TODAS SOMOS LA MAGDALENA (III)
SEXTA ENTREGA
MALENA 3
-Me imagino que debés ser fanática de Idea Vilariño -prendió el porro Jean-Paul y se lo pasó complacientemente a la mujer terrosa.
-Uau. Los poemas de amor me los supe de memoria. Ahora ya se me cayó.
-Ahí tenés un ejemplo precioso y lamentable del enganche de la Magdalena. ¿No viste la película?
-¿La que se llama Idea? La dieron una semana seguida por la tele después que se murió. Pobrecita.
-Pobrecita por qué.
-Porque no entendía nada.
-No sabía ni quién era.
-Ahí va.
-¿Y vos sabés quién sos?
-Bueno, si vine a ver a un detective de almas es porque los demonios se me revolvieron salado -se agazapó Malena exhalando un centelleo de humillación y rencor más pinchudo que el cuarzo.
-Entonces vamos bien. Acá Shirley me leyó un poema tuyo que terminaba preguntando: ¿cuántas mujeres se morirán en mí?
-Pero no termina ahí, macho. Después dice: las que no le temen a los reyes ni a los héroes / las que renuncian sin lamentarse a su herencia titánica / de la que me desvisto en las noches / o aquellas que aceptaron cargar con la cruz que me toque / y se alejan montadas en el falo de luz / para brillar salvajemente.
-Okey. A lo que Idea Vilariño renunció para siempre desde que se engancharon con Onetti fue a tener un falo de luz propio.
-Y vos decís que yo busco eso en tu hermano.
-Ya lo encontraste. Y te lo querés poner como un consolador de los que se encinchaban ustedes. Pero nunca va a ser tu verga.
-Puta que sos delicado.
-¿Sabés cuál es el verso más terrible que escribió Idea en esos poemas tan preciosos? Sin dejarte caer. ¿De dónde? Del altar, flaca. Y en la película se queja de que Onetti nunca la comprendió porque le decía que lo de ella era un amor intelectual, nomás. Y tenía razón Onetti. Ella quería un Jesús para sacarse el miedo.
-¿Y tu amor por la Shirley qué fue? Porque vos te casarás mucho el domingo pero te enganchaste hasta las pelotas con la pitufa. Eso lo veía cualquiera.
Ahora el hombrecito se contorsionó torpemente para pitar del pucho que sostenía la ex-prostituta y fue hasta el ventanal:
-A la pitufa me la mandó Dios para que terminara de entender que puedo ser un santo. Y sentí que la adoraba recién cuando ella se metió en el convento y nos empezamos a mailear.
-¿Y por qué no te casaste con ella?
-Porque los arcoiris juntan a la gente en el reino y no en el mundo.
CANDELA 3
-Antes que siga el noticiero necesitaría saber de una vez por qué te fuiste al hotel la noche de la tormenta -empezó a usar la almohada que estaba en el suelo Jean-Paul. -Fueron tres días dantescos.
-Había que resucitar. Yo tenía que entender con quién iba a casarme. Y a lo mejor vos precisabas resignarte del todo a que Shirley fuera la garcita blanca que te vuela en el pulmón derecho y nada más.
El psicólogo volvió a prender un cigarrillo sin usar el encendedor y tosió como un perro:
-Dale con Shirley.
-A tu María de Magdala la sacaste del water la misma tarde que te pidió para casarse contigo. Y estaba en la tapa del libro que podías cambiar de opinión en cualquier momento.
-A esa muchacha le va a costar muchísimo curarse, Candela. Y ahora es nada más que una pobre monja con los sueños descuartizados.
-¿Tenés que ponerte cursi?
-¿Y vos tenés que amortajarte como en los veranos de las depresiones eternas?
-Hay demasiado humo -gritó casi llorando la mujer-muchacha escultural abajo de la sábana.
-No hay problema: igual te oigo. Seguí con el noticiero.
-Es una radionovela vía mail. La tengo impresa -sacó un brazo para recoger unos papeles del cajón de la mesita Candela: -Suponete que el galán dice: Son las cinco menos cinco de la mañana del domingo y hace dos días que no duermo. La mujer que vino de España para casarse conmigo sigue jugando a las escondidas y capaz que ya se fue para siempre del hotel de la plaza. Estuve escuchando las Ocho estaciones de Vivaldi y Piazzolla ensambladas por Gidon Kremer y tengo unas hermosas ganas de llorar. Hay días que me importás tanto que se me hielan las piernas. Nunca me había pasado con nadie. ¿Cómo puede ser tan rica la vida? Adoro los truenos. Lo que no termino de entender es por dónde entraste tan hasta el fondo de este hueserío triste y dorado que algún día mutará hacia una comprensión más justa. Y sin embargo la cruz es maravillosa. Y a mí nunca me quiso con tanto vuelo ninguna mujer, Shirley.
-Me violaste el correo igual que la CIA -aplastó el cigarrillo contra el parqué Jean-Paul: -No lo puedo creer. Es demasiado sucio.
-No. Son cartas preciosas. Aunque cuando Shirley te contesta que mientras ella esté viva no vas a estar solo y enseguida manda otro correo aclarando que si le toca viajar antes también te va a estar acompañando desde allá parece Corín Tellado.
-Ahora me acuerdo que una vez me dijiste que te habían enseñado un sistema infalible para entrarle a una casilla.
-¿Querés que te lo enseñe?
-No, por Dios. Es muy sucio.
-Sí. Yo hoy le confesé todo al pobre padre Fidel. Creo que no entendió un pito.
MALENA 3
-Me imagino que debés ser fanática de Idea Vilariño -prendió el porro Jean-Paul y se lo pasó complacientemente a la mujer terrosa.
-Uau. Los poemas de amor me los supe de memoria. Ahora ya se me cayó.
-Ahí tenés un ejemplo precioso y lamentable del enganche de la Magdalena. ¿No viste la película?
-¿La que se llama Idea? La dieron una semana seguida por la tele después que se murió. Pobrecita.
-Pobrecita por qué.
-Porque no entendía nada.
-No sabía ni quién era.
-Ahí va.
-¿Y vos sabés quién sos?
-Bueno, si vine a ver a un detective de almas es porque los demonios se me revolvieron salado -se agazapó Malena exhalando un centelleo de humillación y rencor más pinchudo que el cuarzo.
-Entonces vamos bien. Acá Shirley me leyó un poema tuyo que terminaba preguntando: ¿cuántas mujeres se morirán en mí?
-Pero no termina ahí, macho. Después dice: las que no le temen a los reyes ni a los héroes / las que renuncian sin lamentarse a su herencia titánica / de la que me desvisto en las noches / o aquellas que aceptaron cargar con la cruz que me toque / y se alejan montadas en el falo de luz / para brillar salvajemente.
-Okey. A lo que Idea Vilariño renunció para siempre desde que se engancharon con Onetti fue a tener un falo de luz propio.
-Y vos decís que yo busco eso en tu hermano.
-Ya lo encontraste. Y te lo querés poner como un consolador de los que se encinchaban ustedes. Pero nunca va a ser tu verga.
-Puta que sos delicado.
-¿Sabés cuál es el verso más terrible que escribió Idea en esos poemas tan preciosos? Sin dejarte caer. ¿De dónde? Del altar, flaca. Y en la película se queja de que Onetti nunca la comprendió porque le decía que lo de ella era un amor intelectual, nomás. Y tenía razón Onetti. Ella quería un Jesús para sacarse el miedo.
-¿Y tu amor por la Shirley qué fue? Porque vos te casarás mucho el domingo pero te enganchaste hasta las pelotas con la pitufa. Eso lo veía cualquiera.
Ahora el hombrecito se contorsionó torpemente para pitar del pucho que sostenía la ex-prostituta y fue hasta el ventanal:
-A la pitufa me la mandó Dios para que terminara de entender que puedo ser un santo. Y sentí que la adoraba recién cuando ella se metió en el convento y nos empezamos a mailear.
-¿Y por qué no te casaste con ella?
-Porque los arcoiris juntan a la gente en el reino y no en el mundo.
CANDELA 3
-Antes que siga el noticiero necesitaría saber de una vez por qué te fuiste al hotel la noche de la tormenta -empezó a usar la almohada que estaba en el suelo Jean-Paul. -Fueron tres días dantescos.
-Había que resucitar. Yo tenía que entender con quién iba a casarme. Y a lo mejor vos precisabas resignarte del todo a que Shirley fuera la garcita blanca que te vuela en el pulmón derecho y nada más.
El psicólogo volvió a prender un cigarrillo sin usar el encendedor y tosió como un perro:
-Dale con Shirley.
-A tu María de Magdala la sacaste del water la misma tarde que te pidió para casarse contigo. Y estaba en la tapa del libro que podías cambiar de opinión en cualquier momento.
-A esa muchacha le va a costar muchísimo curarse, Candela. Y ahora es nada más que una pobre monja con los sueños descuartizados.
-¿Tenés que ponerte cursi?
-¿Y vos tenés que amortajarte como en los veranos de las depresiones eternas?
-Hay demasiado humo -gritó casi llorando la mujer-muchacha escultural abajo de la sábana.
-No hay problema: igual te oigo. Seguí con el noticiero.
-Es una radionovela vía mail. La tengo impresa -sacó un brazo para recoger unos papeles del cajón de la mesita Candela: -Suponete que el galán dice: Son las cinco menos cinco de la mañana del domingo y hace dos días que no duermo. La mujer que vino de España para casarse conmigo sigue jugando a las escondidas y capaz que ya se fue para siempre del hotel de la plaza. Estuve escuchando las Ocho estaciones de Vivaldi y Piazzolla ensambladas por Gidon Kremer y tengo unas hermosas ganas de llorar. Hay días que me importás tanto que se me hielan las piernas. Nunca me había pasado con nadie. ¿Cómo puede ser tan rica la vida? Adoro los truenos. Lo que no termino de entender es por dónde entraste tan hasta el fondo de este hueserío triste y dorado que algún día mutará hacia una comprensión más justa. Y sin embargo la cruz es maravillosa. Y a mí nunca me quiso con tanto vuelo ninguna mujer, Shirley.
-Me violaste el correo igual que la CIA -aplastó el cigarrillo contra el parqué Jean-Paul: -No lo puedo creer. Es demasiado sucio.
-No. Son cartas preciosas. Aunque cuando Shirley te contesta que mientras ella esté viva no vas a estar solo y enseguida manda otro correo aclarando que si le toca viajar antes también te va a estar acompañando desde allá parece Corín Tellado.
-Ahora me acuerdo que una vez me dijiste que te habían enseñado un sistema infalible para entrarle a una casilla.
-¿Querés que te lo enseñe?
-No, por Dios. Es muy sucio.
-Sí. Yo hoy le confesé todo al pobre padre Fidel. Creo que no entendió un pito.
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