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Pájaro de los Pantanos se
retiró primero. Sacudió la cabeza diciendo que no podía más y lo único que
podías ver era su enorme nariz oscilando entre la humareda azul.
El próximo en darse por
vencido fue Ellis. Tenía mucho pelo en el pecho pero no en las pelotas,
evidentemente.
Después le tocó a Cara de
Perro. De golpe pegó un salto y corrió a vomitar al fregadero. Cuando Harry lo
escuchó hizo lo mismo pero en el tarro de la basura.
Los únicos que quedábamos
ahora éramos Becker, el Pestoso, el Destripador y yo.
Becker fue el próximo en
caer. Cruzó los brazos sobre la mesa, apoyó la cabeza y se quedó frito.
-La noche todavía es
joven -dije. -Yo siempre tomo hasta que sale el sol.
-¡Claro! -dijo el
Destripador. -¡Y también debés cagar en una canasta!
-Por supuesto. Una
canasta que tiene la forma de tu cabeza.
Destripador se levantó.
-¡Te voy a romper el
culo, hijo de puta!
Me tiró un golpe a través
de la mesa, pero le erró y le pegó a una botella. Lana tuvo que pasarle el
trapo al piso mojado. Harry abrió otra botella.
-Sentate, Des, o vas a
perder la apuesta -dijo.
Y sirvió otra vuelta, que
vaciamos enseguida.
Destripador se paró y tambaleó
hasta la puerta del fondo. La abrió y se quedó mirando el cielo.
-¿Qué carajo estás
haciendo, Des? -preguntó el Pestoso.
-Estoy viendo si hay luna
llena.
-¿La podés ver?
Pero no hubo respuesta, y
escuchamos cómo rodaba por los escalones hasta aterrizar sobre los arbustos.
Ahora los únicos que quedábamos
éramos el Pestoso y yo.
-Todavía no vi a nadie capaz
de voltear al Pestoso -dijo Harry.
Lana fue a acostar a Tragón
y volvió a la cocina.
-¡Jesús, hay gente caída
por todos lados!
-Serví más, Harry -dije
yo.
Harry nos llenó los vasos.
Yo sabía que no iba a ser capaz de tomármelo, así que hice lo único que podía
hacer: fingir que me iba a ser muy fácil agarrar el vaso y vaciarlo. El Pestoso
me miraba.
-Vuelvo enseguida. Tengo
que ir al cagadero. -dijo de repente.
Nos quedamos sentados
esperándolo.
-El Pestoso es un buen
tipo -dije. -No tendrían que llamarlo así. ¿Por qué le pusieron ese sobrenombre?
-No sé -contestó Harry.
-Se le ocurrió a alguien.
-¿Y el que está escondido
en el auto cuándo va a aparecer?
-Hasta mañana no creo.
Seguimos sentados
esperando.
-Mejor vamos a ver qué le
pasa -dijo Harry.
Cuando abrimos la puerta
del baño tuvimos la impresión de que el Pestoso había desparecido, pero al
final le vimos los pies sobresaliendo de la bañera. Estaba completamente desmayado.
Volvimos a la mesa.
-La plata es tuya -dijo
Harry.
-¿No querés que contribuya
con algo para comprar más whisky?
-De ninguna manera.
-¿En serio?
-Por supuesto.
Agarré la plata y me la
guardé en el bolsillo, mientras miraba el vaso del Pestoso.
-Es una lástima
desperdiciar ese trago -dije.
-¿Te lo pensás tomar en serio?
-preguntó Lana.
-¿Por qué no? Un trago
para el camino…
Y me lo zampé.
-Muy bien, muchachos.
¡Fue algo fantástico!
-Buenas noches, Hank.
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