lunes

HACIA UN TEATRO POBRE (13) - JERZY GROTOWSKI

  

 

EL NUEVO TESTAMENTO DEL TEATRO (*)

 

EUGENIO BARBA Y JERZY GROTOWSKI (6)

  

¿Qué significa, en la práctica, trabajar con el actor “santificado”? (2)

 

El factor decisivo en este proceso es la técnica que el actor tenga de la penetración psíquica. Debe aprender a utilizar su papel como si fuera un bisturí de cirujano, para disecarse. No es una cuestión de retratarse bajo ciertas circunstancias dadas, o de “vivir” una parte; tampoco presupone ese tipo de actuación, de distanciamiento que el teatro épico ha preconizado y que se basa en un cálculo frío. Lo importante es utilizar el papel como un trampolín, como un instrumento mediante el cual estudiar lo que está escondido detrás de nuestra máscara cotidiana -el meollo más íntimo de nuestra personalidad-, a finde sacrificarlo, de exponerlo.

 

Se cae en un exceso no sólo para el actor sino también para el auditorio. El espectador entiende, consciente e inconscientemente, que tal acto es una invitación que se le dirige para hacer lo mismo, con lo que a menudo se engendra la oposición o la indignación, porque en nuestros esfuerzos diarios tratamos de ocultar nuestra verdad íntima, no sólo ante los ojos del mundo sino ante nosotros mismos. Tratamos de huir de nuestra verdad en tanto que aquí se nos invita a detenernos y a dirigir una mirada más profunda. Surge el miedo de ser transformados en columnas de sal si miramos hacia atrás, como la esposa de Lot.

 

La realización de este acto al que nos estamos refiriendo -autopenetración, exposición- exige una movilización de todas las fuerzas físicas y espirituales del actor que está en un estado de disponibilidad ociosa, de disposición pasiva, con lo que se logra un alto grado de actuación activa.

 

Es necesario acudir a un lenguaje metafórico para decidir que el factor decisivo en este proceso es la humildad, una predisposición espiritual: no hacer algo, sino refrenarse de hacer algo; de otra manera el exceso se volvería imprudencia en lugar de sacrificio: el actor debe actuar en estado de trance.

 

Trance, tal y como lo entiendo, es la habilidad de concentrarse en una forma teatral particular que puede ser obtenida mediante un mínimo de buena voluntad.

 

Si intentara expresar lo anterior con una sola frase diría que en última instancia se trata de una entrega total. Uno debe ofrecerse totalmente, con la más profunda intimidad, con confianza, como cuando uno se entrega en amor. Aquí está la clave. Autopenetración, trance, exceso, la disciplina formal en sí misma: todo esto puede realizarse siempre que uno quiera entregarse totalmente, humildemente, sin defensa. Este acto culmina en un clímax: produce alivio. Ninguno de los ejercicios en los distintos campos del entrenamiento del actor debe convertirse en un ejercicio para lograr habilidad. Se ha de desarrollar un sistema de signos que conduzcan al proceso indescriptible e inasible de la autoentrega.

 

Puede parecer raro y traer a la mente cierta forma de “charlatanería”. Si queremos apegarnos a fórmulas científicas, podemos decir que es un uso particular de la sugestión, que conduce a una realización ideoplástica. Personalmente debo admitir que no nos importa utilizar estas fórmulas de “charlatanería”. Cualquier cosa que tenga sentido poco usual o mágico estimula la imaginación tanto del actor como del productor. Creo que debe desarrollarse una anatomía del actor; por ejemplo, encontrar los diversos centros de concentración del cuerpo para lograr diferentes formas de actuación, buscando aquellas áreas corporales que en el actor sirven a menudo de fuentes de energía. La región lumbar, el abdomen y el área que rodea el plexo solar funcionan constantemente como fuente de energía.

 

En este proceso es esencial la elaboración de una guía que frene a la forma, es decir, crear la artificialidad. El actor que logra un acto de autopenetración va por un camino que se determina a través de reflejos variados de sonido y de gestos que funcionan como una especie de invitación para el espectador. La sensibilidad está conectada siempre con ciertas contradicciones y discrepancias. La autopenetración indisciplinada no es liberación, es una especie de caos biológico.

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