miércoles

JOSEPH CAMPBELL - EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (138) Psicoanálisis del mito

 3 / EL HÉROE COMO GUERRERO (1)

 

El lugar del nacimiento del héroe, o la tierra remota del exilio del cual retorna para llevar a cabo sus hechos de adulto entre los hombres, es el punto central u ombligo del mundo. Así como surgen las ondas de un manantial sumergido, así las formas del universo se expanden en círculos desde su fuente.

 

“Arriba de las amplias, inmóviles profundidades; debajo de las nueve esferas y de los siete pisos del cielo, en el punto central, el Ombligo del Mundo, el lugar más tranquilo de la tierra, donde la luna no desaparece, ni el sol se pone; donde rige el eterno verano y el cuclillo canta eternamente, allí adquirió la conciencia el Joven Blanco.” Así empieza el mito de un héroe de los Yakut de Siberia. El Joven Blanco fue a averiguar dónde estaba y cómo era el lugar en que vivía. Al este se extendía un campo amplio y abandonado, en medio del cual se levantaba una enorme colina y en el centro de la colina un árbol gigantesco. La resina del árbol era transparente y de dulce olor, la corteja nunca se secaba ni se rompía, la savia brillaba como plata, las exuberantes hojas nunca se marchitaban y las flores eran como un grupo de tazas boca abajo. La copa del árbol se levantaba sobre los siete pisos del cielo, y servía como poste de amarre para el Alto Dios, Yryn-ai-tojon; mientras que las raíces penetraban en los abismos subterráneos, donde formaban los pilares de las habitaciones de las criaturas míticas propias de esa zona. El árbol sostenía conversaciones, por medio de su follaje, con los seres del cielo.

 

Cuando el Joven Blanco volvió el rostro al sur percibió en medio de una verde pradera el tranquilo Lago de Leche que ningún soplo agita; en las orillas del lago había espesos pantanos de nata. Al norte había un bosque sombrío con árboles que susurraban día y noche; y en ellos existía toda clase de bestias. Altas montañas se levantaban detrás; parecían llevar sombreros de piel de conejo blanco, se apoyaban contra el cielo y protegían el lugar central del viento norte. Un campo de arbustos bajos se extendía hacia el oeste y detrás de él estaba un bosque de abetos altos; detrás del bosque esplendía una serie de agudos y solitarios picos.

 

Así era el mundo que contempló el Joven Blanco a la luz del día. Cansado de estar solo, sin embargo, fue hacia el árbol gigante de la vida. “Honorable y Alta Señora, Madre de mi Árbol y del Lugar en que Vivo -rezó-: todo lo que vive existe en parejas y engendra descendientes, pero yo estoy solo. Quiero viajar y buscar una esposa de mi especie; quiero medir mis fuerzas en contra de mi especie; quiero conocer hombres y vivir de acuerdo con la costumbre de los hombres. No me niegues tu bendición, pues rezo humildemente. Inclino mi cabeza y doblo mi rodilla.”

 

Entonces las hojas del árbol empezaron a susurrar, y una lluvia fina, blanca como la leche, cayó desde ellas hacia el Joven Blanco. Podía sentirse un tibio aliento del viento. El árbol comenzó a gemir y de sus raíces salió hasta la cintura una figura femenina: una mujer de edad mediana, de mirada tierna, con el cabello flotante y el seno desnudo. La joven le ofreció al joven leche de su exuberante pecho, y después de tomarla, el joven sintió que su fuerza se había centuplicado. Al mismo tiempo la diosa prometió al joven toda clase de felicidades, y lo bendijo en tal forma que ni el agua, ni el fuego, ni el hierro, ni ninguna otra cosa pudieron hacerle daño. (19)

 

Desde el lugar umbilical, parte el héroe a realizar su destino. Sus hechos de adulto derraman fuerza creadora sobre el mundo.

 

Cantó el viejo Väinämöinen;

tembló el sol y calló el lago

temblaron montes de cobre,

estallaron fuertes rocas,

las piedras en dos partiéronse,

las del río se quebraron. (20)

 

La estrofa del héroe-bardo resuena con la magia del verbo poderoso; en forma similar, el filo de la espada del héroe-guerrero relampaguea con la energía de la Fuente creadora; ante ella caen los cascarones de lo degastado.

 

Notas 

(19) Uno Holmberg (Uno Harva) Der Baum des Lebens (Anales Academiae Scientiarum Fennicae, Ser B. Tom XVI, Nº 3; Helsinki, 1923), pp. 57-59; de N. Gorochov, “Yryn Uolan” (Izvestia Vostochno-Siberskago Otdela I. Russkago Geograficheskago Obshchestva, XV, pp, 43 ss.

(20) Kalevala, Canto tercero.

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