jueves

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (36)

 FORMAS FIGURADAS (4)

 

La alegoría

 

En literatura, se dice que hay alegoría cuando se plantea una realidad en términos y lenguaje que corresponden a otra, con cierta extensión y pormenor y de tal modo que lo descrito, contado, representado, sea paralelo en cada detalle a lo que está aludiendo. A veces se le define como una metáfora desarrollada o como una sucesión de metáforas ligadas. No hay que confundirla con la parábola o el símbolo, ambos más interesantes por muchos conceptos. Tal vez no sea una forma demasiado bella o estimada; no ha dado muchos frutos admirables en la literatura, y tampoco en el tango. La mencionamos porque los letristas insisten en rondarla.

 

En realidad, es posible que ninguna letra de tango llene cabalmente las exigencias de la alegoría, que ninguna guarde desde el comienzo hasta el fin su ficción. Pero de muchas se puede afirmar que tienen una intención alegórica, porque sostienen en toda su extensión una misma metáfora o porque, distrayéndose del estribillo, la retoman en la tercera estrofa, de modo que cubre una gran parte de la pieza; a lo largo de ella se mantiene, además, el lenguaje alegórico elegido, que puede ser militar, como en Chinita; futbolístico, como en Mi primer gol; turfístico, como en Canchero o en Sos de Chiclana:

 

Cuando desfiles

allá por Longchamps

la muchachada

de aquí dirá el ver

tu linda estampa:

-Milonga pur sang

Stud Chiclana,

no hay nada que hacer.

Y tu galope triunfal

Dejará el tendal

allá como acá.

 

Más parcialmente, en Farolito de papel, Buey manso, Juventud, Disfrazao, Pan comido, La mariposa.

 

Tal vez entre los ejemplos mejores y más completos se cuentan dos piezas de Fernán Silva Valdés: la milonga En blanco y negro y el tango Clavel del aire. En la primera describe durante las tres primeras estrofas la tropilla que tuvo un día para sólo en la cuarta denunciar la relación con el verdadero sujeto: en Clavel del aire, por el contrario, la relación se establece desde los primeros versos y se mantiene hasta el último:

 

Como el clavel del aire

así era ella,

igual que la flor,

prendida a mi corazón,

oh, cuánto lloré,

porque me dejó.

Como el clavel del aire,

así era ella,

igual que la flor.

 

En esta región

igual que un ombú,

solito y sin flor

así era yo.

Y presa del dolor

los años viví

igual que un ombú

en esta región.

 

Y mi ramazón

secándose iba

cuando ella una tarde

mi sombra buscó.

Un ave cantó

en mi corazón

y el árbol sin flores

tuvo su flor

 

Mas un feliz viajero,

viajero maldito,

el pago cruzó;

en brazos de él se me fue

y yo me quedé

de nuevo sin flor.

El que cruzó fue el viento,

el viento pampero

que se la llevó.

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