viernes

HACIA UN TEATRO POBRE (12) - JERZY GROTOWSKI

  

 EUGENIO BARBA Y JERZY GROTOWSKI (5)

  

¿Qué significa, en la práctica, trabajar con el actor “santificado”? (1)

 

Existe un mito que pretende que un actor que posea una experiencia considerable puede construir lo que podemos llamar su propio “arsenal”: una acción de métodos, artificios y trampas. De este artesanal puede obtener cierto de combinaciones para cada papel y lograr la expresividad necesaria para fascinar a su público. Este “arsenal” o almacén puede no ser más que una colección de clisés, y en ese caso su método lo coloca en la categoría de “actor cortesano”.

 

La diferencia entre “el actor cortesano” y el “actor santificado” es la misma que existe entre la habilidad de una cortesana y la actitud de dar y recibir que surge del verdadero amor: en otras palabras, el autosacrificio. En el segundo caso, el elemento esencial es ser capaz de eliminar cualquier elemento de disturbio, de tal manera que se pueda trascender cualquier límite concebible. En el primer caso de trata de una cuestión de resistencia del cuerpo; en el otro se plantea más bien su no existencia. La técnica del “actor santificado” es una técnica inductiva (es decir, una técnica de eliminación), mientras que la técnica del “actor cortesano” es una técnica deductiva (es decir, una acumulación de actividades).

 

El actor que trata de llegar a un estado de autopenetración, el actor que se revela a sí mismo, que sacrifica la parte más íntima de su ser, la más penosa, aquella que no debe ser exhibida a los ojos del mundo, debe ser capaz de manifestar su más mínimo impulso. Debe ser capaz también de expresar, mediante el sonido y el movimiento, aquellos impulsos que habitan la frontera que existe entre el sueño y la realidad. En suma debe poder construir su propio lenguaje psicoanalítico de sonidos y gestos de la misma manera en que un gran poeta crea su lenguaje de palabras.

 

Si por ejemplo tomamos en consideración el problema del sonido, advertimos que la plasticidad del aparato vocal y respiratorio del actor debe estar infinitamente más desarrollada que la del hombre común de la calle. Es más, ese aparato debe poder producir reflejos se sonido instantáneos sin que el pensamiento intervenga en absoluto, porque se perdería toda espontaneidad.

 

El actor ha de descifrar todos los problemas de su cuerpo que le sean accesibles. Tiene que dirigir el aire a esas partes del cuerpo donde el sonido surge y se amplifica por una especie de resonador. El actor común y corriente sólo conoce el resonador de la cabeza, es decir, usa su cabeza como resonador para amplificar su voz haciendo que esta suene más “noble”, más agradable al público. Por casualidad, puede a veces hacer uso de resonador del pecho. Pero el actor que investiga muy de cerca las posibilidades de su propio organismo descubre que el uso del resonador de prácticamente ilimitado. Puede explotar no sólo la cabeza y el pecho, sino también la parte anterior de la cabeza, la nariz, los dientes, la laringe, el vientre, la espina, así como un resonador total que en realidad comprende el cuerpo entero, y muchos otros, algunos de los cuales son todavía desconocidos para nosotros. Descubre que no basta utilizar la respiración abdominal en el escenario; las fases variadas de sus acciones físicas exigen distintos tipos de respiración si quiere evitar dificultades y no encontrar resistencia en su cuerpo. Descubre que la dicción que aprendió en la escuela de drama provoca muy a menudo que la laringe se cierre. Debe adquirir la habilidad de abrir la laringe conscientemente y de asegurarse desde el exterior de que esta esté cerrada o abierta. Si no resuelve esos problemas perderá la atención por las dificultades que a menudo encuentra en el proceso de autopenetración y fallará necesariamente. Si el actor está consciente de su cuerpo no puede penetrar en y revelarse a sí mismo. El cuerpo debe liberarse de toda resistencia; debe cesar virtualmente de existir. Por lo que respecta a su voz y a su respiración no basta con que el actor aprenda a usar algunos resonadores, a abrir su laringe o a seleccionar un cierto tipo de aspiración, ha de aprender a realizar todos esto inconscientemente en las fases culminantes de actuación; para ello necesita una nueva serie de ejercicios; cuando está trabajando en su papel debe aprender a no pensar en añadir elementos técnicos (resonadores, etc.), sino que debe tratar de eliminar los obstáculos concretos contra los que lucha (por ejemplo, resistencia en la voz.

 

Esto no es un mero bizantinismo; es la diferencia la que decide el grado de éxito. Significa que el actor nunca poseerá una técnica permanentemente “cerrada”, porque a cada paso de su autoescrutinio, a cada desafío, a cada exceso, a cada ruptura de barreras escondidas corresponden técnicas nuevas en un nivel más alto. Debe aprender a vencerlas también con la ayuda de ciertos ejercicios básicos. En ellos se incluye todo: el movimiento, la plasticidad del cuerpo, la gesticulación, la construcción de máscaras mediante la musculatura facial y, de hecho, cada aspecto del cuerpo del actor será estudiado.

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