TRES: DOLORES
Cuando se reinstauró la democracia y se desexiliaron todos los músicos de la generación del 60 el canto popular volvió a tomar partido político y en menos de cinco años se nos empantanó aquella maravillosa correntada de espectáculos y discos y espacios difusorios multigeneracionales donde lo que verdaderamente unía a todo el mundo era la necesidad de parir su costilla celeste. Vale decir: ser libre como se te cantara.
En el 88 vi actuar a Dino en el barrio y me pidió textos para musicalizar y en una semana grabó Laura de las palomas y unos días antes de reunirnos para planear un trabajo se borró de repente y al poco tiempo supe que se había radicado en Suiza con la tercera esposa y ya no agarraba la guitarra ni en la casa.
Eso duró unos cuantos años.
Hasta que una noche Darnauchans me dio la noticia -todavía bastante confidencial- de que nuestro Bob Dylan estaba laburando en la sucursal doloreña del molino harinero San Salvador y formando una banda con la gente del pueblo.
Entonces se me ocurrió componerle una biografía al estilo de Una lucecita y lo localicé enseguida y se la dicté por teléfono y quedamos contentísimos.
Viejos días de radio / locas alas de Ariel / y un corazón de trapo / y una playa en la piel.
Botas de pocas leguas / y una mirada en flor / y un guitarrón de hueso / cosechando el dolor.
Al pie del faro siempre hay oscuridad / pero en la lucecita donde flotó mi amor / siempre hay dos esqueletos abrazados: / se llaman vos y yo.
Viejas albas de gato / trepado a la verdad / y un milongón más alto / que toda la maldad.
Larga cinta de oro / con la misma canción: / la pobre vida mía / q ue te ató el corazón.
Al pie del faro siempre hay oscuridad / pero en la lucecita donde flotó mi amor / siempre hay dos esqueletos abrazados: / se llaman vos y yo.
Nunca le comenté a nadie que la primera frase del estribillo es una cita de un libro sobre San Pablo que me regalaron en San José de la Montaña.
Dino grabó un CD con la nueva banda -que se llamaba La Dolores y se disolvió enseguida, para variar- y lo presentó en la Sala Zitarrosa. Ahora andaba por el cuarto matrimonio y el cuarto hijo: Santiago. Y vivía con la filosofía de rocker de siempre. De rocker de verdad, quiero decir: digno de su pobreza y sin hambre de gloria.
Y un par de años después le diseñé la producción de un CD a un muchacho de mi taller y se me ocurrió que Dino podía cantar extraordinariamente una milonga country y él aceptó enseguida y pasamos un inolvidable domingo en Dolores, porque empecé a tomar vino a las once de la mañana y terminé a las nueve de la noche y volví en cuatro patas y aquello confirmó que me había vuelto un alcohólico compulsivo en el mejor momento de mi vida, aunque aquella caída la tomé apenas como un accidente.
Pero se llama abandonarse a un Satanás disfrazado de niño feliz que no soporta que vayas llegando a la estrella de cinco puntas y te emborracha para que sientas que lo mejor sería no haber nacido, macho.
Y a los países y a los hombres les pasa lo mismo. Y tenemos que curarnos. La vida está bien hecha.
A Gastón Ciarlo lo abandonaron los padres cuando tenía pocos meses y crió solo al hijo mayor porque la muchacha de botas blancas que yo veía en la radio Ariel también lo abandonó y ya entre la grabación de Vientos del sur en el 75 y Tablas en el 78 había mandado todo al carajo y lo sacaron del water entre algunos amigos del canto popular de los que son amigos sin toma y daca.
Y no podía ser casualidad que la única canción integralmente luminosa que yo le conocía fuera el Manifiesto de Víctor Jara versionado en Milonga:
Yo no canto por cantar / ni por tener buena voz / canto porque la guitarra / tiene sentido y razón / tiene corazón de tierra / y alas de palomita / es como el agua bendita / santigua glorias y penas. / Ahí se encajó mi canto / como dijera Violeta / guitarra trabajadora / con olor a primavera. / Que no es guitarra de ricos / ni cosa que se parezca / mi canto es de los andamios / para subir las estrellas / que el canto tiene sentido / cuando palpita en las venas / del que morirá cantando / las verdades verdaderas / no las lisonjas fugaces / ni las famas extranjeras / sino el canto de una lonja / hasta el fondo de la tierra. / Ahí donde le llega todo / y donde todo comienza / canto que ha sido valiente / siempre será canción nueva.
Digna del Hombre Nuevo.
CUATRO: EL SOLDADO
En 2007 elMontevideano / Laboratorio de Artes terminó de rodar el largometraje de ficción Jesús de Punta del Este, una producción completamente nacional dirigida por Álvaro Moure Clouzet y basada en una novela homónima que publiqué en 1995 y co-guioné con el cantautor y actor Willy Wood.
Hubo poco presupuesto en danza pero mucho trabajo enamorado y una absoluta fe en dejar llegar ideas y situaciones providenciales y enriquecedoras, al margen de los peligrosísimos plazos y criterios tipo que logran que hasta Scorsese termine internado porque lleva dos semanas de atraso con el schedule.
Allá ellos, Señor.
Y aunque ya hace años que mandé a cagar a mi Satanás dionisíaco, un domingo a mediodía me sentí literalmente borracho con la posibilidad de que Dino apareciera tocando junto con Leonardo Regusci -el personaje de Jesús de Punta del Este- en la plaza de la Torre del Vigía y arreglé todo por teléfono en cinco minutos y pumba: otro viaje a Dolores.
Y encontré un Gastón Ciarlo feliz.
En Arma de doble filo, una de las grandes canciones de la época de los Moonlight, el muchacho-hombre congénitamente amargo parecía haber proferido para siempre:
Arma de doble filo la soledad / cabalgando cabalgando
En cada madrugada que se te va / escapando escapando
Es aquel dedo frío que siempre está / arañando arañando
Es la vieja mentira que asomó / recordando recordando.
Mal compañero de viaje la soledad.
Me atrapa cuando estoy para milonguear / tarareando tarareando
No suelta hasta que me hace llorar / emborracha susurrando
Y mientras beso el pecho de una mujer / o la abrigo descansando
Espera porque sabe que volveré / a su lado rezongando.
Mal compañero de viaje la soledad.
Y esta vez, sin embargo, al lado de su cuarta esposa y de su cuarto hijo y después de haber bancado una larguísima sequía compositiva, Dino nos asombró con unos temas nuevos llenos de arcoiris y agradecimiento por su vida de rocker cojonudo que le hacían resplandecer por primera vez en más de sesenta años la preciosa soledad del que no necesita nada de nadie para construir su tesoro y darle todo a todos.
Para el rodaje le pudimos pagar nada más que el transporte pero Gastón Ciarlo apareció más afirmado que nunca en su esqueleto de soldado de la belleza, y el 21 de julio cantaron con Willy en el anfiteatro de la ex-Plaza del Recreo: los separaba medio siglo de edad y los juntaban dos siglos de torres con invencibles panoramas celestes.
Y cuando este verano Nelson Caula escarbó agudamente durante una entrevista que nos hizo en CX 38, ¿Pero hubo algún motivo especial para que se juntaran la Torre del Vigía y el quilombo de Naná en la película, por ejemplo? le contestamos lo mismo que a un periodista del Canal 7 el mediodía que rodamos los primeros exteriores: Porque Punta del Este representa el falso vuelo de Jerusalén, y porque la Torre del Vigía, en cambio, es un falo construido para defender esta tierra. Cuando los ingleses tomaron Maldonado los fernandinos pelearon parapetados en la catedral a medio terminar. Y, con todo respeto, tanto Casapueblo como el Conrad no significan para nosotros más que una especie de pastelería de postal. Y lo que necesitamos es reforzar nuestro perfil iconográfico con belleza uruguaya digna de la Purificación. En todos los niveles. Al establishment le encanta lustrar un Oscar acorde con la culturita del paño tibio, por ejemplo, pero el ganador del Cervantes prefirió morir lejos de la mediocridad oficial. Y el Negro Jefe se hubiera tomado muchos tintos lija con Leonardo en el quilombo de Naná.
Y la misma noche del 21 de julio estrenamos el making-off de Jesús de Punta del Este en el Primer Encuentro Nacional de Cine pero Dino volvió temprano porque tenía que traquetear seis horas de ómnibus y además le importaba un pito posar con el elenco en un salón del Conrad.
Él acababa de filmar la canción que contiene uno de los mejores estribillos que se han escrito nunca -Morir sobre un escenario / estando rodeado de amigos / lograr que lleves en los labios / el último de mis suspiros / mi vida / mi alma- y era lo que importaba.
¿Les molesta este amor?
La vida está bien hecha.
Cuando se reinstauró la democracia y se desexiliaron todos los músicos de la generación del 60 el canto popular volvió a tomar partido político y en menos de cinco años se nos empantanó aquella maravillosa correntada de espectáculos y discos y espacios difusorios multigeneracionales donde lo que verdaderamente unía a todo el mundo era la necesidad de parir su costilla celeste. Vale decir: ser libre como se te cantara.
En el 88 vi actuar a Dino en el barrio y me pidió textos para musicalizar y en una semana grabó Laura de las palomas y unos días antes de reunirnos para planear un trabajo se borró de repente y al poco tiempo supe que se había radicado en Suiza con la tercera esposa y ya no agarraba la guitarra ni en la casa.
Eso duró unos cuantos años.
Hasta que una noche Darnauchans me dio la noticia -todavía bastante confidencial- de que nuestro Bob Dylan estaba laburando en la sucursal doloreña del molino harinero San Salvador y formando una banda con la gente del pueblo.
Entonces se me ocurrió componerle una biografía al estilo de Una lucecita y lo localicé enseguida y se la dicté por teléfono y quedamos contentísimos.
Viejos días de radio / locas alas de Ariel / y un corazón de trapo / y una playa en la piel.
Botas de pocas leguas / y una mirada en flor / y un guitarrón de hueso / cosechando el dolor.
Al pie del faro siempre hay oscuridad / pero en la lucecita donde flotó mi amor / siempre hay dos esqueletos abrazados: / se llaman vos y yo.
Viejas albas de gato / trepado a la verdad / y un milongón más alto / que toda la maldad.
Larga cinta de oro / con la misma canción: / la pobre vida mía / q ue te ató el corazón.
Al pie del faro siempre hay oscuridad / pero en la lucecita donde flotó mi amor / siempre hay dos esqueletos abrazados: / se llaman vos y yo.
Nunca le comenté a nadie que la primera frase del estribillo es una cita de un libro sobre San Pablo que me regalaron en San José de la Montaña.
Dino grabó un CD con la nueva banda -que se llamaba La Dolores y se disolvió enseguida, para variar- y lo presentó en la Sala Zitarrosa. Ahora andaba por el cuarto matrimonio y el cuarto hijo: Santiago. Y vivía con la filosofía de rocker de siempre. De rocker de verdad, quiero decir: digno de su pobreza y sin hambre de gloria.
Y un par de años después le diseñé la producción de un CD a un muchacho de mi taller y se me ocurrió que Dino podía cantar extraordinariamente una milonga country y él aceptó enseguida y pasamos un inolvidable domingo en Dolores, porque empecé a tomar vino a las once de la mañana y terminé a las nueve de la noche y volví en cuatro patas y aquello confirmó que me había vuelto un alcohólico compulsivo en el mejor momento de mi vida, aunque aquella caída la tomé apenas como un accidente.
Pero se llama abandonarse a un Satanás disfrazado de niño feliz que no soporta que vayas llegando a la estrella de cinco puntas y te emborracha para que sientas que lo mejor sería no haber nacido, macho.
Y a los países y a los hombres les pasa lo mismo. Y tenemos que curarnos. La vida está bien hecha.
A Gastón Ciarlo lo abandonaron los padres cuando tenía pocos meses y crió solo al hijo mayor porque la muchacha de botas blancas que yo veía en la radio Ariel también lo abandonó y ya entre la grabación de Vientos del sur en el 75 y Tablas en el 78 había mandado todo al carajo y lo sacaron del water entre algunos amigos del canto popular de los que son amigos sin toma y daca.
Y no podía ser casualidad que la única canción integralmente luminosa que yo le conocía fuera el Manifiesto de Víctor Jara versionado en Milonga:
Yo no canto por cantar / ni por tener buena voz / canto porque la guitarra / tiene sentido y razón / tiene corazón de tierra / y alas de palomita / es como el agua bendita / santigua glorias y penas. / Ahí se encajó mi canto / como dijera Violeta / guitarra trabajadora / con olor a primavera. / Que no es guitarra de ricos / ni cosa que se parezca / mi canto es de los andamios / para subir las estrellas / que el canto tiene sentido / cuando palpita en las venas / del que morirá cantando / las verdades verdaderas / no las lisonjas fugaces / ni las famas extranjeras / sino el canto de una lonja / hasta el fondo de la tierra. / Ahí donde le llega todo / y donde todo comienza / canto que ha sido valiente / siempre será canción nueva.
Digna del Hombre Nuevo.
CUATRO: EL SOLDADO
En 2007 elMontevideano / Laboratorio de Artes terminó de rodar el largometraje de ficción Jesús de Punta del Este, una producción completamente nacional dirigida por Álvaro Moure Clouzet y basada en una novela homónima que publiqué en 1995 y co-guioné con el cantautor y actor Willy Wood.
Hubo poco presupuesto en danza pero mucho trabajo enamorado y una absoluta fe en dejar llegar ideas y situaciones providenciales y enriquecedoras, al margen de los peligrosísimos plazos y criterios tipo que logran que hasta Scorsese termine internado porque lleva dos semanas de atraso con el schedule.
Allá ellos, Señor.
Y aunque ya hace años que mandé a cagar a mi Satanás dionisíaco, un domingo a mediodía me sentí literalmente borracho con la posibilidad de que Dino apareciera tocando junto con Leonardo Regusci -el personaje de Jesús de Punta del Este- en la plaza de la Torre del Vigía y arreglé todo por teléfono en cinco minutos y pumba: otro viaje a Dolores.
Y encontré un Gastón Ciarlo feliz.
En Arma de doble filo, una de las grandes canciones de la época de los Moonlight, el muchacho-hombre congénitamente amargo parecía haber proferido para siempre:
Arma de doble filo la soledad / cabalgando cabalgando
En cada madrugada que se te va / escapando escapando
Es aquel dedo frío que siempre está / arañando arañando
Es la vieja mentira que asomó / recordando recordando.
Mal compañero de viaje la soledad.
Me atrapa cuando estoy para milonguear / tarareando tarareando
No suelta hasta que me hace llorar / emborracha susurrando
Y mientras beso el pecho de una mujer / o la abrigo descansando
Espera porque sabe que volveré / a su lado rezongando.
Mal compañero de viaje la soledad.
Y esta vez, sin embargo, al lado de su cuarta esposa y de su cuarto hijo y después de haber bancado una larguísima sequía compositiva, Dino nos asombró con unos temas nuevos llenos de arcoiris y agradecimiento por su vida de rocker cojonudo que le hacían resplandecer por primera vez en más de sesenta años la preciosa soledad del que no necesita nada de nadie para construir su tesoro y darle todo a todos.
Para el rodaje le pudimos pagar nada más que el transporte pero Gastón Ciarlo apareció más afirmado que nunca en su esqueleto de soldado de la belleza, y el 21 de julio cantaron con Willy en el anfiteatro de la ex-Plaza del Recreo: los separaba medio siglo de edad y los juntaban dos siglos de torres con invencibles panoramas celestes.
Y cuando este verano Nelson Caula escarbó agudamente durante una entrevista que nos hizo en CX 38, ¿Pero hubo algún motivo especial para que se juntaran la Torre del Vigía y el quilombo de Naná en la película, por ejemplo? le contestamos lo mismo que a un periodista del Canal 7 el mediodía que rodamos los primeros exteriores: Porque Punta del Este representa el falso vuelo de Jerusalén, y porque la Torre del Vigía, en cambio, es un falo construido para defender esta tierra. Cuando los ingleses tomaron Maldonado los fernandinos pelearon parapetados en la catedral a medio terminar. Y, con todo respeto, tanto Casapueblo como el Conrad no significan para nosotros más que una especie de pastelería de postal. Y lo que necesitamos es reforzar nuestro perfil iconográfico con belleza uruguaya digna de la Purificación. En todos los niveles. Al establishment le encanta lustrar un Oscar acorde con la culturita del paño tibio, por ejemplo, pero el ganador del Cervantes prefirió morir lejos de la mediocridad oficial. Y el Negro Jefe se hubiera tomado muchos tintos lija con Leonardo en el quilombo de Naná.
Y la misma noche del 21 de julio estrenamos el making-off de Jesús de Punta del Este en el Primer Encuentro Nacional de Cine pero Dino volvió temprano porque tenía que traquetear seis horas de ómnibus y además le importaba un pito posar con el elenco en un salón del Conrad.
Él acababa de filmar la canción que contiene uno de los mejores estribillos que se han escrito nunca -Morir sobre un escenario / estando rodeado de amigos / lograr que lleves en los labios / el último de mis suspiros / mi vida / mi alma- y era lo que importaba.
¿Les molesta este amor?
La vida está bien hecha.
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