miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (50) - MIJAIL. BAJTIN


AUTOR Y PERSONAJE EN LA ACTIVIDAD ESTÉTICA (17)

LA TOTALIDAD TEMPORAL DEL HÉROE
(el problema del hombre interior o el alma) / 8

Pero esta liberación esencial del determinismo es imposible con respecto a mi propia vivencia, aspiración, acción. El futuro interno anticipado de la vivencia y la acción, su propósito y sentido, desintegran el carácter definido del camino de la aspiración; ni una sola vivencia en este camino llega a ser independiente para mí, determinada, adecuadamente descriptible y expresable mediante la palabra e incluso mediante un sonido de tonalidad determinada (desde mi interior sólo existe la tonalidad de oración, de súplica y de arrepentimiento); además, esta inquietud e indefinición tienen un carácter de principio: una amorosa demora de la vivencia, necesaria internamente para iluminar y definir la última, y las mismas fuerzas emocionales y volitivas necesarias para ello, serían una traición a la forzada seriedad del sentido-propósito de la aspiración, una separación del acto de determinación viva hacia la dación. Yo debo abandonar los límites de la aspiración, colocarme fuera de ella para poderla ver encarnada interna y significativamente. Para ello es insuficiente la salida fuera de los confines de una sola vivencia dada, provisionalmente aislada de otras (un aislamiento semántico, o bien tendría un carácter sistemático, o bien sería la inmanentización estética de un sentido carente de importancia), lo cual es posible cuando la vivencia se aleja de mí hacia un pasado temporal; entonces yo temporalmente me ubico fuera de ella; para una amorosa definición estética es insuficiente esta provisional extraposición respecto a la vivencia; es necesario abandonar los límites de todo lo dado vivenciado que llena de sentido las vivencias separadas de la totalidad, es decir, dejar los límites el alma dada que es la que se realiza. La vivencia debe ingresar a un pasado semántico absoluto, con todo su contexto semántico gracias al cual cobra sentido. Sólo bajo esta condición la vivencia de una aspiración puede adquirir una cierta duración, un contenido casi observable directamente, y solamente así el camino interno de la acción puede ser fijado, determinado, amorosamente concentrado y medido por el ritmo, lo cual sólo sucede debido a la actividad de otra alma, en su contexto abarcador emocional y volitivo. Para mí mismo, ni una sola vivencia ni aspiración mía pueden pasar a formar parte de un pasado semántico absoluto, aislado y delimitado del futuro, justificado y concluido fuera de él, puesto que es a a quien yo encuentro en la vivencia dada; yo no lo niego en tanto que es mío en la unidad de mi vida, sino que lo relaciono con un futuro semántico, lo hago indiferente con respecto a este futuro, traslado su justificación y cumplimiento hacia lo inmediato (que aun puede tener solución), y todo esto porque yo soy quien lo habita, porque aun no existe plenamente. Así nos hemos enfrentado al problema del ritmo.


El ritmo es la ordenación valorativa de la dación interna, de la existencia. El ritmo no es expresivo en el sentido exacto de la palabra, no expresa la vivencia, no se fundamenta desde su interior, no es una reacción emocional y volitiva al objeto y al sentido, sino que representa una reacción a esta reacción. El ritmo no tiene objeto en el sentido de que no se relacione directamente con el objeto, sino con la vivencia del objeto, con la reacción a ella, por lo cual disminuye la importancia objetual de los elementos de la serie.

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