1ª edición
WEB: Axxón / 1992
2ª edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
EPÍLOGO
DOS (1)
En la parte oscura de la
Luna, en una zona desdibujada y casi ignorada por los volcanes, las burbujas interiores
o los gigantescos meteoritos, se sitúa uno de los circos menos agraciados y más
difusos del satélite. Esta fealdad, tal vez, hizo que aun se siga llamando por
los terráqueos el Circo Kurchatov, aunque los nombres de las zonas cercanas
algo más vistosas fueron cambiados varias veces, según los devaneos políticos
de la historia terrestre.
Infinidad de estrías
marcan las escabrosas laderas de la cordillera por el lado interior, pero
solamente tres permitían la entrada a la colonia Cipher. Allí vivían cien mil
miembros, reducidos a lo que consideraban un justo tamaño en armonía con la
Luna. Las hembras medían sesenta centímetros y los machos diez centímetros más.
En una de las mayores
bóvedas, alrededor de una gran mesa circular (para el Cipher la mesa circular
era el símbolo de la igualdad) estaba reunido el Consejo Zonal de veintiún
miembros designado para tratar las relaciones unilaterales con los terráqueos.
En las bóvedas la temperatura era constante y los Ciphers se cubrían con ropas
livianas, muy similares. En el salón no había demasiada luz artificial; el
brillo intermitente que despedían los cuerpos no sólo aumentaba la visión sino
que producía el descanso necesario para las exposiciones, propuestas y resoluciones.
-El Cinco es el miembro
más antiguo -dijo Veintiuno, al inicio, observando su placa.
El Cinco era un ser de
doscientos trece años, con las facciones largamente ovales, aunque su cuerpo
exhalaba un brillo con tonalidades doradas de grado algo superior a los demás
brillos.
-Debemos considerar hoy
lo que le ha ocurrido al hermano Procardus. Como hay fallas en nuestra relación
con los terrestres, debemos establecer nuevas normas de conductas y otras técnicas
flexibles. De otra manera, pronto estaremos rompiendo más de una estipulación
del Códex Galáctico, lo que es inaceptable y peligroso para la vida en esta
zona.
Cinco hizo una pausa y
observó a sus congéneres esperando alguna observación.
-Hemos cometido tremendos
errores en el pasado próximo, aunque considero que, ahora, en general, la
política es convincente. El caso de Procardus no afecta en mucho nuestra vigilancia
de los terrestres. Sabemos desde hace años que saben que los observamos.
Sabemos que se hacen los tontos para sacar ventajas militares, si pueden. Ellos
sospechan también que sabemos esto.
-¿Qué considera usted
terrores tremendos en el pasado? -preguntó Once.
-Comprometernos con
algunos de sus conductores, en muy diversas ocasiones. Darles reglas para
vivir. Dejar que nos creyeran hacedores del Universo… ¿Recuerdan lo de Moisés?
¿Recuerdan todo el fingimiento que promovimos con tan buenas intenciones?
Torpemente, no previmos las consecuencias… Decirle a los hebreos que eran el
pueblo elegido, favorecerlos para escapar del Faraón y haber fomentado todo el
problema posterior. Fue absurdo lo del ocultamiento en el monte, la subida y
bajada del hombre con los mamotretos de arcilla. Luego siguió el asunto de la
Arca de la Alianza, con nuestros hombres dentro, descubiertos, y la consiguiente
eliminación de aquellos pobres ignorantes. El asunto de abrir las aguas para
que huyeran, impresionando con diversos actos de “magia” al resto de los
pueblos… Desencadenamos algo que ha traído consecuencias funestas para ellos
hasta hoy. Igualmente, nos mostramos en la India mucho antes, con consecuencias
algo peores para ellos… Lo peor es que el Códex, ya entonces, contemplaba implícitamente
el error de contaminar con nuestro concepto del Universo a razas de naturaleza
distinta, que sólo lo milenios tal vez puedan corregir.
-¿Solamente esos fueron
los errores?
-Considero errores de
menor grado, aunque ingenuos e inútiles, el regalo a los faraones. No teníamos
que haber cipheado las pirámides. No lo digo por el hecho de haberlas situado
con tal precisión, donde están, hasta que el eje terrestre no de modifique.
-Creo que eso ha sido
superado con la nueva política.
-A eso voy -dijo Cinco-.
Opino que ahora debemos cambiar en algo la nueva política… Ellos han salido de
la Tierra, han perdido tiempo yendo hasta Mercurio, pero ya están en Marte. Han
descubierto la Curva hasta Marte. No sospechan aun que existen otras curvas más
allá de Marte. No imaginan siquiera que existe el Nódulo de Urano… Pero no bien
lleguen a Júpiter y a Saturno darán con las Curvas más potentes. ¿Y cuánto
creen que pasará para que encuentren el Nódulo? Entonces, dada la edad que
tienen, y el estado en que están, tendremos un problema serio. Van con rapidez
tras lo que no… Somos responsables del cumplimiento del Códex Galáctico, y
tendremos que reprimirlos…
-Eso ocurrirá de todas
maneras muy pronto. Es algo inevitable. Sabemos que saben que no deseamos que
se instalen definitivamente acá en la Luna. Les llegó el mensaje desde el día
en que vinieron por primera vez, y nos mostramos con claridad… La jerarquía
dominante lo sabe muy bien. Pero tal vez quieran saber qué límites les ponemos.
Demasiado tontos no son, a pesar de todo lo que sabemos que hacen. Es una
muestra que hayan manejado tolerablemente las bombas, aunque no hayan sabido
manejar los residuos… Es evidente que son víctimas de su propia naturaleza. No
pueden ser y ser lo opuesto a la vez. Tal vez, es muy probable que no quieran
salir afuera. Pero lo harán porque en un siglo han envenenado su lugar, y no
tiene un escape. Deben salir y entonces ahí tendremos que actuar. No debimos
tolerar que llevaran su naturaleza a Marte, y si seguimos cediendo…
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