Cae una terrible lluvia hoy
pareciera que tengo el corazón enterrado en el camino hasta el frente
y me goteara el peso de los pasos para abrir la puerta
La luz hoy
se parece a un golpe encaprichadamente amarillento
y se me deshacen los ojos pensando en ella
histérica búsqueda
desde que yo no duermo más en mí
¿Cuántas mujeres soy capaz de ser?
de frente
parezco una
florecidamente herrumbrada
mientras por mis senos se chorrean los ríos violetas de la muerte
de costado
se abultan mis vientos en la cintura y debajo del ombligo
se multiplican los orgasmos bendecidos en tristes pozos y arrugas
por atrás
soy la otra mujer caída que ya no sabe su nombre
la que no llora más
¿Cuántas mujeres soy capaz de reconocer en mí?
tal vez una
y sólo a veces
cuando llega la noche para gritarme que sangré demasiado
y amanezco fértilmente otra vez
¿Cuántas mujeres soy capaz de cargar?
todas las que quepan en mi sexo
incluso las muertas placenteramente
las violadas en estoicas hazañas caseras
otras enterradas como vírgenes renegridas
otras blancas como fuentes de exiliado amor
por excitaciones pasajeras
¿Cuántas mujeres soy capaz de inventar?
miles
que se amontonen apretándose las caderas
muslo contra muslo
seno contra seno
y sexo contra sexo
que vengan
si ellas saben cómo crearme
atardecerme de luz en mi cuarto
envejecerme los recuerdos entre sábanas sin nombre
ellas
las que saben mentir
¿cuántas mujeres soy capaz de buscar en mí?
las que necesite día por día sin duda
para que mis papeles no se hundan en el equívoco fuego
eterna búsqueda nacida de paraísos derrotados
de toda la vida de todos los tiempos sin nombres
ni caras
ni sexos identificables
¿cuántas mujeres seré capaz de encontrar en mí?
todas las que escapan de sus demonios
y se duermen de repente sin saber dónde les pertenece acostarse
sin saber dónde vaciar sus venenos
como borracheras capturadas en frenético baile de almas
¿cuántas mujeres se morirán en mí?
las que no le temen a los reyes ni a los héroes
las que renuncian sin lamentarse a su herencia titánica
de las que me desvisto en las noches
o aquellas que aceptaron cargar con la cruz que me toque
y se alejan montadas en el falo de luz
para brillar salvajemente.
pareciera que tengo el corazón enterrado en el camino hasta el frente
y me goteara el peso de los pasos para abrir la puerta
La luz hoy
se parece a un golpe encaprichadamente amarillento
y se me deshacen los ojos pensando en ella
histérica búsqueda
desde que yo no duermo más en mí
¿Cuántas mujeres soy capaz de ser?
de frente
parezco una
florecidamente herrumbrada
mientras por mis senos se chorrean los ríos violetas de la muerte
de costado
se abultan mis vientos en la cintura y debajo del ombligo
se multiplican los orgasmos bendecidos en tristes pozos y arrugas
por atrás
soy la otra mujer caída que ya no sabe su nombre
la que no llora más
¿Cuántas mujeres soy capaz de reconocer en mí?
tal vez una
y sólo a veces
cuando llega la noche para gritarme que sangré demasiado
y amanezco fértilmente otra vez
¿Cuántas mujeres soy capaz de cargar?
todas las que quepan en mi sexo
incluso las muertas placenteramente
las violadas en estoicas hazañas caseras
otras enterradas como vírgenes renegridas
otras blancas como fuentes de exiliado amor
por excitaciones pasajeras
¿Cuántas mujeres soy capaz de inventar?
miles
que se amontonen apretándose las caderas
muslo contra muslo
seno contra seno
y sexo contra sexo
que vengan
si ellas saben cómo crearme
atardecerme de luz en mi cuarto
envejecerme los recuerdos entre sábanas sin nombre
ellas
las que saben mentir
¿cuántas mujeres soy capaz de buscar en mí?
las que necesite día por día sin duda
para que mis papeles no se hundan en el equívoco fuego
eterna búsqueda nacida de paraísos derrotados
de toda la vida de todos los tiempos sin nombres
ni caras
ni sexos identificables
¿cuántas mujeres seré capaz de encontrar en mí?
todas las que escapan de sus demonios
y se duermen de repente sin saber dónde les pertenece acostarse
sin saber dónde vaciar sus venenos
como borracheras capturadas en frenético baile de almas
¿cuántas mujeres se morirán en mí?
las que no le temen a los reyes ni a los héroes
las que renuncian sin lamentarse a su herencia titánica
de las que me desvisto en las noches
o aquellas que aceptaron cargar con la cruz que me toque
y se alejan montadas en el falo de luz
para brillar salvajemente.
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