Entonces esposo: paso desnuda. Simple, amada y lunática me levanto frente a tus ojos. Me avergüenzan a veces los pliegues que nos desvisten: belleza traspasada por tu látigo incansable. Tú ya me viste, me examinaste, me exiliaste del vientre al cielo y me retorciste en los infiernos. Y sin embargo me amas. Yo, soy la que tomo de las gotas de tus pelos, la que mastica tu tabaco, soy la que me ahogo entre el espacio de tus dientes y estiro la garganta para caer en vos. Soy la misma que besa tus rodillas mientras me hablas: tu pecho es hoy el que se parte. Todas las cosas que soportamos ayer, hoy se enmudecen. Lentamente abandonamos las caras vestidas de luz en una época. Caras que se confiesan en el recuerdo y entre humedades desaparecen. Más lentamente se deshacen esos días con tu palabra. ¿Abrazarás siempre mi aliento de loba?. No espero ya que sostengas mis papeles, sino que mi amor te traspase la frente. No espero que entiendas el otro lado de mi espalda, sino que mi belleza te asesine: polvo de alguna noche oscura que a veces entra en nuestra cama. Eternas espinas de mis piernas que te hunden en su abrazo.
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