¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas
del sentido
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a
su Querido!
DECLARACIÓN
11
/ Pero es de saber que estos movimientos más son
movimientos del alma que movimientos de Dios, porque Dios no se mueve. Y así,
estos visos dde gloria que se dan al alma son estables, perfectos y continuos,
con firme serenidad en Dios, lo cual también será en el alma después sin
alteración de más y menos, y sin interpolación de movimientos; y entonces verá
el alma claro cómo, aunque le parecía que acá se movía Dios en ella, en sí
mismo no se mueve, como el fuego tampoco se mueve en su esfera, y cómo, por no
estar ella perfecta en gloria, tenía aquellos movimientos y llamaradas en el
sentimiento de gloria.
12
/ Por lo que está dicho y por lo que ahora diremos
se entenderá más claro cuánta sea la excelencia de los resplandores de estas
lámparas que vamos diciendo, porque estos resplandores por otro nombre se
llaman obumbraciones. Para inteligencia de lo cual es de saber que obumbración
quiere decir tanto como hacimiento de sombra, y hacer sombra es tanto como
amparar y favorecer y hacer mercedes, porque subriendo la sombra es señal que
la persona cuya es está cerca para favorecer y amparar. Y por eso aquella
merced que hizo Dios a la Virgen María en la concepción del Hijo de Dios la
llamó el ángel San Gabriel obumbración del Espíritu Santo, diciendo: El Espíritu
Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te hará sombra (Lc. 1,35).
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