CAPÍTULO
IV / LAS LLAVES (3)
En
las últimas etapas de muchas mitologías, las imágenes clave se esconden como
agujas en grandes pajares de anécdota y racionalización secundarias; pues
cuando una civilización ha pasado desde el punto de vista mitológico al seglar,
las imágenes más antiguas ya no son sentidas ni del todo aprobadas. En la Grecia
helenística y en la Roma imperial, los antiguos dioses fueron reducidos a
patrones cívicos, mascotas domésticas y favoritos literarios. Incomprendidos
temas heredados, como el del Minotauro -el aspecto nocturno, terrible y oscuro
de la antigua representación egipcio-cretense del dios del sol y divino rey
encarnado- fueron racionalizados y reinterpretados para adecuarlos a
finalidades contemporáneas. El Monte Olimpo se convirtió en una Riviera de
escándalos y asuntos amorosos, y las diosas madres en histéricas ninfas. Los mitos
se leían como idilios sobrehumanos. En cambio en China, en donde la fuerza
humanística y moralizadora del confucianismo ha vaciado completamente las
viejas formas del mito de su grandeza primaria, la mitología oficial es hoy un
grupo de anécdotas sobre los hijos y las hijas de los oficiales provincianos
quienes, por servir a su comunidad de una manera o de otra, eran elevados por
sus agradecidos beneficiarios a la dignidad de dioses locales. En el cristianismo
moderno progresista, Cristo, encarnación del Logos y Redentor del Mundo, es
ante todo un personaje histórico, un inofensivo y sabio hombre del campo del
pasado semioriental, que predicaba la doctrina benigna de “haz lo que quieras
que gana contigo” y sin embargo fue ejecutado como un criminal. En su muerte se
lee una espléndida lección de integridad y fortaleza.
En
cuanto la poesía del mito es interpretada como biografía, historia o ciencia,
muere. Las imágenes vivas se convierten sólo en hechos remotos de un tiempo o
de un cielo distantes. Además no es difícil demostrar que como ciencia o
historia la mitología es absurda. Cuando una civilización empieza a
reintepretar su mitología de esta manera, la vida huye de ella, los templos se
convierten en museos y se disuelve la liga entre las dos perspectivas. Esa
plaga ha descendido sobre la Biblia y sobre gran parte del culto cristiano.
Para
devolver las imágenes a la vida, el individuo tiene que buscar, no interesantes
aplicaciones a asuntos modernos, sino huellas iluminantes del pasado inspirado.
Cuando estas se encuentran, vastas áreas de iconografía medio muerta muestran
de nuevo su significado humano permanente.
En
el Sábado Santo de la Iglesia Católica, por ejemplo, después de la bendición
del fuego nuevo, (3) de la bendición del cirio pascual, y de la lectura de las
profecías, el sacerdote se pone una capa pluvial púrpura y precedido por la
cruz procesional, los candelabros y la vela bendita encendida, va a la pila
bautismal con sus ministros, mientras se canta lo siguiente: “Como el ciervo
suspira por las fuentes de las aguas, así desea mi alma a Ti, oh Dios mío,… ¿Cuándo
vendré y compareceré ante el rostro de Dios? Fueron para mí las lágrimas panes
de día y de noche, cuando se me dice todos los días: ¿dónde está tu Dios?”
(Salmo XLI, 24).
Al
llegar al umbral del baptisterio, el sacerdote hace una pausa para ofrecer una
plegaria, luego entra y bendice el agua de la pila “para que una primogenitura
celestial, concebida ya por esta bendición, salga del seno inmaculado de esta
divina fuente para un nuevo nacimiento; y que todos, cualquiera que sea la
diferencia de edad o de sexo, reciban nueva vida por la fecunda virtud de la
gracia”. Toca el agua con su mano y ora para que sea purificada de la malicia
de Satán; hace el signo de la cruz por encima del agua, divide el agua con su
mano y la rocía hacia las cuatro partes del mundo, sopla tres veces sobre el
agua en forma de cruz, luego sumerge el cirio pascual en el agua y entona: “Descienda
sobre esta pila la virtud del Espíritu Santo”, de nuevo retira la vela y la
sumerge por tercera vez hasta el fondo, repitiendo en un tono más alto todavía:
“Descienda sobre toda esta pila la virtud el Espíritu Santo”; entonces sopla
tres veces sobre el agua y sigue adelante: “Y fecunde sobre toda la sustancia
de esta agua, dándole virtud regeneradora”. Retira la vela del agua y luego de
unas plegarias finales los sacerdotes rocían a la gente con esta agua bendita.
(4)
El
agua femenina espiritualmente fructificada con el fuego masculino del Espíritu
Santo es el equivalente cristiano del agua de la transformación conocida en
todos los sistemas de imágenes mitológicas. Este rito es una variante del
matrimonio sagrado, que es la fuente que genera y regenera al mundo y al nombre;
precisamente, el misterio simbolizado por el lingam hindú. Entrar a esta fuente
es sumergirse en el reino mitológico; romper su superficie es cruzar el umbral
del mar nocturno. Simbólicamente, el niño hace esta jornada cuando el agua cae
sobre su cabeza; su guía y sus auxiliares son el sacerdote y los padrinos. Su
meta es una visita a los padres de su Ser Eterno, el Espíritu de Dios y el
Vientre de la Gracia. (5) Entonces se le devuelve a los padres de su cuerpo
físico.
Pocos
de nosotros tenemos algún indicio del sentido del rito del bautismo, que fue la
iniciación a nuestra Iglesia. Sin embargo, aparece claramente en las palabras
de Jesús: “’En verdad, en verdad te digo que quien no naciere de arriba no
podrá entrar en el Reino de Dios.’ Díjole Nicodemo: ‘¿Cómo puede el hombre
nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar de nuevo en el seno de su madre y
volver a nacer? Respondió Jesús: ‘En verdad, en verdad te digo que quien no
naciese del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de los Cielos.’”
(6)
La
interpretación popular del bautismo es la de que “lava el pecado original”, lo
cual subraya la idea de la purificación y no la del renacimiento. Esta es una interpretación
secundaria. O si se recuerda la imagen tradicional del nacimiento, nada se dice
del matrimonio que lo antecede. Los símbolos mitológicos, sin embargo, tiene
que ser seguidos a través de todas sus implicaciones antes de que abran el
sistema total de correspondencias a través del cual representan por analogía la
aventura milenaria del alma.
Notas
(3)
Sábado Santo, el día entre la Muerte y la Resurreción de Jesús, que está en el
fondo del infierno. Es el momento en que renueva el eón. Comparar este motivo
con el de las teas de que se trató anteriormente.
(4)
Ver el Misal Diario católico ·Sábado Santo”. Los textos citados han sido
abreviados de la traducción española del Misal preparado por Dom Gaspar
Lefebvre O.S.B., publicada por Desclée de Brouwer y Cía., Brujas.
(5)
En la India el poder (shakti) de un dios se personifica en forma
femenina y representa la consorte de dios; en el presente ritual, la gracia se
simboliza en forma similar.
(6)
Juan, 3: 3-5.
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