(LO QUE EL MATERIALISMO NEURÓTICO QUISO ESCONDERNOS SOBRE NUESTRA GRANDEZA)
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Isabelino Pena salió de
la primera misa del domingo con Celeste y Josef, y se ajustó la chupa y los
calzones que parecían molestarle más que los zapatos con hebillas. La muchacha
me hace llevarla del bracete y los tacos me ayudan a quedar por lo menos más
alto que el botija: la primavera sobredora mozartianamente la sombrilla y la
capelina que huelen a jazmín, y ella murmura mareándome con una especie de
tristeza turgente:
-Os vi sangrar durante la
consagración.
-No os asustéis -se alisó
los plisados de la pechera con encajes el detective. -Son cosas de este mundo.
Y no puedo explicarle que
la alergia estigmática explotó porque apenas nos arrodillamos sobre las alfombritas
tuve que engarfiarme los párpados para no caer en la vergüenza de adorarle el
escote, y me acuerdo del elixir y me dan ganas de matar a Label. En ese momento
aparecieron Lanzarote y Baruch en la esquina, y de golpe la plaza fue sacudida
por la carrera de una mulata que cargaba una pañoleta llena de vísceras y
aullaba la frase más escalofriante que se conocía en cualquier poblado español:
-Favor a la justicia.
La mujer es escultural y
apenas lleva puesto un camisón de burdel que parece hecho de tiras para un
disfraz de bruja y va desparramando las árganas de los verduleros y al llegar
al Cabildo sigue aullando:
-Descuartizaron a Red.
Debe haber sido el esqueleto con alas que vi al amanecer, cuando él se fue de
casa.
-Es Mimí, la barragana de
Label -le agarró la nuca Celeste a Josef y se lo recostó contra el cuerpo para
que no siguiera viendo.
-Y perdió la razón -se
apiada espantadamente el portugo. -Y no queráis imaginar lo que lleva en la pañoleta.
Es como si volviera de comprar quimbos de toro en la Recoba. Pobre Killer.
El alcalde se presentó
enseguida con la vara de la justicia y la liberta martiniqueña torció el
rebrillo empapado de los restos del maquillaje hacia la catedral:
-Está en el baldío grande
de San Carlos. Y apenas tuve tiempo de llevarme el pepino y los melocotones de
mi príncipe porque todavía no se los habían comido. Los rescaté a palazos y las
sabandijas me mordieron hasta la rabadilla.
-Una loca en la horca
puede ser algo triste de verdad. Baruch -descerraja el chasquido mágico
Lanzarote y mientras el yaguareté vuela a descogotar rapiñeros pienso en las
Gallinitas.
-Debe haber sido el
Lobisón del Hueco -murmuró el chiquilín de motas pelirrojas.
-Esas cosas no existen
-se persigna Celeste.
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La marquesa tuvo que
esperar más de un año para que Lanzarote le mandara un litro del escasísimo
elixir o punche o gloriado rejuvenecedor que le había prometido al final de la
procesión masónica y la mañana del 12 de agosto de 1808 Aurora Bendita cruzó
uno de los arcos triunfales erigidos para el paso de las autoridades que esa
tarde encabezarían la jura de fidelidad a Fernando VII en la ciudad engalanada
y blanqueada y empurpurada por tapicerías persas para entregar un frasco
envuelto en papel de estraza que la vieja besó babosamente mientras Marimoña
preparaba una bandeja con dos copitas: desde la noche de la penúltima fiesta de
San Juan estabas encerrado en reposo absoluto debajo de tu mosquitero junto con
la guitarra reverberante aunque nunca volviste a tocar ni a hablar y el médico opinaba
que era una locura triste y pasajera propia de los huerfanillos y que ahora
había que rezar y esperar el elixir y no seguir exponiéndote a las hinchadas de
lomo del Plata ni a las emociones saladas: Marimoña te daba la comida en la
boca y dormía en un camastro auxiliar donde te depositaba cuando le fallaban
los cálculos para sentarte en el servicio y amanecías hecho un pantano y
después te metía en la tina con la estrellera cerca porque era lo único que te
interesaba mirar: y recién en el túnel del gran nácar recordarías la silueta
que la Noche de Reyes de 1808 amarilló las rejas de la ventana abierta al calorío
lunar y el hervor del mosquitero y la triple franja incrustada de la guitarra
para hacerte subir unos ojos que preguntaban Quién: Ya ni siquiera me conoces
hijo respondió sin palabras el esqueleto con alas Yo soy tu alma y el alma de
Pepe Cordeón y los gauchos y los negros y los tigres y los perros cimarrones y
tenés que llegar a tocar como tu padre y Fray Guillermo y Celeste y antes de
irse agregó El Señor de la Paciencia pide que seas feliz: entonces la marquesa
te hizo embuchar el tónico que olía a jazmín y te dormiste un rato y cuando
emergiste con la lucidez turquí a flote Marimoña gritó Milagro y salió
corriendo a buscar a Tiburcio y empezaron a candombear y mientras el calunga
eee llumbá del tango transfiguraba el patio en una cancha mágica la vieja se
dio cuenta que habías crecido una barbaridad y mandó traerte la mejor ropa de
la tienda de Doroteo García y esa tarde esperaron la última de las cuatro juras
en la Plaza Mayor y le sonreíste a Celeste con tu PAX-LUX de ángel y después que
los reyes de armas vestidos a la usanza antigua y el Alférez Real y los
Alcaldes de primero y segundo voto reverenciaron el retrato de El Deseado y el
vulgo se enloqueció manoteando las monedas de plata que le tiraban los
coletudos desde el tabladillo volvieron a la casona eufóricos y chocolatearon y
bizcochearon con los vecinos como si se acabara de morir la desgracia: pero un
rato antes del toque de Ánimas la marquesa te mostró un mameluco estilo
Chinchón que acababa de comprarte para dormir y volviste a chuparle los pezones
en el cadalso del mosquitero grande.
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Isabelino Pena y
Lanzarote salieron al amanecer para la chácara en un tílburi traído desde
Liverpool durante la ocupación: el portugo animaba a los caballos con dulzura y
el detective se iba dando vuelta para sondear el lomo-guillotina de la ciudad
caída sobre las fragatas y la imperturbabilidad del yaguareté que los seguía
trotando. Y de golpe estornuda como si la polvareda que borronea el Cerrito
fuese una invasión de rapé lila y se lame la única lágrima que lo viene amenazando
desde ayer frente a las excepcionales ocho cuartas de la tumba de Label:
-Mañana vamos a Maldonado
a encontrarnos con Artigas.
-Toma ya.
-Id afilando el plumaje
de ganso, cofrade. Apuesto a que ignoráis que el Buonarroti que invoca nuestra
logia no es el autor del Juicio Final sino el anunciador del Triunfo Final que
redimirá a Red y a todos los caídos.
-¿Triunfo de quién?
-De los revolucionarios
de todas las épocas que no se sintieron corderos ni se arrodillaron para reverenciar
a la ortodoxia persecutoria y privilegiada que nos ordenó aplastar
Voltaire. Y os aseguro que después de las liberaciones de los Estados Unidos y
Haití llegará el jour de gloire para el Río de la Plata. Y que Napoleón
y El Deseado tomen por culo juntos.
-Y quién es el Buonarroti
que invoca vuestra logia.
-Es un hermano toscano
que se relacionó en París con Robespierre y Babeuf. ¿Sabéis quién fue Babeuf?
-El insurrecto que osó
derrocar al Directorio en el 97.
-Bravo, Monsieur le Secrétaire.
Gracchus creía que la Revolución tenía que arribar aun régimen socialista donde
se compartieran todos los bienes. Lo que acaso en algún momento llegó a soñar
vuestro cordero. Si es que históricamente existió como lo pintan.
Isabelino Pena gargajeó
hacia las dunas con un asco insolente pero el otro ni lo vio:
-El marqués Felipe
Buonarroti no estaba tan comprometido como Babeuf y se salvó de la viuda. Fue desterrado
a Italia. Claro que no conviene que Artigas sepa esto.
Y me relojea desde el
verdor de un sótano que hace que Baruch parezca un gatito ciego y me animo a
escarbar:
-De modo que sois
buonarrotistas infiltrados en la francmasonería.
-El marqués también
infiltró a los Carbonari italianos. Pero es para guiarlos.
-Por supuesto. Y os ruego
que excuséis mi indiscreción, pero tengo otra pregunta atragantada desde que
salimos del camposanto. ¿Por qué no se le practicó una autopsia al doctor
Label?
Lanzarote frenó en seco a
los caballos y le sonrió al resplandor cada vez más bilioso de la bahía:
-¿Para qué? La martiniqueña
se venía enloqueciendo hacía mucho. Y a Red lo fascinaban los jaleos con el
fuego desde que era un crío, maestre. Nadie puede con los celos.
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Al otro día del asesinato
los buonarrotistas homenajearon al camarada Label festicholeando en la Chácara
del Nuevo Mundo y no les importó que la Gallinita madre acabase de enviudar por
segunda vez antes de casarse porque tanto para el portugo como para los
galerudos supuestamente católicos la verdadera joie de vivre se expresba
honrando a Dios a rajatabla y contra cualquier ritual esclerosado en este único
mundo que el conocimiento supremo de la razón es capaz de concebir: Isabelino
Pena y Lanzarote salieron al amanecer y vos llegaste a mediodía con Celeste y
Aurora Bendita en un carruaje custodiado por la guardia mandinga y ahora el
viejo muy narigón y de tu misma altura que te adoraba con un fervor fluvial
había vuelto a vestirse de gaucho y cuando se encontraron en el barracón donde
funcionaba el Asilo de Santa María construido para vivienda y taller de
pequeñas industrias de los negros que se curaron del microbio del
amorcillamiento lo invitaste a conocer el Palomar del Paso y frente al torreón
de tres pisos idéntico al de Cavia le contaste que abajo estaba el osario de
las perdices y los perros cimarrones que se hervían junto con las flores para
preparar el punche y el viejo dijo Frívolos de mierda: los Twins y las
Gallinitas ni siquiera se vistieron de negro y después del asado con cuero
atravesaron todos juntos el Miguelete en carretillas entoldadas y pasaron por
la fuente de La Teja y subieron la cuchilla hasta una especie de belvedere bucólico
que los mellizos llamaban el football field y jugaron a patear una
enorme vejiga de cordero inflada que trataban de meter en un hoyo central y se
dividieron en teams y el viejo le puso Celeste a uno y Liverpool
al otro y a vos no te dejaron correr pero te divertiste más que en los
tangos y cuando Isabelino Pena se aburrió de hacer goals volvieron a la
Chácara y arrastraban los pies más por felicidad que por cansancio y el atardecer
doraba los jazmineros que rodeaban el hospital y el asilo de los sanmarianos y
tuvieron que embadurnarse con un ungüento indio porque las moscas y los
mosquitos y los tábanos se les metían en la boca y después de celebrados los
esponsales con la asistencia de un franciscano del molino Celeste anunció que
iba a hacer equilibrio sobre el arroyo: entonces los negrazos uniformados
prendieron docenas de antorchas y algunos cruzaron a esperarla en un islote
lleno de garzas rosadas mientras otros tensaban un cable de barco entre las
orillas engrasadas por los desperdicios de los saladeros y cuando la muchacha
apareció muy mal defendida por una túnica de tul y un corpiño justísimo te
acordaste de los ataques que casi te matan la noche del Cabildo Abierto y la de
San Baltasar y pensaste Hoy va a volar y ella manejaba la vara danzante al compás
de una tonada inasible mientras el estrellerío le bañaba las crenchas hasta que
de repente se retorció y se cayó entre un alarido idéntico al que provocaban a
cada rato las bombas inglesas dos años atrás aunque no hubo necesidad de que
las rescataran los botes y el portugo comentó Sabe nadar mejor que cualquier
perra y al llegar a la orilla la muchacha se escurrió y saludó con más
prestancia que una bolera madrileña y vos pensaste que estaba más desnuda que
si estuviera desnuda.
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