautora), Juan Comesaña (actor y escritor), Willy Wood (músico, cantautor, actor, guionista cinematográfico e integrante, junto a Mariana González y Marcos Villaroel, de Bosquevideo y el hombre alarma), Gerardo Pérez Céspedes (poeta y actor), Luisa Molina Estévez (música, cineasta y actriz) y Virginia Miller (poeta y actriz).
La vida irá diciendo si el duro deseo de durar, para hablarlo en Eluard, consolida a este conglomerado no exitista ni perseguidor de premios con glamour de pantallita, y cuando aparezca la tan peleada ley generadora de espacios mediáticos obligatorios para el artista nacional, se instale un nuevo salto dialéctico hacia la completud cultural de esta orilla oriental que nunca fue un paisito.
Y no olvidar que si elegimos verticalizarnos guiados desde la Purificación sin transa que nos faccionó para siempre, le aportaremos a la comunidad global nuestra incanjeable y luminosa talla del bisonte en la caverna trágica.
BUCEO INVISIBLE y BOSQUEVIDEO Y EL HOMBRE ALARMA ofrecieron en Guambia, el viernes 25 de noviembre, una muestra de algunos grandes momentos de la depuración integral enamorada y no utópica que necesita un pueblo para domar definitivamente los horrores autodestructivos y aprender a quererse en paz.
Porque los uruguayos / orientales, desde la fundación celeste en la meseta que perforó matreramente y en cuero vivo la intemperie y la miseria de amor, nunca fuimos ni somos ni seremos -siempre que renunciemos a esperar que nuestra felicidad libertaria provenga nada más que de los asaditos y los tratados de libre comercio- ningunos pelotudos.
El lector interesado en compenetrarse con los doce años de trayectoria de BUCEO INVISIBLE puede clickear en la sección reportajes del índice de nuestro blog y encontrará una nota publicada hace muy poco tiempo, donde los “ya no tan muchachos” del grupo manifiestan (en el sentido de manifiesto programático estético y espiritual) que si bien en un principio trabajaron corriendo por caminos no mediatizados, terminaron por sentir la necesidad de llegarle a un montón de gente a la cual le podía interesar el respiro profundo que se produce en el encuentro con el otro. Y más adelante se autodefinen como un lugar de trabajo, usina o taller trinchera en la cual se procesan los decires de cada uno.
Y nosotros pensamos: por fin nos empezó a tsunamizar la tercera oleada intergeneracional liberadora que conocemos desde que nos conocemos. Vale decir: en los últimos cincuenta años.
Todo este tipo de valoración siempre resulta ser muy polémica y nos parece bárbaro. Aunque a la posmodernidad tarada le da pereza y miedo discutir: Dejá vivir, valor, que lo que hay es lo que importa. Porque a los que flotan oportunistamente en la era del wind-surf lipovetskyano no les interesa que el único enemigo que tuvimos siempre -el consumismo salvaje capaz de incendiarnos la fe para vendernos tristeza o barbarie- sea derrotado por un Hombre Nuevo que jamás va a jubilarse.
En la segunda mitad del siglo XX hubo dos movimientos de imborrable construcción simbólica identitaria: el sesentista y otro que podríamos llamar el de la resistencia, vertebrados a nivel popular masivo por la música, fundamentalmente.
Y ahora empieza a visualizarse una emergencia multimediática de calado universal y revolucionario que acompañamos y difundimos eufóricamente, junto con el cineasta y artista multimedia Álvaro Moure Clouzet, desde el blog de nuestro Laboratorio.
Con los riesgos que siempre implica tener que elegir algunos nombres representativos de un muestreo más o menos esencial, mencionaremos a alguna gente clave que se enmarca entre los 19 y los 60 años y empezamos por seis integrantes históricos de BUCEO INVISIBLE: Diego Presa (músico y cantautor), Marcos y Santiago Barcellos (poetas juglares), Jorge Rodríguez (músico y cantautor), Álvaro Bassi (narrador, juglar, músico y cantautor) y Sebastian Vitola (plástico, músico y cantautor).
A los que se suman en un plano general, y ya desde comienzos de los 90, Andrea Moreira (poeta, narradora y actriz), Ignacio Giovanetti (músico), Verónica Pérez (narradora y poeta), Augusto Giovanetti (plástico), Pablo del Reino (poeta, narrador y actor), Raúl Rodríguez (músico y cantautor), Néstor Manrique Rodríguez (poeta), Leticia Acosta (bailarina de candombe y actriz), Martín “Pitu” Ferreyra (actor y director de actores), María Isabel Espinosa, Cristina Velázquez y Sabrina Speranza (actrices y dramaturgas), Fernanda Sanjurjo (cineasta), Horacio Lapuriz (actor y director teatral), Duilio Luraschi (narrador), Jorge Dotta (narrador), Hugo Rocca (músico, cantautor, poeta, narrador y guionista cinematográfico), Daniel Riera (cineasta), Horacio Herrera (plástico), Robert Hirigoyen (narrador), Jorge Alfonso (narrador, poeta y juglar), Erika Büsch (música y cantautora), Juan Comesaña (actor y escritor), Willy Wood (músico, cantautor, actor, guionista cinematográfico e integrante, junto a Mariana González y Marcos Villaroel, de Bosquevideo y el hombre alarma), Gerardo Pérez Céspedes (poeta y actor), Luisa Molina Estévez (música, cineasta y actriz) y Virginia Miller (poeta y actriz).
La vida irá diciendo si el duro deseo de durar, para hablarlo en Eluard, consolida a este conglomerado no exitista ni perseguidor de premios con glamour de pantallita, y cuando aparezca la tan peleada ley generadora de espacios mediáticos obligatorios para el artista nacional, se instale un nuevo salto dialéctico hacia la completud cultural de esta orilla oriental que nunca fue un paisito.
Y no olvidar que si elegimos verticalizarnos guiados desde la Purificación sin transa que nos faccionó para siempre, le aportaremos a la comunidad global nuestra incanjeable y luminosa talla del bisonte en la caverna trágica.
BUCEO INVISIBLE y BOSQUEVIDEO Y EL HOMBRE ALARMA ofrecieron en Guambia, el viernes 25 de noviembre, una muestra de algunos grandes momentos de la depuración integral enamorada y no utópica que necesita un pueblo para domar definitivamente los horrores autodestructivos y aprender a quererse en paz.
Porque los uruguayos / orientales, desde la fundación celeste en la meseta que perforó matreramente y en cuero vivo la intemperie y la miseria de amor, nunca fuimos ni somos ni seremos -siempre que renunciemos a esperar que nuestra felicidad libertaria provenga nada más que de los asaditos y los tratados de libre comercio- ningunos pelotudos.
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