jueves

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (25)

 PLANTEO DEL ASUNTO (10)

 

El apóstrofe (1)


El apóstrofe es otro de los recursos preferidos del tango. Al recurrir al , al dirigirse a otro, el apóstrofe consigue un efecto dramático que ya distinguimos del de aquellos casos en que uno de los actores de una situación dramática dice su parte. En el apóstrofe estamos fuera del diálogo. Se dice a alguien algo que no es respuesta, que no espera contestación y que, sin embargo, está dirigido expresamente, con un requerimiento y una intensidad especiales a ese interlocutor que puede ser o no humano o animado o singular; es un objeto, un barrio, un animal, aunque más a menudo otra persona: la madre, la mujer, el rival, el amigo. Puede acercarse al retrato e incluso confundirse con él, especialmente en aquellos casos en que para enrostrar al sujeto sus fallas o defectos, los enumera, modelando así su figura.

 

Los tonos y las actitudes del apóstrofe son diversos y dan lugar a formas literarias también diversas. Son varias las que usa el tango; sólo veremos por separado las más transitadas.

 

a) La acusación, el reproche. En este terreno se dan letras serias, doloridas, angustiadas. Alcanzaría con citar Tormenta, de Enrique Santos Discépolo, letra absolutamente inusitada en una canción popular, cercana a algún Salmo por su tono patético, su sentimiento de desamparo, por su rebelión ante lo incomprensible de los designios divinos, ante la falta de normas y de justicia:

 

Aullando entre relámpagos

perdido en las tinieblas

de mi noche interminable,

Dios,

busco tu nombre.

No quiero que tu rayo

me enceguezca en su fulgor

porque preciso luz

para seguir.

Lo que aprendí de tu mano

no me da para vivir;

yo siento

que mi fe se tambalea,

que la gente mala vive,

Dios,

mejor que yo.

 

Si la vida es el infierno

y el honrao vive entre lágrimas

cuál es el bien

del que vive en nombre tuyo

limpio, puro, para qué.

Si la infamia da el sendero

y el amor mata en tu nombre,

Dios,

lo que has besao,

si el seguirte es dar ventajas

y el amarte, sucumbir

al mal.

 

En terreno más simplemente humano, la protesta más asidua es la del amor despechado, la del enamorado atado todavía a quien lo desdeña o a quien lo desprecia. En Secreto:

 

Quién sos,

que no puedo salvarme,

muñeca maldita,

castigo de Dios.

 

Se echa en cara su abandono a la mujer por quien se hizo cualquier cosa, como en Llegué a ladrón por amarte, en Te odio; se reprocha la traición del tango que dejó el suburbio, en Reproche; la del amigo infiel, en Yo no sé llorar:

 

Habiendo por ahí

tantas mujeres, vos venís

a arrebatarme

la que Dios me dio

para que alegre mi vivir

amargo y triste,

habiendo por ahí

tantas que buscan un amor

sincero y fiel

pusiste tus ojos

en la que vos nunca

debiste tus ojos poner.

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