1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes /
2019
III / Esquizofrenia
Espacio
y tiempo en la esquizofrenia (2)
(A
propósito de paciente)
¿Es que el exterior llama?
¿No es el exterior una intimidad antigua
perdida en las sombras de la memoria?
Gastón
Bachelard, “La poética del espacio”
C)
Los mitos de “pegada” y “el mellizo”.
Los sexos,
inseparablemente unidos en el mito del andrógino, se discriminan en el mito de “la
pegada”.
El No Tiempo del mito se
entrelaza con el tiempo diacrónico de su historia. “Yo y el otro crecimos
pegados… el mellizo es la otra persona que creció conmigo… estuve pegado a esa
persona de los 3 o 4 años hasta los 14. En sentido real, a veces pienso que es
verdad y otras veces que no… las máscaras, los disfraces, la persona a la que estuve
pegado cuando chico fue una niña. Dos personas pegadas y que se separan no es
común. Unidos por atrás, nuca con nuca, parte de la cabeza y un poco la espalda”.
Le pregunto cómo sabe de
la existencia del pegado y contesta: “me lo quisieron decir y no me daba cuenta”.
“El pegado era de
diferente sexo y se mezclaron. Había transmisión de pensamiento. Sangre y
células van de un lado para otro, y eso queda en uno. El pegado me hizo pensar
pila de cosas. Replanteé todo y capaz que para bien, ahora veo las cosas de
otro modo. Sé las cosas”.
“Al tener las cabezas
pegadas intercambiábamos los ojos, la otra era más chica que yo, estaba mal y la
pegaron para que sobreviviera y crecimos juntos, pero yo sin darme cuenta”.
Cuando le pregunté si le
pegada no sería como un feto pegado a él-madre, me contestó: “No es lo que usted
piensa”.
“¿Es más del orden del
mito?” pregunté entonces. “Sí, pero es mi realidad”.
El esquizofrénico hace
del mito una realidad existencial. El mito es su realidad.
Por un lado “La pegada”
es la parte femenina de sí mismo a punto de desvanecerse en el no-Ser, por
otro, él es una madre legendaria que da vida a una niña.
También expresa la
dualidad de los sexos, personificados en el doble.
Y en el tercer momento
evolutivo, la fantasía del mellizo, donde la pegada se distancia del cuerpo del
paciente, y adquiere autonomía, el mellizo es un reflejo especular, la otra
mitad de sí mismo, ahora desprendida de su cuerpo.
“Soy medio torpe para
conversar con una chica y como si me fuera, como un mellizo mío. Lo he visto,
es la otra mitad. Lo vi en un baile y otra vez en el verano. Me veía a mí mismo”.
Origen peculiar del
mellizo, producto de la partición de sí mismo. Expresa la persona dividida con
la particularidad de que ahora es del mismo sexo que el paciente.
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