miércoles

CHARLES BUKOWSKI - JAMÓN Y CENTENO (LA SENDA DEL PERDEDOR) - 76

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Finalmente se decidió que me matricularía en la Universidad de la Ciudad de Los Angeles. No había que pagar ninguna fianza y se podían comprar libros usados en la cooperativa. A mi padre lo avergonzaba tanto que yo no trabajara, que pensó que el estudio me iba a transformar en alguien un poco más respetable. Eli LaCross (Baldy) había hecho un curso allí y me aconsejó.

 

-¿Cuál es la carrera más jodidamente fácil de aprobar? -le pregunté.

 

-El periodismo. Tiene materias muy fáciles.

 

-Bueno. Voy a ser periodista,

 

Después miré el programa universitario.

 

-¿Y qué vendría a ser eso del Día de la Orientación que nombran aquí?

 

-Uh, a esa mierda no le des pelota.

 

-Gracias por advertirme, compañero. Mejor nos vamos al bar que está que queda frente al campus y nos tomamos un par de cervezas.

 

-¡Totalmente de acuerdo!

 

-Dale.

 

Después del Día de la Orientación te tenías que anotar en las materias que te interesaban. Todo el mundo corría enloquecidamente para arriba y para abajo con papeles y cuadernos. Yo fui en tranvía. Había tomado el “W” hasta Vermont y después el “V” en dirección norte, hacia Monroe. Pero me mareaba no entender adónde iba toda aquella gente ni lo que tenía que hacer yo.

 

-Perdoname… -le pregunté a una muchacha.

 

Ella apenas dio vuelta la cabeza pero siguió caminando muy rápido. En seguida pasó un muchacho corriendo y lo frené agarrándolo del cinturón.

 

-¿Qué carajo estás haciendo? -me preguntó.

 

-Callate la boca. ¡Lo que quiero saber es qué mierda está pasando y qué es lo que tengo que hacer!

 

-Eso te lo explicaron ayer en el Día de la Orientación.

 

-Ah…

 

Lo solté y él siguió corriendo. Yo no sabía qué hacer. Me había imaginado que tenía que encontrar un sitio para anotarme en el curso de Iniciación Periodística y que allí me iban a dar una tarjeta donde figuraba mi programa de clases. No era así. Y nadie me iba a explicar nada de nada. Me sentí como si estuviera otra vez en la escuela primaria, separado del grupo que sabía más de lo que yo sabía. Me senté en un banco y que me quedé mirando a todos los que pasaban corriendo. A lo mejor podía inventar algo. Podía decirle a mis padres que iba a la Universidad de la Ciudad de Los Angeles y venir todos los días a tirarme en el pasto. Entonces se me acercó otro muchacho corriendo. Era Baldy. Lo agarré del pescuezo.

 

-¡Pará, Hnak! ¿Qué te pasa?

 

-¡Te voy a romper la jeta, pelotudo!

 

-¿Pero qué te pasa?

 

-¿Cómo mierda hago para apuntarme en la clase? ¿Qué tengo que hacer?

 

-¡Pensé que ya sabías!

 

-¿Y cómo iba a saberlo? ¿Te creés que nací con esa información adquirida, etiquetada y lista para ser consultada cuando la necesitara?

 

Y lo arrastré hasta un banco sin dejar de agarrarle el cuello de la camisa.

 

-Ahora explícame claramente y con inteligencia todo lo que hay que hacer y cómo. ¡Si me lo explicás bien no te cago a patadas!

 

Entonces Baldy me explicó todo lo que me había perdido en el Día de la Orientación, mientras yo le seguía agarrando la camisa.

 

-Por ahora lo dejo pasar, pero algún me las vas a pagar por haberme jodido. Y no te voy a avisar cuándo.

 

Lo solté y él salió corriendo a juntarse con los otros. Yo ahora no tenía la menor necesidad de apurarme. Seguramente me iban a dar las peores aulas, los peores profesores y el peor horario. Fui caminando muy despacio a apuntarme y tuve la sensación de ser el único estudiante que estaba tranquilo en todo el campus. Empezaba a sentirme superior.

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