martes

1809: ARTIGAS y la barbarie ilustrada y el alma cimarrona (6) - Hugo Giovanetti Viola


(LO QUE EL MATERIALISMO NEURÓTICO QUISO ESCONDERNOS SOBRE NUESTRA GRANDEZA)

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Isabelino Pena salió de la primera misa del domingo con Celeste y Josef, y se ajustó la chupa y los calzones que parecían molestarle más que los zapatos con hebillas. La muchacha me hace llevarla del bracete y los tacos me ayudan a quedar por lo menos más alto que el botija: la primavera sobredora mozartianamente la sombrilla y la capelina que huelen a jazmín, y ella murmura mareándome con una especie de tristeza turgente:

-Os vi sangrar durante la consagración.

-No os asustéis -se alisó los plisados de la pechera con encajes el detective. -Son cosas de este mundo.

Y no puedo explicarle que la alergia estigmática explotó porque apenas nos arrodillamos sobre las alfombritas tuve que engarfiarme los párpados para no caer en la vergüenza de adorarle el escote, y me acuerdo del elixir y me dan ganas de matar a Label. En ese momento aparecieron Lanzarote y Baruch en la esquina, y de golpe la plaza fue sacudida por la carrera de una mulata que cargaba una pañoleta llena de vísceras y aullaba la frase más escalofriante que se conocía en cualquier poblado español:

-Favor a la justicia.

La mujer es escultural y apenas lleva puesto un camisón de burdel que parece hecho de tiras para un disfraz de bruja y va desparramando las árganas de los verduleros y al llegar al Cabildo sigue aullando:

-Descuartizaron a Red. Debe haber sido el esqueleto con alas que vi al amanecer, cuando él se fue de casa.

-Es Mimí, la barragana de Label -le agarró la nuca Celeste a Josef y se lo recostó contra el cuerpo para que no siguiera viendo.

-Y perdió la razón -se apiada espantadamente el portugo. -Y no queráis imaginar lo que lleva en la pañoleta. Es como si volviera de comprar quimbos de toro en la Recoba. Pobre Killer.

El alcalde se presentó enseguida con la vara de la justicia y la liberta martiniqueña torció el rebrillo empapado de los restos del maquillaje hacia la catedral:

-Está en el baldío grande de San Carlos. Y apenas tuve tiempo de llevarme el pepino y los melocotones de mi príncipe porque todavía no se los habían comido. Los rescaté a palazos y las sabandijas me mordieron hasta la rabadilla.

-Una loca en la horca puede ser algo triste de verdad. Baruch -descerraja el chasquido mágico Lanzarote y mientras el yaguareté vuela a descogotar rapiñeros pienso en las Gallinitas.

-Debe haber sido el Lobisón del Hueco -murmuró el chiquilín de motas pelirrojas.

-Esas cosas no existen -se persigna Celeste.

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La marquesa tuvo que esperar más de un año para que Lanzarote le mandara un litro del escasísimo elixir o punche o gloriado rejuvenecedor que le había prometido al final de la procesión masónica y la mañana del 12 de agosto de 1808 Aurora Bendita cruzó uno de los arcos triunfales erigidos para el paso de las autoridades que esa tarde encabezarían la jura de fidelidad a Fernando VII en la ciudad engalanada y blanqueada y empurpurada por tapicerías persas para entregar un frasco envuelto en papel de estraza que la vieja besó babosamente mientras Marimoña preparaba una bandeja con dos copitas: desde la noche de la penúltima fiesta de San Juan estabas encerrado en reposo absoluto debajo de tu mosquitero junto con la guitarra reverberante aunque nunca volviste a tocar ni a hablar y el médico opinaba que era una locura triste y pasajera propia de los huerfanillos y que ahora había que rezar y esperar el elixir y no seguir exponiéndote a las hinchadas de lomo del Plata ni a las emociones saladas: Marimoña te daba la comida en la boca y dormía en un camastro auxiliar donde te depositaba cuando le fallaban los cálculos para sentarte en el servicio y amanecías hecho un pantano y después te metía en la tina con la estrellera cerca porque era lo único que te interesaba mirar: y recién en el túnel del gran nácar recordarías la silueta que la Noche de Reyes de 1808 amarilló las rejas de la ventana abierta al calorío lunar y el hervor del mosquitero y la triple franja incrustada de la guitarra para hacerte subir unos ojos que preguntaban Quién: Ya ni siquiera me conoces hijo respondió sin palabras el esqueleto con alas Yo soy tu alma y el alma de Pepe Cordeón y los gauchos y los negros y los tigres y los perros cimarrones y tenés que llegar a tocar como tu padre y Fray Guillermo y Celeste y antes de irse agregó El Señor de la Paciencia pide que seas feliz: entonces la marquesa te hizo embuchar el tónico que olía a jazmín y te dormiste un rato y cuando emergiste con la lucidez turquí a flote Marimoña gritó Milagro y salió corriendo a buscar a Tiburcio y empezaron a candombear y mientras el calunga eee llumbá del tango transfiguraba el patio en una cancha mágica la vieja se dio cuenta que habías crecido una barbaridad y mandó traerte la mejor ropa de la tienda de Doroteo García y esa tarde esperaron la última de las cuatro juras en la Plaza Mayor y le sonreíste a Celeste con tu PAX-LUX de ángel y después que los reyes de armas vestidos a la usanza antigua y el Alférez Real y los Alcaldes de primero y segundo voto reverenciaron el retrato de El Deseado y el vulgo se enloqueció manoteando las monedas de plata que le tiraban los coletudos desde el tabladillo volvieron a la casona eufóricos y chocolatearon y bizcochearon con los vecinos como si se acabara de morir la desgracia: pero un rato antes del toque de Ánimas la marquesa te mostró un mameluco estilo Chinchón que acababa de comprarte para dormir y volviste a chuparle los pezones en el cadalso del mosquitero grande.

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Isabelino Pena y Lanzarote salieron al amanecer para la chácara en un tílburi traído desde Liverpool durante la ocupación: el portugo animaba a los caballos con dulzura y el detective se iba dando vuelta para sondear el lomo-guillotina de la ciudad caída sobre las fragatas y la imperturbabilidad del yaguareté que los seguía trotando. Y de golpe estornuda como si la polvareda que borronea el Cerrito fuese una invasión de rapé lila y se lame la única lágrima que lo viene amenazando desde ayer frente a las excepcionales ocho cuartas de la tumba de Label:

-Mañana vamos a Maldonado a encontrarnos con Artigas.

-Toma ya.

-Id afilando el plumaje de ganso, cofrade. Apuesto a que ignoráis que el Buonarroti que invoca nuestra logia no es el autor del Juicio Final sino el anunciador del Triunfo Final que redimirá a Red y a todos los caídos.

-¿Triunfo de quién?

-De los revolucionarios de todas las épocas que no se sintieron corderos ni se arrodillaron para reverenciar a la ortodoxia persecutoria y privilegiada que nos ordenó aplastar Voltaire. Y os aseguro que después de las liberaciones de los Estados Unidos y Haití llegará el jour de gloire para el Río de la Plata. Y que Napoleón y El Deseado tomen por culo juntos.

-Y quién es el Buonarroti que invoca vuestra logia.

-Es un hermano toscano que se relacionó en París con Robespierre y Babeuf. ¿Sabéis quién fue Babeuf?

-El insurrecto que osó derrocar al Directorio en el 97.

-Bravo, Monsieur le Secrétaire. Gracchus creía que la Revolución tenía que arribar aun régimen socialista donde se compartieran todos los bienes. Lo que acaso en algún momento llegó a soñar vuestro cordero. Si es que históricamente existió como lo pintan.

Isabelino Pena gargajeó hacia las dunas con un asco insolente pero el otro ni lo vio:

-El marqués Felipe Buonarroti no estaba tan comprometido como Babeuf y se salvó de la viuda. Fue desterrado a Italia. Claro que no conviene que Artigas sepa esto.

Y me relojea desde el verdor de un sótano que hace que Baruch parezca un gatito ciego y me animo a escarbar:

-De modo que sois buonarrotistas infiltrados en la francmasonería.

-El marqués también infiltró a los Carbonari italianos. Pero es para guiarlos.

-Por supuesto. Y os ruego que excuséis mi indiscreción, pero tengo otra pregunta atragantada desde que salimos del camposanto. ¿Por qué no se le practicó una autopsia al doctor Label?

Lanzarote frenó en seco a los caballos y le sonrió al resplandor cada vez más bilioso de la bahía:

-¿Para qué? La martiniqueña se venía enloqueciendo hacía mucho. Y a Red lo fascinaban los jaleos con el fuego desde que era un crío, maestre. Nadie puede con los celos.

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Al otro día del asesinato los buonarrotistas homenajearon al camarada Label festicholeando en la Chácara del Nuevo Mundo y no les importó que la Gallinita madre acabase de enviudar por segunda vez antes de casarse porque tanto para el portugo como para los galerudos supuestamente católicos la verdadera joie de vivre se expresba honrando a Dios a rajatabla y contra cualquier ritual esclerosado en este único mundo que el conocimiento supremo de la razón es capaz de concebir: Isabelino Pena y Lanzarote salieron al amanecer y vos llegaste a mediodía con Celeste y Aurora Bendita en un carruaje custodiado por la guardia mandinga y ahora el viejo muy narigón y de tu misma altura que te adoraba con un fervor fluvial había vuelto a vestirse de gaucho y cuando se encontraron en el barracón donde funcionaba el Asilo de Santa María construido para vivienda y taller de pequeñas industrias de los negros que se curaron del microbio del amorcillamiento lo invitaste a conocer el Palomar del Paso y frente al torreón de tres pisos idéntico al de Cavia le contaste que abajo estaba el osario de las perdices y los perros cimarrones que se hervían junto con las flores para preparar el punche y el viejo dijo Frívolos de mierda: los Twins y las Gallinitas ni siquiera se vistieron de negro y después del asado con cuero atravesaron todos juntos el Miguelete en carretillas entoldadas y pasaron por la fuente de La Teja y subieron la cuchilla hasta una especie de belvedere bucólico que los mellizos llamaban el football field y jugaron a patear una enorme vejiga de cordero inflada que trataban de meter en un hoyo central y se dividieron en teams y el viejo le puso Celeste a uno y Liverpool al otro y a vos no te dejaron correr pero te divertiste más que en los tangos y cuando Isabelino Pena se aburrió de hacer goals volvieron a la Chácara y arrastraban los pies más por felicidad que por cansancio y el atardecer doraba los jazmineros que rodeaban el hospital y el asilo de los sanmarianos y tuvieron que embadurnarse con un ungüento indio porque las moscas y los mosquitos y los tábanos se les metían en la boca y después de celebrados los esponsales con la asistencia de un franciscano del molino Celeste anunció que iba a hacer equilibrio sobre el arroyo: entonces los negrazos uniformados prendieron docenas de antorchas y algunos cruzaron a esperarla en un islote lleno de garzas rosadas mientras otros tensaban un cable de barco entre las orillas engrasadas por los desperdicios de los saladeros y cuando la muchacha apareció muy mal defendida por una túnica de tul y un corpiño justísimo te acordaste de los ataques que casi te matan la noche del Cabildo Abierto y la de San Baltasar y pensaste Hoy va a volar y ella manejaba la vara danzante al compás de una tonada inasible mientras el estrellerío le bañaba las crenchas hasta que de repente se retorció y se cayó entre un alarido idéntico al que provocaban a cada rato las bombas inglesas dos años atrás aunque no hubo necesidad de que las rescataran los botes y el portugo comentó Sabe nadar mejor que cualquier perra y al llegar a la orilla la muchacha se escurrió y saludó con más prestancia que una bolera madrileña y vos pensaste que estaba más desnuda que si estuviera desnuda.

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