miércoles

JUAN DE MARSILIO DE UN MIÉRCOLES A UN DOMINGO


Miércoles de Ceniza

Vine al desierto para oír más clara
la voz de Dios que vibra desde adentro.
Vine al desierto a reencontrar mi centro.
No traigo mucho, pues si me faltara

Dios proveerá (si ayuno proveyera,
masticaré muy bien cada bocado
y Dios me habrá con eso alimentado).
Sandalia breve. Vestimenta austera.

Piedra y arena de color ceniza.
Arriba, recordándome la muerte,
buitres volando en busca de carniza

(que pudiera ser yo, con mala suerte).
Pero mi pecho no se intranquiliza.
En Dios saldré de aquí mucho más fuerte.

Jueves después de ceniza

Vivo un ayuno contumaz de calma
muy poco cuaresmal. Son mis labores
buen anestésico para dolores
y todo lo demás que traiga el alma.

Me iré al desierto para despertar,
para no continuar viviendo muerto.
De mi comodidad me iré al desierto,
con la esperanza de resucitar.

Sonámbulo me muevo entre la gente,
ajeno a Dios, al prójimo y a mí,
al gozo y al horror indiferente.

Esto debe acabar. Me iré de aquí.
Quiera el Señor al verme penitente
devolverme la Gracia que perdí.

Viernes después de Ceniza

Es la vieja costumbre cuaresmal:
en el almuerzo servirás pescado
(para honrar la Pasión es lo indicado
calmar el hambre con porción frugal).

Pero si es ley nos tentará la trampa:
puede darse a esos lindos pescaditos
aromas y sabores exquisitos
y apetecible y deleitosa estampa.

¡Pescado en salazón con pan por plato
y hasta sin pan, comida para gentes
menesterosas! Que el comer barato

nos una al Dios amigo de indigentes
de esos que son tan rústicos al trato,
de esos que comen con tan pocos dientes.

Sábado después de Ceniza

Séptimo día. Tras haber creado
todo lo bueno que hay, al fin reposa
Dios, mas nosotros en vertiginosa
locura no hemos ni considerado

hacer la pausa. Debo ir al desierto.
Sobre ese pedregal casi difunto
llueve muy cada tanto todo junto
y el caminante queda boquiabierto

ante una loca y breve primavera.
Si yo estuviese allí al Señor buscando
y el milagro fugaz acaeciera

quiero creer que luego, regresando,
por mucha prisa que se me exigiera,
lo haría todo como descansando.

Primer domingo de Cuaresma

Alto dominical en el camino.
El desierto parece que supiera
que es un día especial. Ninguna fiera
ha inquietado a este pobre peregrino.

Hasta he creído oír algún gorjeo.
Los buitres no han graznado, cosa rara.
La certeza de fuentes de agua clara
hace muy agradable mi deseo

de beber y diluye todo apuro
de hacerlo ya. Sonríe en la memoria
-desde el pasado pero hacia el futuro-

el sentido final de nuestra historia:
otro domingo, tras un golpe duro,
la boca de un sepulcro cantó gloria.

Primer lunes de Cuaresma

El lunes se hace soportable apenas
recién cuando atardece. Parecía
por la mañana que el final del día
quedaba al cabo de una mar de arenas

que el Sol fundía casi. Se hizo largo
y fue cansado cuando no tedioso
el trajín laboral. Es asombroso,
pero sobrevivimos, sin embargo.

Cenaremos muy pronto agradecidos
y la frugalidad del alimento
será una gloria. Casi ya dormidos,

se nos alumbrará el entendimiento:
también los lunes son nuestros latidos
voz de Dios bendiciendo nuestro aliento.

Primer martes de Cuaresma

Ya está el Sol por salir en la segunda
jornada laboral de la semana.
Ya casi se supera la desgana.
También yo he de salir, con la profunda

convicción de que habré de regresar
(el Sol que sale ahora ayer se hundió:
¿Si él ha vuelto, por qué no lo haré yo?).
¡Tonterías que damos en pensar

los que vamos de viaje en el desierto
del mundo! Levantarse y a la senda
que ya el Señor, si me cayera muerto,

sabrá qué hacer. Inútil ya la tienda
del caminante y alcanzado el puerto
me iré, dejando el cuerpo como ofrenda.

Primer miércoles de Cuaresma

Borradas las cenizas de la frente
-¡qué rápido ha corrido una semana!-
el giro de la noria cotidiana
diluye aquella gana tan vehemente

de conversión. Te ruego, Dios del Cielo,
libra a este burro de sus ataduras
y transiten mis cascos por las duras
veredas del desierto. Serán vuelo

de ave feliz a poco los latidos
del corazón que vayas Tú cambiando
e irán sonando menos doloridos

mis rebuznos. Hay que ir de vez en cuando
al desierto a encontrarte en los perdidos
senderos y a uno mismo irse encontrando

Primer jueves de Cuaresma

Parecerán, cuando termine el día,
más leves los esfuerzos por delante
hasta el domingo y ya casi triunfante
he de cenar con calma y alegría.

mi ración cuaresmal. Pero esta cuesta
del jueves, cuando tomo el desayuno,
se me hace andina y casi que me apuno
de pensar en subirla. Mucho resta

por hacer y uno cuenta las monedas
de energía que tiene en el bolsillo,
que parecen decir: "Dudo que puedas."

En la ironía de su opaco brillo
y tintineo. Dice Dios: "No cedas:
vas a ver que a la noche es más sencillo.".

Primer viernes de Cuaresma

Feliz por que termina la semana
laboral a la noche, doy a olvido
que a las tres de la tarde a un forajido
lo van a ejecutar en inhumana

y sanguinaria exhibición de horrores.
"Ya a media tarde me conmoveré.",
pienso ante las tostadas y el café
En realidad son tres los malhechores

que sufren sin que altere mi rutina:
dos ladrones y un Hombre sabio y santo
que Hijo de Dios se dice. Gran inquina

se ganan quienes osan ir a tanto:
quien roba cosas y quien imagina
una vida mejor nos dan espanto.

Primer sábado de Cuaresma

Pues Dios descansa, yo también reposo.
Tomo tranquilo el té con mi mujer
y el tiempo, que nos mira nada hacer,
se enlentece y se vuelve más poroso.

Estamos a finales del verano
y un sol oblicuo da sobre las plantas
de mi esposa. Me acuerdo de las tantas
ocasiones de estar, mano con mano,

felices. A esta pausa semanal
nada de la rutina se entromete,
porque Dios lo bloquea, paternal.

Parar al menos un día de siete...
Ni cursar el ayuno cuaresmal
me hace olvidar que vivo en un banquete.

Segundo domingo de Cuaresma

Ya resucita el Sol en la ventana.
Resucitemos, pues, resucitemos
y gocemos la vida y adoremos
al que venció a la muerte la mañana

del más feliz de todos los domingos
(muerte del alma la que fue vencida,
que la del cuerpo es parte de esta vida
y hermana nuestra, se hagan los distingos

correspondientes). Vibra en el desierto
un no sé qué de vida y esperanza
que no existe poeta vivo o muerto

que lo pueda cantar. Nuestra alabanza
sea lo prometido dar por cierto
y en el amor de Dios hacer confianza.

Segundo lunes de Cuaresma

¿Será el desierto de mi penitencia
esa rutina que me aguarda afuera?
Sin haber ingerido la primera
taza de buen café, falta conciencia

para encontrar las claves del asunto.
Muerto el taladro del despertador
a manotazos, siento en mi interior
que se debaten en el mismo punto

(la boca del estómago asustado)
el hastío habitual y una esperanza
que me tienta a salir, casi confiado.

Me ha entrado por la oreja ruda lanza
de ruido y nada más me ha despertado.
No me morí. Para empezar alcanza.

Segundo martes de Cuaresma

Cantan fuera los pájaros primeros
por saludar al Sol que los saluda.
Esos cantares vienen en mi ayuda.
Levantarme, volver a los senderos

del desierto y bregar lo que me toque
será mejor con música del cielo:
iré pensando en el futuro vuelo
y esa esperanza ajustará mi enfoque

sobre las cosas que me traiga el día,
buenas y malas. Las asumiré
como pasos con rumbo a la alegría

que al final del camino encontraré.
Ya cuando deje atrás el mediodía,
yendo a mi ocaso, nada temeré.

Segundo miércoles de Cuaresma

La fogata de anoche ya es ceniza.
Todavía no asoma por oriente
el Sol. Mi hambre de sueño, persistente,
con el cuerpo cansado se encarniza.

Pero hay que levantarse y empezar:
no estoy ni cerca de apagar el fuego
-que esto sea verdad, Señor, te ruego-
en los adentros que me mueve a andar.

No es lo mismo cansancio que derrota.
Aunque lo recorrido, ya bastante,
me ha gastado y la merma se me nota

-no sólo para mal- soy caminante
para otro trecho más. Menos remota
que ayer está hoy la meta por delante.

Segundo jueves de Cuaresma

Ya parezco más Lázaro que el rico,
discúlpenme el aspecto desastrado.
Pero no es por lo mucho que he ayunado
(que me perdones, buen Señor, suplico

mi avidez de goloso contumaz)
sino por mi rutina agotadora,
que es como echarme en una licuadora
día tras día. Diga que la paz

de Dios evita que mi corazón
se haga en el torbellino una papilla.
Tengo dentro un lugar sin crispación,

silencioso y en paz: una capilla.
Es desde ahí que brota mi canción
y eso que a veces en mis ojos brilla.

Segundo viernes de Cuaresma

Fueron cruel sanedrín mis pesadillas:
antes del juicio estaba condenado.
Empapado en sudor he despertado
cuando el Sol ya besaba las orillas

de oriente. De seguro a media tarde
me han de crucificar tras darme larga
tanda de ofensas y torturas. Carga
atroz quintal de miedo mi cobarde

corazón. Pero a poco me sereno:
murió para evitar que yo muriera
Quien no lo merecía, de tan bueno.

Sé muy bien que es horrendo lo que hay fuera
pero lo he de vivir como si ameno:
la maravilla del domingo espera.

Segundo sábado de Cuaresma

¡Pausa para rascarnos el ombligo
y estar contentos y pensar en nada,
gozando de la vida sosegada!
Olvida el tiempo que es nuestro enemigo

y para de hostigarnos con labores
urgentes o pesadas o tediosas.
En este cambio alegre de las cosas
hasta se hacen amenos los rigores

del austero desierto cuaresmal.
Pero no olvide el hombre en su alegría
que hay en el año un sábado brutal:

el de las soledades de María
tras saber cómo su Hijo era mortal.
Iremos y le haremos compañía.

Tercer domingo de Cuaresma (de 2020)

Hoy, que irán a los parques menos niños
y al estornudo se pondrá mordaza
porque un virus bravísimo amenaza,
hoy, que moderaremos los cariños,

no sea que ninguno quede infecto
con ese bicho que llegó de oriente,
nada más por cumplir incautamente
ceremonias triviales del afecto,

hoy, que iremos con miedo y tapabocas
para guardarnos del terrible mal,
hoy, que habrán de aflorar nuestras más locas

aprensiones, no cambia en el Misal
una coma. El sepulcro entre las rocas
pese a los virus nos sonríe igual.

Tercer lunes de Cuaresma

Harás recorte en lo que desayunes,
que estamos en Cuaresma. La alegría
mermará por sí sola: basta el día,
porque tras el domingo vino el lunes.

Hablaba de un domingo sin ocaso
ayer no más en Misa el cura y era
cosa buena el oírlo y placentera.
Hoy habrá de costarnos cada paso

rumbo al atardecer lo que nos cuesta
una legua en jornadas más normales.
Pero encaremos la tediosa gesta

con firme fe en que pasarán los males
de esta vida, y que el lunes sea fiesta
en nuestras almas, ya dominicales.

Tercer martes de Cuaresma

Por el desierto voy, sin caravana,
no rumbo a un sitio sino rumbo al modo
de mirar para ver a Dios en todo.
Por el desierto voy, de buena gana.

Van los rigores de estos peñascales
de a poco revelándose placeres:
son un asombro los amaneceres
y una gloria los rojos vesperales

que el Sol sangra al partir por occidente.
Mañana, cuando vuelva a mis rutinas,
y conviva de nuevo con la gente,

con tanta maravilla en las retinas
todo lo he de mirar muy diferente:
ya veré rosas al tocar espinas.

Tercer miércoles de Cuaresma

¿Materia que ha de ser luego cenizas
y nada más? Pues no: si peregrino,
no me arruino los pies en el camino
por llegar a carniza entre carnizas

y nada más. Aguarda el cementerio
a este cuerpo mortal al que amo tanto
porque Dios me lo dio mas no me espanto,
porque aplico el socrático criterio:

si hay la idea del "siempre" en la cabeza
del hombre es porque no sólo le toca
vivir un rato y nada más. Empieza

otra jornada. Firme como roca,
llevo en mi adentro alegre la certeza
de un mucho más que canta por mi boca.

Tercer jueves de Cuaresma

Estaba oscuro todavía cuando
he comenzado a andar esta jornada.
Una sonoridad recién creada
de pájaros llegaba iluminando

mis orejas con músicas de arriba.
Rato después la luz tocó mis ojos
(concierto de violetas y de rojos
que no hallará jamás quien lo describa

con palabras humanas). Desde lejos,
trajo la brisa aromas de jardines
y florecieron los recuerdos viejos

que guardaba mi mente en sus confines.
Bella mañana plena de reflejos
del Paraíso eterno y sus festines.

Tercer viernes de Cuaresma

Caminar, caminar aunque nos cueste
y esté el paisaje alrededor sombrío.
Caminar sin demora ni desvío
para escapar, como si de la peste

se tratase, de todo lo que frena
nuestro afán peregrino. Caminar,
que corremos el riesgo de llegar
a deshora al lugar de la faena:

hoy nos toca ayudar con el madero
al que quiso subir a la colina
para inmolarse por el mundo entero.

Mi esmero en auxiliarte se empecina:
en tu corona atroz, Rey verdadero,
mi negligencia no será otra espina.

Tercer sábado de Cuaresma

Hace ya mucho ha despertado el día
pero yo no me había ni enterado.
Me fui a la cama anoche muy cansado
y hasta hace un rato nada más dormía.

Me baste ese placer. Los cuaresmales
ejercicios requieren que esté alerta
y en oración, con esperanza cierta
de alcanzar los jardines celestiales

tras andar una vida en el desierto,
con la ayuda de Dios. Lo que hoy me toque
bregar, lo bregaré. Cuando haya muerto

en Dios descansaré...Pésimo enfoque.
Dios ha ordenado descansar, ¿no es cierto?
Descansa, pues, so burro, so alcornoque.

Cuarto domingo de Cuaresma, domingo "de laetare" (2020)

Si hoy el cura se viste de rosado,
lo hace por incitar a la alegría.
No tenga miedo la feligresía,
ningún temible virus lo ha afectado.

Hoy pueden relajarse los rigores
penitenciales, porque ya hemos hecho
buen ejercicio y del restante trecho
nos quiere Dios, por gracia, vencedores.

Mira a tu alrededor con ojo fino:
verás en el desierto alguna flor
y parando la oreja oirás el trino

deleitoso de un pájaro cantor
que no verás. Disfruta del divino
contento en este día del Señor.

Cuarto lunes de Cuaresma (2020)

¿De vacaciones en el lazareto?
Mejor decir que es un domiciliario
arresto y que un microbio atrabiliario
es el guardián. Para después prometo

salir al parque cuantas veces pueda,
toser y estornudar sin asustarme
ni asustar a los otros un adarme
y no negarle al pobre su moneda

so pretexto de higiénicas excusas.
He de subir, mis fobias desdeñando,
y aunque vomite a mil montañas rusas.

Al desierto en que voy peregrinando,
sabré captarle la belleza infusa
que, imbécil, hasta aquí viví negando.

Cuarto martes de cuaresma

Me puse ayer de apuro la rutina
y me quedaba mal por todas partes.
El lunes poco a poco se hizo martes
y aunque no luzca como ropa fina

mi uniforme de humilde presidiario,
ya lo llevo mejor. Ya las torturas
en la piel que me hacían las costuras,
sin ser caricias, toman rutinario

grado de malestar no intolerable.
Quejarse menos, pues. Desayunar.
Aguardar el contento inesperable

(la esperanza consiste en esperar).
Soñar con el domingo inevitable
rumbo al que navegamos. Festejar.

Cuarto miércoles de Cuaresma

Primer esdrújulo de la semana.
Empiezo el día con connotaciones
fétidas y escupiendo maldiciones
y me preparo, muy de mala gana,

a tareas que, si es que salen bien,
me dejarán al fin del día el justo
aire de no haber muerto y un regusto
fecal en la garganta y un desdén

por mí mismo peor que cien suicidios.
Hoy se me hará menos dichoso el viaje
por el desierto gris de mis fastidios.

Me libre Dios en el peregrinaje
de alacranes, tarántulas y ofidios.
Y esconda Su alegría en mi equipaje.

Cuarto jueves de Cuaresma

Nos traiga el jueves cataclismos leves
y atenúe el quintal que el lomo carga.
Cuando la marcha semanal se alarga,
nos mime el jueves con legüitas breves.

Pero si el día se nos presentase
desamable y hostil, hosco y avaro,
debe desde el inicio quedar claro
que al terminar diremos una frase

- "Te agradezco, Señor, por la jornada." -
y que la frase no será mentira.
Mejor los arduos días que la nada.

Mejor la brega en vida que la pira.
Dura la marcha pero esperanzada,
es Paraíso ya, si bien se mira.

Cuarto viernes de Cuaresma

"I don't know how to love him."
Tim Rice

Buen Jesús, con el sábado a las puertas,
¿nos vienes Tú con esto de la Cruz?
Sobre este desvarío echemos luz.
Razonemos. Tú siempre desconciertas

al otro, pero se hace repulsivo
al buen juicio y buen gusto promedial
verte entre malhechores y en igual
suplicio. ¿Siendo el Hijo del Dios Vivo,

no tenías a mano una mejor
y menos cruel manera de cumplir
con el Padre? No lo hagas, por favor...

Perdona lo que acabo de pedir:
el Enemigo me ha inducido a error.
Tú amas de un modo que no sé medir.

Cuarto sábado de Cuaresma (2020)

Sábado triste y con olor a encierro,
rodeado de virus enemigos.
Hoy ni al Sol le abriremos los postigos
y se tendrá que conformar el perro

con soñar en salir a pasear.
El desierto entró en casa y se transita
penosamente. Pero nada quita
que hoy es sábado y toca descansar.

Con lo que reste, cocinar alguna
cosa rica, que ya la carestía
hará que contemplemos la aceituna

como a pepita de oro. Goza el día,
y comparte con otros tu fortuna,
aunque esté racionada la alegría.

Quinto domingo de Cuaresma

Es tu día, Señor. Brota una nueva
vida para las almas por la boca
de tu sepulcro abierto. La gran roca
que sellaba la entrada de la cueva

se corrió para dar paso a la luz,
y la muerte del alma fue vencida.
¡Nos abrías las puertas de la vida
cuando abriste los brazos en la Cruz!

Es por gozar más pronto de Tu abrazo
que madrugo el domingo de mañana
(y está la siesta a no lejano plazo,

que no la puedo hacer entre semana).
Azota el lunes con su latigazo.
El domingo es milagro a espalda sana.

Quinto lunes de Cuaresma (2020)


A lunes treinta: mucho fin de mes,
pues mañana nos resta el treinta y uno.
Café con leche y cuentas desayuno:
van a quedarme como dos o tres

facturas postergadas para abril.
¿Habrá con qué pagarlas? ¡Gran misterio!
Pagar las cuitas es asunto serio
(y al seguro de paro ochenta mil:

tiene este virus síntomas feroces).
Leíste "cuitas" y pensaste "cuotas"
(te conozco, lector, y me conoces).

Nos consuele el Señor tantas derrotas,
mitigue nuestras penas con Sus goces
y nos repare las sandalias rotas.

Quinto martes de Cuaresma

Abro los ojos. Duro despertar.
Despierto de antes lo hallo a mi cansancio,
que me ofrece pan duro y queso rancio,
porque es lo que hay para desayunar.

¡Otro día de marcha en el desierto!
(¿Te escuchas, Juan? Parece que dijeras
que es otra Navidad en las trincheras.)
¡Basta! Quien peregrina no está muerto

y este desierto entraña mucha vida:
a mis oídos viene, placentera,
esa pajaridad que nunca olvida

entonar su alegría mañanera.
Se despereza al fin mi fe dormida.
Vamos, Cansancio, que el camino espera.

Quinto miércoles de Cuaresma

Hoy me dejé dormir. Se ha despertado
antes que yo el desierto y todo tiene
ya sus ritmos normales. Me conviene
desayunar de prisa y, apurado,

recuperar el tiempo...Pero no:
dormir no fue salirme del camino,
pues me he soñado andando, peregrino,
por un desierto que gozaba yo

más que el que debo transitar despierto.
Me he soñado mejor que lo que soy.
O mejor, en el sueño he visto el cierto

ser de mi ser eterno y no esto que hoy
creo ser, con amargo desconcierto.
Me soñé como me aman donde voy.

Quinto jueves de Cuaresma

"Soy pan, soy paz, soy más."
L. R. Igarzábal


El banquete consiste en ayunar
e ir reservando lo que no se ingiera
para gozar la gloria placentera
de ir al prójimo pobre y ayudar.

Pero al hacerlo, no olvidar que el pobre
ya es en humillaciones millonario:
no le aumentemos su dolor de a diario
yendo a tirarle con lo que nos sobre.

¿De qué me privaré, nutricio y fino,
que alimente después a otros humanos?
De mí me he de privar. Voy en camino

a poner lo que soy entre las manos
de Dios y que Él lo vuelva pan y vino
para que tengan fiesta mis hermanos.

Quinto viernes de Cuaresma

¡Tan temprano y ya estoy metido en líos!
Aunque ando en el desierto pareciera
que en barca y por la mar revuelta fuera.
¡No puedo más con estos líos míos!

Oigo una voz que dice "Puedes más.
Y lo que tú no puedas lo podré.
Yo te ayudo. Tranquilo. Fuerza y fe.".
No diré que le cambie el gusto a las

dificultades y complicaciones,
sí que son menos duras de tragar:
Dios me las hace ver como ocasiones

de exigirme, crecer y mejorar.
Basta de quejas y lamentaciones:
hoy toca, como siempre, caminar.

Quinto sábado de Cuaresma

Hoy voy a descansar pero marchando.
Casi alcanzado el fin de mi camino,
aunque voy penitente y peregrino
marcho a paso contento. Voy cantando,

o mejor, voy soltando alegres gritos
y entusiasmadas desafinaciones,
que espero Dios acepte por canciones
y sepan disculpar los pajaritos.

Mucho temía al empezar el viaje
pero voy viendo que termina bien.
La esperanza aliviana el equipaje,

por más llagados que los pies estén.
Mañana me pondré mi mejor traje.
Ya creo divisar Jerusalén.

Domingo de Ramos

Otra vez llega el Rey a la ciudad
y la humildad es su mayor fortuna.
Es Maestro además y habla con una
hasta aquí nunca oída autoridad.

A sabios y doctores exaspera
que el tipo encima de decir que es Rey
los venza al discutir sobre la Ley.
Si es carpintero, labre la madera,

que Dios ya tiene quien lo represente
y administre muy bien. Viene sereno,
aunque aclama su entrada mucha gente.

De corazón te pido, Nazareno,
que me aceptes por súbdito obediente,
Rey servicial, sencillo, manso y bueno.

Lunes Santo
                                        (Jn. 12, 1-11)

De trescientos denarios, el olor
fue todo los que pudo robar Judas
(de sus motivos siempre he estado en dudas:
es un misterio enorme el gran traidor).

Marta sirve la mesa. Va María
con perfume de nardos y los pies
unge de su Maestro al que después
con los cabellos se los secaría.

Judas protesta. Dice que  a los pobres
hubiera ido mejor tanto dinero,
que es mucha plata y no unos tristes cobres.

La casa se ha llenado por entero
de perfume. Las lágrimas salobres
de los pobres sequemos con esmero.

Martes Santo
                                        (Jn. 13, 21 – 38)

Dormir aún después que cante el gallo
y que luego dormido siga el ego,
para no alardear, si después niego,
para no prometer, si luego fallo.

Renunciar hoy al pan y la manteca,
porque sienta muy mal el pan untado.
Para evitar traiciones del pasado
es más segura la galleta seca...

Por cosas de trabajo madrugué.
Desayuné sin ver lo que comía.
Temo que ya cien veces Te negué.

Hice malos negocios (lo sabía).
Son las treinta monedas que cobré
un tesoro de culpa en mi alcancía.

Miércoles Santo

Traman la muerte del de Galilea,
pues lo hallan en extremo peligroso.
Temen que su negocio religioso
se vaya a pique cuando el pueblo vea

que, tras esa fachada de piedad
que ostentan sacerdotes y doctores,
hay un montón de errores y de horrores,
fruto de su soberbia y vanidad.

Esos que posan como los más puros
y los más rectos ante los de abajo,
entrarán en manejos muy oscuros:

¡Jesús viene a dejarlos sin trabajo!
Sus planes están ya casi maduros
(y hay uno de los de Él que está en el ajo).

Jueves Santo

Cenarán esta noche. Serán trece.
Uno se irá temprano a su negocio.
De gentes religiosas se hará socio.
El crimen todavía se aborrece.

Puestos a un lado tres años de amor,
el beso cortará más que una espada.
Cerrada niebla impide a la mirada
discernir los motivos del traidor.

¿Codicia nada más? ¿O una jugada
para urgir al Maestro, que demora
en declararse Rey? Horrorizada

y tartamuda, mi oración implora
piedad para el traidor. Su alma extraviada
halle el perdón de Dios a última hora.

Viernes Santo

Hoy a las tres van a matarlo a Dios:
a las autoridades religiosas
les molesta que Tipo en esas cosas
tenga mayor conocimiento. Dos

van a morir con Él en el Calvario,
para hacerlo acabar entre ladrones,
porque no hay que ahorrarle humillaciones
a delincuente tan extraordinario.

Se lo odia por las pruebas milagrosas
de Su poder y por abrirle el Cielo
hasta a las gentes más menesterosas.

Ante la Cruz, la Madre en desconsuelo.
Muere, tras vejaciones espantosas.
En el Santísimo se rasga el velo.

La Soledad de María

Está la Madre sola y silenciosa.
Ha conseguido contener el llanto.
¿Cómo vino a parar en este espanto
el "sí" que pronunciara, generosa?

Estaba sobre aviso, sin embargo.
Esta Cruz, que atraviesa como espada
su corazón, le fue profetizada
y, corajuda, quiso hacerse cargo.

Formemos círculo a su alrededor.
Contengamos las lágrimas y oremos.
Recuerdo haber oído que el Señor

pidió que al tercer día lo esperemos.
¿O es que dudamos de Su inmenso Amor?
Su muerte será Vida, si creemos.

Solemne Vigilia Pascual

Esta es la noche grávida del día
en que sale de malas nuestra suerte.
Cristo ha vencido a la Segunda Muerte.
¡Encendamos la luz y la alegría!

El Sol en pocas horas va a salir
para alumbrar las cosas con luz nueva.
Cantemos, exiliados hijos de Eva:
ha muerto el sinsentido de morir.

La muerte vuelve a ser sólo el pasaje
para ir del tiempo hacia la Eternidad.
Toma nuevo sentido nuestro viaje.

Aquí empieza la Vida de verdad.
Pasemos a los hombres el mensaje:
Jesús nos conquistó la libertad.

Domingo de Resurrección

No hay Sol más Sol que el de hoy porque amanece
con un brillo especial nunca mostrado:
es la alegría del Resucitado,
que lo salva, lo aviva y lo embellece.

Despierto y siento arder dentro del pecho
un fuego que jamás será ceniza.
Lo que ayer se moría hoy se eterniza:
resucitó de veras, es un hecho.

Aunque vengan mañana cien mil lunes,
aunque venzan millones de facturas,
aunque cardos y ortigas desayunes,

tendrán regusto a miel tus amarguras,
serán fiesta los días más comunes
y hasta en las verdes gozarás maduras.

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