martes

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (54) - MIJAIL. BAJTIN


AUTOR Y PERSONAJE EN LA ACTIVIDAD ESTÉTICA (22)

LA TOTALIDAD TEMPORAL DEL HÉROE
(el problema del hombre interior o el alma) / 12

Para mí, el otro coincide consigo mismo, y yo lo enriquezco desde el exterior mediante esta coincidencia totalizante que lo concluye positivamente, y de este modo el otro llega a ser estratégicamente significativo, se hace héroe; desde su forma, en su totalidad, el héroe siempre es ingenuo e inmediato, por más desdoblado y profundo que sea por dentro; la ingenuidad y la espontaneidad son momentos de la forma estética como tal; cuando no se logran, el héroe no se objetiviza estéticamente porque entonces el autor aun no ha logrado una postura firme fuera de sí mismo, porque aun posee autoridad para consigo mismo desde el punto de vista de su sentido. Una forma con significado estético no busca en el héroe revelaciones del sentido; su última palabra es la conclusión en el ser en tanto que pasado básico. El percibir la contradicción más profunda en el ser, abrazarla con una mirada única como un momento del ser, sin participar en ella, es contribuir a que la contradicción sea ingenua y espontánea.

Allí donde el otro y su tensión semántica poseen una autoridad interna para nosotros, donde participamos en su orientación semántica, allí se dificultad su superación y conclusión estética, el sentido autoritario desintegra su cuerpo exterior e interior, destruye su forma significativa ingenua y espontánea. (Es difícil traducirlo a la categoría del ser, porque soy yo quien se encuentra en el ser.) La anticipación de la muerte tiene una gran importancia para la conclusión estética del hombre. Es la anticipación de la muerte la que aparece como momento necesario en la forma estéticamente significativa del ser interior del hombre, en la forma del alma. Anticipamos la muerte del otro como una inevitable irrealización del sentido, como un fracaso semántico de toda una vida, creando tales formas de su justificación que él mismo no puede encontrar desde su lugar. En todo momento dado de la contemplación estética, desde el principio, el otro debe coincidir positivamente consigo mismo, lo debemos ver por completo en todo momento dado, aunque sea de un modo potencial. El enfoque artístico del ser interior del hombre lo predetermina: el alma siempre está predeterminada (en contraposición al espíritu). Ver su retrato interior es lo mismo que ver uno exterior; es un asomarse a un mundo en que por principio no existo y donde yo, permaneciendo yo mismo, no tengo nada que hacer; mi faz interna estéticamente significativa es una especie de horóscopo (con el cual tampoco hay nada que hacer; el hombre que supiese realmente su horóscopo quedaría en una situación internamente contradictoria y absurda: serían imposibles la seriedad y el riesgo de la vida, así como una correcta orientación del acto).

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