1. De la Intuición a la Idea (3)
En el pensamiento de Torres García hay generalmente superpuestos dos planos o dimensiones. Por una parte, el del mundo real y Concreto,
el de las cosas materiales corrientes. En ese plano, el aspecto
intelectual correspondiente es el de la razón y de los conceptos. Por
otra parte, está el mundo del espíritu, donde todo es universal o Abstracto: Ideas en
términos platónicos, las escancias de cosas en potencia antes de
transformarse en cosas reales, en pensamientos o en conceptos. Y a ese
plano donde moran las cosas abstractas no es posible, para Torres
García, acceder de otro modo que por el de la intuición. Como él mismo
lo expresa al escribir, “bien al revés del literato, el artista verdadero no sabe las cosas de una manera concreta, pero las ha visto” (19);
en el pensamiento de Torres García la intuición es valorizada como el
punto de partida de la reflexión teórica, que luego habrá de llevarse a
palabras y conceptos (20). Y no me refiero aquí a la intuición en su
aspecto coloquial, como una percepción más o menos irracional y a veces
de carácter premonitorio, sino a la intuición como conocimiento directo y
total de una cosa o de un aspecto de la realidad, en el sentido que se
ha utilizado en gran medida en contextos ligados a la experiencia
religiosa: Conocimiento directo; ver es comprender, sentir es comprender, amar es comprender. Aquí, ese vehículo del conocimiento, el concepto, está suprimido. En su lugar tenemos una intuición -término vago por así decir: imagen sin forma, idea sin concepto (21).
Las
intuiciones, cuando son poderosas, dada su característica de
representaciones “totales”, se diferencian radicalmente del pensamiento
discursivo y secuencial en que -al igual que en un cuadro- todo está a
la vista al mismo tiempo; todas las partes y las relaciones entre las
partes se hacen evidentes simultáneamente. En su primer artículo de
1904, Augusta et augusta, Torres García defiende de distintos modos la validez de ese “instinto”, que hace sabio al que lo posee en un grado superior. Y luego dice que “En la meditación, todo artista procede por imágenes. De eso se sigue que los conceptos de la filosofía ni le interesan ni le sirven de nada. La religión es la filosofía propia del artista”.
El pensamiento de Torres García no pertenece entonces a la esfera de la
construcción filosófica en el sentido del pensamiento sostenido
únicamente en sí mismo, como quería Hegel, sino que al igual que el
religioso está basado en una suerte de visiones o intuiciones profundas.
Pero a diferencia de Platón, Torres García afirma que el artista,
mediante una percepción extraordinariamente afinada -cercana a la
contemplación- puede en el mundo real (o material) captar el orden que
subyace a la realidad. Y que a la vez, mediante la realización de las
obras de arte puede hacer manifiesto ese orden, ya que si el artista que
las hace se halla él mismo -espiritualmente- en ese plano, las obras a
pesar de ser objetos materiales, apuntarán a algo de la
naturaleza trascendente. La práctica artística así concebida tiene
entonces para Torres García un carácter religioso (aunque laico), que no
solamente recomienda el artista para hacer su obra sino que lo
preconiza en todos los aspectos de la existencia de quien desee hacer un
“arte grande”.
Torres
García distingue el tipo de hombre de perfil teórico y racional, de ese
otro -al que él cree pertenecer- que accede a un mundo de esencias directamente y al que a veces llama vidente.
“…entre el vidente y el hombre común, que no ve más que la realidad,
está el hombre que por la razón se acerca a lo trascendental. Aquel no
descubre nada, pero comprende lo que el otro ha descubierto: lo toma y
le da forma de manera más armónica y ordenada que el primero: pero sus
obras no tienen la vida ni la frescura de las de ése, que ha llegado a
la misma fuente de todo conocimiento en busca de sus inspiraciones. Su
juicio es siempre frío y metódico, y sus actos, correctos y sin
entusiasmo. (…) Seguramente, si solamente hubiese este tipo de hombres,
la filosofía, las artes y la religión estarían por nacer. Hombre divino deberá llamarse a aquel que trae dentro de sí este genio que
le recuerda las cosas del cielo. Solamente él puede reconocerlas aquí
en la tierra, mostrarlas a los demás y desear que se realicen (22)”
Notas
(20)
“Porque siempre la intuición se adelanta al pensamiento, entonces, la
teoría que parece ser algo original, no es más que lo que captó la
intuición, que se ha sistematizado y hecho inteligible. JTG, 1947.
Fascículo 5 P.63.
(21) Conferencia a Cercle et Carré. Archivo del Museo Torres García.
(22) JTG, 1904. En J. Torres García. Escrits sobre art. P. 21
No hay comentarios:
Publicar un comentario