martes

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (62) - MIJAIL. BAJTIN

 

EL HÉROE COMO TOTALIDAD DE SENTIDO

Acto, confesión, autobiografía, héroe lírico, biografía, situación, carácter, tipo, personaje, hagiografía. (3)

Esta lucha con la posible postura valorativa del otro plantea de un modo especial el problema de la forma externa de la confesión-rendimiento de cuentas; aquí es inevitable, el conflicto con la forma y con el mismo lenguaje de la expresión, los cuales, por una parte, son necesarios y, por otra, por principio inadecuados, porque contienen momentos estéticos fundamentales en la conciencia valorativa del otro (raíces de la locura como forma de negación básica del significado de la forma de la expresión). La confesión-rendimiento de cuentas no puede ser concluida por principio, porque para ella no existen momentos conclusivos que le sean transgredientes; incluso si estos forman parte del plano de la conciencia de la confesión, en todo caso carecen de su significado valorativo positivo, esto es, de sus fuerzas conclusivas y pacificadoras; todo aquello que ya se definió y se formó, se definió mal y se formó indignamente; no hay valor estéticamente significativo. Ni un solo reflejo con respecto a uno mismo me puede concluir por completo puesto que, siendo inmanente a mi conciencia unitaria y responsable, este reflejo se vuelve factor valorativo y semántico del desarrollo posterior de esta conciencia; mi propia palabra acerca de mí mismo en un principio no puede ser la última, la que me concluya; mi palabra para mí mismo es mi acto, y este sólo está vivo en el único y unitario acontecimiento del ser; es por eso que ningún acto puede concluir la vida propia porque vincula la vida con la abierta infinitud del acontecimiento del ser. La confesión-rendimiento de cuentas es precisamente el acto de la no-coincidencia fundamental y actual con uno mismo (no hay fuerza extrapuesta que pueda realizar esta coincidencia que es postura valorativa del otro), de la pura transgresión valorativa de uno mismo desde el interior de uno, de un final justificado y ajeno; es acto que no conoce este final justificado. Paulatinamente supera todas aquellas fuerzas valorativas que podrían obligarme a coincidir conmigo mismo, y esta superación misma no puede realizarse, acabar justificadamente y estar en paz. Sin embargo, esta intranquilidad y la inconclusión en sí son solamente un aspecto de la confesión-rendimiento de cuentas, sólo uno de los límites a los que tiende en su desarrollo concreto. La negación de una justificación que provenga de este mundo se transforma en necesidad de una justificación religiosa; necesita un perdón y una expiación como un don absolutamente puro (que no corresponde a sus méritos), necesita un favor y una bienaventuranza que lleguen del más allá. Esta justificación no es inmanente a la confesión, sino que está fuera de sus límites en un futuro no predeterminado y riesgoso del acontecer real, como un cumplimiento real de un ruego y una súplica que depende de la voluntad ajena, se ubica fuera de las fronteras de la misma súplica, la trasciende; el ruego y la súplica permanecen abiertos, inconclusos, parecen interrumpirse frente al futuro predeterminado del acontecer. Es el momento netamente confesional del género. Un rendimiento de cuentas puro, o sea la orientación valorativa solamente hacia uno mismo en una soledad absoluta, es imposible; es el límite equilibrado por otro límite que es la confesión, o sea la súplica dirigida fuera de uno, a Dios. Los tonos de súplica y de oración se mezclan con los tonos penitentes del rendimiento de cuentas.

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