miércoles

1809: ARTIGAS y la barbarie ilustrada y el alma cimarrona (5) - Hugo Giovanetti Viola


(LO QUE EL MATERIALISMO NEURÓTICO QUISO ESCONDERNOS SOBRE NUESTRA GRANDEZA)

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Isabelino Pena bajó hasta la callecita que daba a la puerta de San Juan y encontró un montón de chiquilines chapaleando en un rabioso partido de pelota vasca. No queda un farol sano: los equipos que se azulan fantasmalmente en el barrial se llaman los Morrocotudos y los Guarangos, y la pared que usan para el rebote es la del caserón lindero al de los Twins. Después del toque de Ánimas y el cañonazo se oyó un retumbar de caballos por el lado de la muralla y los pelotaris se desbandaron como ratas. Yo me escondo junto con cuatro de los más grandes en la esquina de San Joaquín y vemos aparecer una carreta escoltada por la guardia personal de portugo: los mandingas llevan antorchas y hacen bajar a un grupo de esclavas que son recibidas en la puerta principal por los galerudos.

-Venga -juntó las manos el adolescente más fuerte y ya muy desdentado para ir ayudando a los otros a treparse a la azotea.

Yo me hago el bobo y agarro viaje y me cuesta un disparate no resbalar en el descanso de una claraboya donde unos brazos embarrados me enganchan hasta sentarme en el pretil: ahora me echo el sombrero en la espalda para dejarme despeinar maravilladamente por el mar de luciérnagas que forman las calles y los barcos y la farola del Cerro latiendo bajo el estrellerío.

-Reinas de Angola. Congas. Cabindas. Molembas. Benguelas -gritaron los McGill, y los pelotaris y el detective gatearon por la azotea enladrillada para asomarse al patio donde empezaron a sonar los tamboriles y las marimbas.

Entonces aparecen las esclavas sobre el damero oblicuo del mosaico azulado por la parra: las muchachas desnudan bailan locas de frío entre la humareda girante y los mellizos siguen cacareando el nombre de las naciones mientras las lengüetean y las penetran con velas esotéricas.

-Venga -se escupieron las manos antes de desbraguetarse para jugar una carrera de masturbaciones los chiquilines, y el viejo retrocedió como un cangrejo y se asomó a la calle.

Lo verdaderamente grave es que estoy atenazado por una erección de virulencia liceal y lo único que atino es a saltar hasta la claraboya y pierdo pie enseguida y aterrizo en la cancha de barro.

-Mater Deus -tiritó el viejito al distinguir un resplandor asesino que lo taladraba desde la puerta de San Juan.

Era el mismísimo Baruch.

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La fiesta de San Juan de 1807 fue celebrada por los masones ingleses con una procesión que arrancó en el Barracón de la Marina y terminó en la plaza de la Matriz frente a la mudez tiritante de los curiosos salidos del caserío desbarrancado hacia el mar y amurallado y fortificado y con paredes enjalbegadas y tejados naranjas de San Felipe y Santiago que no veían cruces ni ciriales ni hachones previos al regocijo nocturno de la cohetería y las fogatas y las danzas y las cédulas de novio y los trovadores embrujados por los jazmines que estrellaban las rejas: tu abuela te abrigó horriblemente y te prohibió por millonésima vez que hablaras con Celeste y llegaron al Cabildo con Marimoña justo cuando la Logia Buonarroti seguía de largo hasta la catedral y tu médico le explicó a la marquesa que el gigante Label y los mellizos McGill eran católicos nacidos en Irlanda y Escocia y que se conocían con Lanzarote desde el tiempo de las pajuelas: Mi esposo siempre dijo que del portugo desvergonzado era un espía al servicio de Inglaterra se acomodó primero los peinetones que le sostenían los bucles de banana y después el corsé para que se viera mejor el escote que la hacía lagrimear de frío la marquesa Y si no que lo diga la raterilla que cuando los herejes nos ultrajaban tañía que daba gusto: Celeste entró a misa con el gigante pecoso y los galerudos mientras el portugo intercambiaba narigadas de tabaco-rapé blanquillo que se llevaba en cajas de oro o plata o carey con los anglicanos solemnizados por los estandartes las insignias las bandas los mandiles las estrellas y los compases simbólicos de iniciación templaria y el cronista de la Estrella del Sur sacaba sus apuntes: entonces un médico contó que en el Miguelete acababa de fundarse la Chácara del Nuevo Mundo con un Hospital y un Asilo de Caridad para los negros amorcillados en las travesías y que el cirujano Label había inventado un elixir rejuvenecedor y a la vieja se le afrutilló el colorete abajo del velo y preguntó si el tónico no te podría aliviar el corazoncito y el hombre sentenció que después del siglo de las luces todo iba a ser posible: Esto lo hago por vos te advirtió la marquesa con el jadeo baboso de la cachondez y te arrastró hasta la catedral donde Lanzarote pareció penetrarla con el parche y vos sentiste que el sapo-picaflor iba a desbocarse en cualquier momento y pensaste en el espejo que Celeste te prohibió mirar mientras bailaba el minué de Rameau y entendiste que la belleza del dolor desnudo es lo único que importa.

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Isabelino Pena vio aparecer a Lanzarote y le hizo señas para que lo ayudara a levantarse. Estoy hecho un fantasma de albañal aunque sin huesos rotos, y cuando subimos a la plaza escoltados por el yaguareté me tengo que comer un sermoncito del portugo:

-Os esperaba para trabajar, cofrade secretario. Me urge empezar a dictar el Memorial de la Chácara, aunque después también que arremangarse con un evangelio según el mismísimo Jesucristo. Necesitamos una humanidad que se decida a perdonar al aspirante a Mesías.

El detective contestó persignándose ojicerradamente frente a la catedral. El padre Artigas sabe quiénes somos los cofrades del Espíritu, pienso escupiendo bilis. Celeste y Josef dormían, y un liberto con librea ayudó al viejo calenturiento a darse un baño de tina y vestirse de cajetilla.

-A los escoceses no les cabe un huevo con el gambito que les enseñásteis. ¿Gloriado o cognac? -saca dos botellones Lanzarote y yo elijo el alcohol como un macaco de resorte y se me escapa un pedo espantoso.

-Voto a bríos -se atoró al carcajear el portugo. -Brindo por la indecencia, maestre.

-Y yo brindo por la libertad, el Hombre Nuevo y la pureza de corazón -retengo un buche fogosísimo y me animo a largarle un palazo a la piñata. -A las que nos les debe caber un huevo es a las esclavas que vi entrar en la mansión de los Twins.

El empelucado sorbió una dosis de rapé para disimular la agresividad de un estornudo muy flemoso:

-¿Acaso estabas vigilándolos?

-Ni de coña, don Pepe. Es que terminé de chupandina en el Hacha y salí a despejarme con Remigio Arnal, un pariente de Artigas. ¿Lo conocéis?

Lanzarote no me da bola y de golpe desembucha:

-Hoy compramos esclavos que iremos incorporando a la liberación revolucionaria propuesta en la Chácara, sin distinción de credos ni de razas. Y los cofrades que celebran mañana sus contratos esponsalicios se despiden de la soltería farreando con algunas de las recién llegadas. Algo normal. Por cierto que el doctor Label también cotarro donde lamerse.

-Hoy probé el elixir.

-¿Y que tal?

-¿Qué tal en qué sentido? ¿Cómo puedo saber si rejuvenecí en tres horas?

-Os aseguro que podéis saberlo -se le puso más siniestro el ojo verde que el parche a Lanzarote mientras se tanteaba la entrepierna. -El punche es un prodigio alquímico antirreumático y afrodisíaco. Y también os aseguro que en la futura República Cimarrona Científica y Universal conoceréis el gran reino de este mundo.

Entonces entiendo qué fue lo que me hizo mojar en la azotea de los galerudos y no mando a la mierda al bárbaro ilustrado porque todavía no me puedo dar el lujo de reventar entre las muelas de un yaguareté.

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Cuando tu padre venía de la estancia la marquesa no tenía más remedio que dejarte guitarrear con Fray Guillermo y Celeste y Lanzarote y el 8 de diciembre de 1806 el Rubio volvió de acompañar a Artigas en una misión de reconocimiento del sistema utilizado a lo largo de la costa para anunciar un posible avance inglés por tierra hacia la Plaza: el Ayudante Mayor de Blandengues se quedó en la Guardia del Cordón redactándole un oficio al Virrey Sobremonte donde le sugería que se prendiera otro fuego en la Barra de Pando para avistar las señales mandadas desde el Cerro de los Toros y Piedras de Afilar porque desde Carrasco o el saladero de Seco no se percibían bien: El problema es que no todos los vigilantes tiene la vista de Pepe Cordeón explicó tu padre Y si no nos prevenimos se perderán avisos y ya se hace evidente que los ingleses recibieron refuerzos: Lo que para mi coleto se hace cada día más evidente es que a Artigas le cambió la mirada se le consteló el revuelo de miel a Fray Guillermo y Lanzarote aprovechó para ironizar Es que está enamorado: Gran verdad retrucó el franciscano y Celeste prendió chasqueantemente una targanina y como era cotilleo que el matrimonio de Pepe con Rafaela representaba una especie de Piedad escultórica invertida hubo un silencio con mosquerío y rebuznos y pregones de marchantes hasta que el hombre-muchacho de sotana rotosa mostró los dientes fétidos y agregó Enamorado de la tierra que él mismo ayudó a devastar contrabandeando antes de hacerse blandengue y soñar con una Madre Patria que defendiera el alma cimarrona: Habláis bien terminó su chocolate el portugo Y el diablo a cuatro que desde que nombraron Virrey a Avilés la Madre Patria le pagó con negaciones de ascensos y licencias por enfermedades graves a un hombre que después de servir bajo las órdenes de Félix de Azara es capaz hasta de colonizar A mí me recuerda a un perro del convento que también se llama Pepe se puso traviesamente enigmático el franciscano Quién os recuerda a un perro ladró Celeste y Fray Guillermo le contestó Artigas y contó: el cachorro era bayo y querendón casi hasta el salvajismo y como le rompía la ropa a todo el mundo de tanto reclamar fiestas hubo que domesticarlo y lo ataron durante meses en el huerto y cuando no aguantaron más los aullidos y lo soltaron ya parecía un adulto aunque nunca perdió un temperamento alucinado que se volvió guerrero cuando la Nicasia entró increíblemente en celo a los quince años y había que sacarle los bichos vagabundos de adentro a palazos y justo el día de la Virgen Pepe se la agarró contra un ejército de sarnosos alzados y quedó hecho pedazos pero se abotonó con la Niqui y al final ella se despatarró a descansar en un silloncito y él se tiró en el suelo echando sangre y estuvo horas vigilándola con un orgullo de oro digno de cualquier vitral: Sí dejó de sonreír Fray Guillermo Me hace acordar a Artigas rompiéndose el alma solo para que Satanás no se nos quede con la sal de esta tierra.

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