TRES: PREGUNTITAS SOBRE ARTIGAS
¿Y qué pasa con la religación del héroe en nuestro presente histórico?
Habría que ver el arquetipo en dos planos: a nivel individual y a nivel colectivo. Es evidente que el niño empieza teniendo una relación muy dependiente con su madre, después con su madre y su padre, y cuando llega a la adolescencia necesita desprenderse de ellos y tener sus emprendimientos propios. Se lleva el mundo por delante, como decimos habitualmente.
Y a los pueblos les pasa lo mismo.
Más o menos lo mismo. Primero son dependientes, son colonias, y en cierto modo se quieren independizar. Ahí todo el mundo está prendido con el arquetipo del héroe. Y por eso se logra lo que se logra. Y los que no activan su arquetipo del héroe no logran nada. Se quedan sin independencia.
Aquí me parece inevitable confrontar las diferentes y contradictorias valoraciones que ha recibido Artigas, el fundador mítico y oficial de nuestra heroicidad identitaria. En los últimos tiempos ha tomado incremento incluso una corriente historicista que lo considera un mito vacío (inventado o por lo menos inflacionado), pero no hay que olvidarse que a principios del siglo XX el establishment cultural del consolidado Uruguay positivista lo desfiguró a tal punto que nosotros en la escuela cantábamos un himno (que todavía se canta) que dice que Artigas es para la patria un dios.
¿Estás seguro de eso?
Ni que hablar. Vos también lo tenés que haber cantado.
A la flauta: se les fue la mano. Pero esas cosas muchas veces pasan inadvertidas.
Pero reconozcamos que muchas veces lo que pasa inadvertido se transforma en el más peligroso de los ocultamientos o engaños. Mi hijo preguntó en sexto año de liceo si Artigas había sido religioso y el profesor le contestó que sobre eso todavía existían dudas. ¿Cuántos uruguayos saben que Artigas era devoto de la Virgen del Carmen y que en el pueblito paraguayo donde terminó viviendo dirigía la oración de la tarde? Vale decir: que era un hombre religado, ajeno al techo materialista de la modernidad.
Para contestar eso habría que revisar las estadísticas. O mandarlas a hacer. Pero no olvidemos que, como decíamos hoy, en la mente de cada uruguayo puede haber todavía muchos reconocimientos inconfesados en público. La gente no siempre cuenta lo que piensa. Pero piensa. Y cree. Y es evidente que más allá de las controversias teóricas que puedan surgir entre los historiadores, la heroicidad de Artigas como la de Leandro Gómez o la de otras figuras claves de nuestra historia pasada y presente, ya resulta a esta altura muy poco discutible.
Lo cierto es que tanto el proyecto social-demócrata impulsado visionariamente por Batlle y Ordóñez como el utopismo sesentista (que nos sedujo y nos comprometió a los jóvenes y los no tan jóvenes por su reencantamiento de la heroicidad uruguaya) no concretaron esa decisiva búsqueda de un Hombre Nuevo emergido del reino interior. Y terminamos anquilosando los empujes del alma con chalecos sociologistas.
Me parece que acá empezamos a complicarnos un poco, porque una cosa es seguir los arquetipos a nivel de fuerzas primarias y otra mezclarnos con la política y las opiniones que cada uno tiene sobre ella. El Uruguay siempre tuvo una historia muy compleja y preferiría que no nos desplazáramos del centro de la conversación.
De acuerdo. De todas maneras, pienso que se pueden valorar las sucesiones o superposiciones de los proyectos utópicos sin caer en lo político partidario, pero podemos encarar primero el tema de la constelación del héroe a nivel individual.
Tilo
El gomero que reinaba frente a los apartamentos fue talado de raíz porque nos deshacía la vereda y esa noche tuve la sensación de que acabábamos de enterrar por segunda vez a mi padre. Después plantaron un tilito y hace años que lo riego mucho más con los ojos que con los puntuales baldazos nocturnos. Ya mide el doble que cualquier mortal y calla y resplandece como un hermano enorme de mi corazón.
CUATRO: LAS VACAS NO ERAN TAN FLACAS
Vamos a retomarlo con la siguiente definición: el héroe se constela por necesidad. No se trata de un lujo. El joven que necesita lograr su identidad debe separarse de sus padres para generar un modelo propio. Y si trasladamos esto a un país, vemos que el arquetipo del héroe también tiene posibilidad de constelarse cuando existe una necesidad desafiante, digamos. Pero si un país está protegido por cierto tipo de bienestar adormecedor -una economía circunstancialmente fuerte que te garantiza el asadito, etc.- sucederá lo mismo que sucede con el joven al que papá y mamá le dan todo y él se conforma, se queda remoloneando en la casa y no sale al mundo. Se produce un amodorramiento. Y aquí estamos dejando de lado toda consideración política.
Sin embargo no tengo más remedio que puntualizar que la hegemonía norteamericana que se consolida en la posguerra y el advenimiento de la crisis de las vacas flacas generó una reacción continental de corte heroico. Y el Hombre Nuevo propuesto por el Che Guevara fue realmente conmovedor para nuestras generaciones.
El Che Guevara hablaba del Hombre Nuevo pero no olvidemos que él vivió la necesidad de constelar el héroe en un contexto muy diferente al uruguayo. Aquí la masa seguía estando cómoda y balconeó mayoritariamente el empuje revolucionario porque el modelo del héroe era de cabeza, era importado y no le había brotado de las entrañas. Claro que siempre hay gente que ve más lejos de su propio estómago. Pero no es suficiente.
Bueno, a Torres García ya le había pasado lo mismo, aunque su propuesta fuera rotundamente apolítica.
Le pasó lo mismo porque nuestra sociedad se sentía muy cómoda con sus patrones clásicos y tampoco lo necesitaba a él. Claro, puede decirse que lo necesitaba a largo plazo, pero lo cierto es que el proyecto de Torres recibe tan poca audiencia que se ve obligado a formar una escuela basada en su magnetismo personal. Allí agrupa a alumnos muy jóvenes y les enseña la tradición del arte y les despierta los arquetipos, pero formando una especie de ghetto. Vale decir: lo que Torres logró fue nuclear y abrirle la cabeza a gente que tenía vocación de pintar, escribir, filosofar o sencillamente ver más allá. Pero no se pretenda que logró un cambio masivo de la sociedad en su momento. Sus cuadros valían dos pesos.
De todas maneras es innegable que colaboró invalorablemente a incentivar la sed del tesoro difícil de encontrar del que tanto habla Jung. ¿Cuáles serían las etapas del viaje del héroe hacia el tesoro?
El gomero que reinaba frente a los apartamentos fue talado de raíz porque nos deshacía la vereda y esa noche tuve la sensación de que acabábamos de enterrar por segunda vez a mi padre. Después plantaron un tilito y hace años que lo riego mucho más con los ojos que con los puntuales baldazos nocturnos. Ya mide el doble que cualquier mortal y calla y resplandece como un hermano enorme de mi corazón.
CUATRO: LAS VACAS NO ERAN TAN FLACAS
Vamos a retomarlo con la siguiente definición: el héroe se constela por necesidad. No se trata de un lujo. El joven que necesita lograr su identidad debe separarse de sus padres para generar un modelo propio. Y si trasladamos esto a un país, vemos que el arquetipo del héroe también tiene posibilidad de constelarse cuando existe una necesidad desafiante, digamos. Pero si un país está protegido por cierto tipo de bienestar adormecedor -una economía circunstancialmente fuerte que te garantiza el asadito, etc.- sucederá lo mismo que sucede con el joven al que papá y mamá le dan todo y él se conforma, se queda remoloneando en la casa y no sale al mundo. Se produce un amodorramiento. Y aquí estamos dejando de lado toda consideración política.
Sin embargo no tengo más remedio que puntualizar que la hegemonía norteamericana que se consolida en la posguerra y el advenimiento de la crisis de las vacas flacas generó una reacción continental de corte heroico. Y el Hombre Nuevo propuesto por el Che Guevara fue realmente conmovedor para nuestras generaciones.
El Che Guevara hablaba del Hombre Nuevo pero no olvidemos que él vivió la necesidad de constelar el héroe en un contexto muy diferente al uruguayo. Aquí la masa seguía estando cómoda y balconeó mayoritariamente el empuje revolucionario porque el modelo del héroe era de cabeza, era importado y no le había brotado de las entrañas. Claro que siempre hay gente que ve más lejos de su propio estómago. Pero no es suficiente.
Bueno, a Torres García ya le había pasado lo mismo, aunque su propuesta fuera rotundamente apolítica.
Le pasó lo mismo porque nuestra sociedad se sentía muy cómoda con sus patrones clásicos y tampoco lo necesitaba a él. Claro, puede decirse que lo necesitaba a largo plazo, pero lo cierto es que el proyecto de Torres recibe tan poca audiencia que se ve obligado a formar una escuela basada en su magnetismo personal. Allí agrupa a alumnos muy jóvenes y les enseña la tradición del arte y les despierta los arquetipos, pero formando una especie de ghetto. Vale decir: lo que Torres logró fue nuclear y abrirle la cabeza a gente que tenía vocación de pintar, escribir, filosofar o sencillamente ver más allá. Pero no se pretenda que logró un cambio masivo de la sociedad en su momento. Sus cuadros valían dos pesos.
De todas maneras es innegable que colaboró invalorablemente a incentivar la sed del tesoro difícil de encontrar del que tanto habla Jung. ¿Cuáles serían las etapas del viaje del héroe hacia el tesoro?
Jardinero
El jardinero jubilado de los bloques de enfrente tiene más de ochenta años y se da dos vueltas diarias a la manzana fumando un cigarrito armado. Nació en España y peleó en la guerra civil: estuvo en un campo de concentración francés y después de radicarse en el Uruguay se partió la cabeza mientras podaba un eucalipto. Tiene dos hijos, cuatro nietos y una mujer porfiadamente alegre. Es analfabeto. Dice que sigue sintiéndose comunista porque en el pueblo está la voz de Dios.
(continúa el próximo sábado)
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