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JOAQUÍN TORRES GARCÍA. INTEGRIDAD DEL ARTE (11) por ALEJANDRO DÍAZ


Pintar Nueva York (1)

“Me di cuenta entonces de que si bien es cierto que aquello que constituye la esencia del arte griego, esto es, la estructura y no la imitación, la intuición y no la sensación, por ser lo esencial también de todo arte grande no puede ni debe variar a través del tiempo, y es por esto que lo podríamos llamar el elemento fijo; no así aquello que toma el artista de la realidad viviente, que  ha de marchar a compás del tiempo. Por esta razón, pues, varié de rumbo y en vez de marchar de cara a la arqueología le volví la espalda para observar cuanto había en la realidad en la que vivía. Y entonces entré de lleno en un mundo nuevo, inagotable. Todo me pareció interesante, fuese lo que fuese -y lo es- pero en los casos vivientes descubrí otra armonía, otra música, otro ritmo; y entonces fue cuando por primera vez pensé en esta gran ciudad de New York, la ciudad más ciudad, en la que más intensamente se siente el tiempo presente. (…) Y ahora ya no tengo que decirle para qué he venido a Nueva York. He venido para realizar esa idea de arte nuevo, ese moderno clasicismo en la ciudad también más moderna (41).”

Convencido de que el artista debe poner su obra al compás del tiempo en que vive, Torres García se establece en Nueva York entre 1920 y 1922, buscando la ciudad que le descubra una nueva forma de pintar, la forma que correspondiera con su contemporaneidad. No emprende un viaje de estudios ni de turismo; al igual que la primera vez que el artista cruzó el Atlántico se trata de una emigración, ahora con su esposa y sus tres hijos, hablando muy poco inglés y en condiciones económicas poco favorables. El deslumbramiento que le provoca la ciudad más moderna y dinámica de su tiempo está bien documentado en su libro “New York (42)”, que en sus primeras páginas es una vertiginosa expresión de poesía visual en la que formas, colores, letras y cifras desfilan frente a los ojos del artista. Casas rojas, amarillas, grises. – Anuncios - fijos, móviles, luminosos, acústicos, bajando, subiendo, vibrando siempre, sin dejar reposo a la sensibilidad. - El puerto - visión extraordinaria - realidad cubista - futurista -geometría – rojo, negro, ocre – humo, agua oleosa, cables, sirenas, banderas, señales - mil rostros humanos asomados en el gigante transantlántico – mil lenguas diversas en letras - brea – alquitrán – millones de chimeneas humeando.

Lo que la ciudad moderna tenía para enseñarle y que Torres García había vislumbrado en Barcelona, en Nueva York adquiere su máxima expresión; es la quintaesencia de la conjunción de una arquitectura urbana fuertemente estructurada y prismática -en la que se alterna la rítmica aparición de las aberturas de los edificios con el caos de los carteles- y el incesante movimiento de la gente y vehículos. Si las Calles de Barcelona están construidas en un equilibrio estático, en el que el movimiento callejero se organiza-podríamos decir que para siempre- en una estructura ortogonal, en las calles de Nueva York Torres García cumple la premisa de atrapar pictóricamente el dinamismo de la ciudad moderna. En New York de 1920, el movimiento de personas, carros y caballos se impone a la estructura de la ciudad. Respetando siempre la premisa de que todos los elementos deben estar sujetos en el plano, la sensación de profundidad -que nace más del escorzo de los objetos que de las fugantes- se compensa mediante la entonación del color. Aparece la línea negra con una función que será cada vez más relevante en la obra de Torres García, no solamente para dibujar contornos de objetos, sino para representarlos gráficamente.

En Síntesis de New York se produce un paso más en esta dirección. En un entramado visual urbano que ahora sí es totalmente plano, todos los objetos han sido reducidos a formas muy simplificadas. Lo que dibujan las líneas es a la vez la representación de objetos y un grafismo que parece una escritura, y esa ambigüedad se potencia con la inclusión de letras, números y palabras, de las cuales BUSINESS domina el centro de la obra, y no por casualidad.

Es que ese trozo del mundo que Torres pone frente a sus ojos para crea un cuadro, ahora no está mudo. La ciudad no está ahí simplemente para ser vista, para ser objeto de arte; no está despojada de discurso, sino que este es parte inextricable de la urbe y de la sociedad que la hace posible. El anuncio publicitario -ineludible- pesa tanto y más que la arquitectura. El anuncio invade la pared - en las anchas fachadas - en lo alto de las altas casas – en cualquier muro – en cualquier superficie alta o baja – en mil formas – en mil dimensiones. – Invade el periódico -sin dejar espacio para otras cosas, invade las revistas – sin que quede lugar para nada más. – Ocupa hasta el más pequeño espacio aprovechable en los tranvías elevados y subterráneos – en los ómnibus – en los ferry-boats. Decora toda suerte de vehículos, llena las vitrinas de los grandes bazares y de las pequeñas tiendas (43).

La fiesta luminosa de Broadway, cada noche, es el grito, en competencia, de cada anunciante. Una belleza bien nueva – una locura. Aquí todo es negocio – un billón de dollars – cada año – en anuncios. Tres cuartas partes del capital para el anuncio, una parte para la industria (44).

Si en New York de 1920 el cartel de anuncio aparece solamente como un elemento más del paisaje urbano, en Síntesis de New York de 1921 las palabras tienen un cometido bien diferente. No expresan ya lo que la ciudad tiene para decirle al que la vea, sino lo que el pintor piensa que es su esencia. Desde su concepción el tratamiento de la obra es radicalmente otro, ya que no se trata de esa pintura visual que Torres venía haciendo, sino que ahora la operación además de plástica también es conceptual. Ya no hay una traducción de lo percibido por medio de equivalentes plásticos, hay una reconstrucción libre, indudablemente una síntesis. Y en esa síntesis, Torres García le devuelve a la ciudad el mensaje con que esta tanto machaca los ojos de quien quiera mirarla; BUSINESS. Porque el anuncio publicitario no tiene otro origen ni otro cometido que ese.

Notas

(41) “El pintor J Torres García habla de su arte y de sus proyectos”, La Prensa, Nueva York, 10 de marzo de 1921. En Cecilia de Torres, Torres García en Nueva York 1920-22 del catálogo Torres García Trazos de New York, Museo Torres García / Artepadilla / Caixa, Río de Janeiro.

(42) JTG 1921.

(43) JTG 1921. P. 81.

(44) JTG 1921. P. 70.

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