Amanece. Otro día dócilmente se retuerce de mi cama. Todas mis cosas sudan su noche negra en una sola caricia. Los muebles soportan las sombras y los abrazos. Los pisos de mi casa bostezan rastros de pasos y camas deshechas. En la cocina, miles de moscas se aparean contra los restos de comida. Las caras casi olvidadas, se ahogan en pesadas cucharas llenas de sopa. Me hamaco por cada puerta buscando la luz de los rincones: he plantado corazones en la tierra del patio y sangro a escondidas el dolor de sus almas. Los pájaros no me hablan como antes, pero el olor de las plumas me llega desde el fondo.
Hoy y ya, tan pronto, es de mañana otra vez. Mis manos son dos platos azules: gruesos, redondos, herméticos, ováricos, tristemente sencillos. He acariciado demasiado para llenarlos, para devolverlos, para convencerlos de que mis lágrimas no se agotan en una sola comida.
Después vendrá la tarde, a revolcarse en su blancura atrás de la puerta de mi cuarto: escaleras que me arrastran a la quietud de los huesos.
Entonces llegará la noche otra vez, y otra vez, y otra vez. El hijo mayor que se apoya despacio en mi pecho no es hoy mi hijo, sino la flaca cara de mi madre muerta que ha venido a cenar.
Se suceden así mis miradas envejecidas, mi oración de esposa, mi carne caída, mis abrazos de perra herida, mis ladridos lejanos, todos mis días.
Hoy y ya, tan pronto, es de mañana otra vez. Mis manos son dos platos azules: gruesos, redondos, herméticos, ováricos, tristemente sencillos. He acariciado demasiado para llenarlos, para devolverlos, para convencerlos de que mis lágrimas no se agotan en una sola comida.
Después vendrá la tarde, a revolcarse en su blancura atrás de la puerta de mi cuarto: escaleras que me arrastran a la quietud de los huesos.
Entonces llegará la noche otra vez, y otra vez, y otra vez. El hijo mayor que se apoya despacio en mi pecho no es hoy mi hijo, sino la flaca cara de mi madre muerta que ha venido a cenar.
Se suceden así mis miradas envejecidas, mi oración de esposa, mi carne caída, mis abrazos de perra herida, mis ladridos lejanos, todos mis días.
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