A Adriana Rodríguez, Andrea Moreira
y a las lobas que lastimosamente profanamos
sin alimentarles el aire
A las libertades hay que reconquistarlas
cada veinte años (a veces parece que
hay que conquistarlas cada cinco minutos).
Clarissa Pinkola Estés
y a las lobas que lastimosamente profanamos
sin alimentarles el aire
A las libertades hay que reconquistarlas
cada veinte años (a veces parece que
hay que conquistarlas cada cinco minutos).
Clarissa Pinkola Estés
I
En el velo de la loba
de esas lobas sedientas de troncos
de hierbas
veo la miel chorreándoles la calma
Atormentadas por las células
que amadas en los verdes
y empujándolas al alba
no despiertan
Sus dientes arden el herrumbre
en generaciones de jaulas carnívoras
pieles y sedosas mentiras
machos inyectados de niebla
y ovarios sordos a la médula de la tierra
Hay tormentas batiendo el foso
epitafios quemando azufre
olor a noche en escaleras amargas
cayendo
La vieja cuelga de los pastos
y no hay vida en el grito de las aguas
si la hostia
sólo oscurece entre las sábanas
Tanto desierto en arterias gastadas
El mito de la carne baila en platos ilustres
el barro excita la sangre y el aullido
tiembla el cebo antiguo
el silencio escurre la infancia de los tiempos
y la niebla rueda entre los alambres
II
Las glicinas de plata se acarician
la luna escarba entre las acacias
su hormiga azul recién parida
y la cruz más allá de la cruz
Ya no hay piel marchitando el alma
y en altares de fiebre
bajan los restos de inyecciones violetas
En equilibrio el mar sepulta al circo
Y no habrá pez bajo el frío de los hombres
con los codos llorados de tierra
con el germen cayéndole los ojos
como aquel ser
no renacido
En el velo de la loba
de esas lobas sedientas de troncos
de hierbas
veo la miel chorreándoles la calma
Atormentadas por las células
que amadas en los verdes
y empujándolas al alba
no despiertan
Sus dientes arden el herrumbre
en generaciones de jaulas carnívoras
pieles y sedosas mentiras
machos inyectados de niebla
y ovarios sordos a la médula de la tierra
Hay tormentas batiendo el foso
epitafios quemando azufre
olor a noche en escaleras amargas
cayendo
La vieja cuelga de los pastos
y no hay vida en el grito de las aguas
si la hostia
sólo oscurece entre las sábanas
Tanto desierto en arterias gastadas
El mito de la carne baila en platos ilustres
el barro excita la sangre y el aullido
tiembla el cebo antiguo
el silencio escurre la infancia de los tiempos
y la niebla rueda entre los alambres
II
Las glicinas de plata se acarician
la luna escarba entre las acacias
su hormiga azul recién parida
y la cruz más allá de la cruz
Ya no hay piel marchitando el alma
y en altares de fiebre
bajan los restos de inyecciones violetas
En equilibrio el mar sepulta al circo
Y no habrá pez bajo el frío de los hombres
con los codos llorados de tierra
con el germen cayéndole los ojos
como aquel ser
no renacido
1 comentario:
Mi querido Pablo, te escribe una loba que desparramó lágrimas a medida que iba leyendo las líneas de tu último poema. Pocas palabras puedo mandarte a través de este medio en el cual no soy nada buena, simplemente decirte que me estremece leerte y que al terminar tengo una hermosa sensación de luminosidad y paz.
Un abrazo muy grande y que Dios continúe bendiciéndote.
Andrea
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