33
Isabelino Pena le comentó al hotelero:
-Recién subí para pedirle que conservara la filmación de la Hortensia por unas horas pero me entretuve-
-La
Hortensia ya no existe, Monsieur le Privé. Como tampoco existe Satanás,
aunque la mayor parte de la humanidad siempre lo esté nombrando. Ah:
Mozart se apoltronó a esperarlo en la conserjería, para variar.
Lo veo bajar al patio y no tengo otro remedio que escupir en el suelo.
-Tiens -dijo el detective, levantando la pipa hacia el televisor. -Ronaldinho partout.
Después me atrevo a mirar al profeta, que sonríe montañosamente y confiesa:
-Jung
es un mago. Hoy me desperté muerto por primera vez en mis vidas y
fuimos al jardín de Versailles y recién al subirme a un caballito se me
ocurrió contarle que había estado en el velorio de una mujer con halo.
-Grucha.
-Claro. Y al final entendí que la serenidad que ostenté frente a mi madre muerta fue pura vanidad y que me había llegado el momento de pagar. Y me curé.
-Qué hermoso. ¿Cómo está Felisberto?
-Sigue con la cabeza dividida en cuarenta pedazos.
Isabelino Pena escupió adentro de un floreto y dijo:
-Hay que pagar.
-Aunque
lo que tenía más interés en contarle -ahueva los ojos Mozart hacia la
pantallita- es que al ver el Stade de France desde la altura sentí que
Ronaldinho va a ser crucificado antes de que termine el mundial.
-Esperemos que no.
-Mire
que los que somos carne de la jauría del oro nos conocemos muy bien
unos a otros -se le enloqueció el tic al hombre empelucado. -¿Usted
realmente piensa que el verdadero tesoro de Ronaldinho puede ser visible para la humanidad en general?
-Por eso estoy aquí.
-¿Pero qué le puede haber pasado al mundo para que Dante todavía alcanzara a ver a su Dama y Don Quijote no?
-Nos
pasó el Anticristo por arriba del lomo. Incluida su vanidad y mi
horror. Y las inquisiciones y las revoluciones y los totalitarismos y
los imperialismos al servicio de la monarquía absoluta de la nada.
Mozart mira la sonrisa infantil del 9 brasilero y sacude la cabeza.
34
Isabelino
Pena descubrió a Felisberto metiendo la bombilla del mate a través de
un tercer redondel recortado en la capucha y chistó:
-Qué cosa bárbara.
El hombre de frac verde sondea las brasas y de golpe confiesa:
-¿Sabe
que siento como si la piñata de mi poesía hubiera reventado justo
arriba de la hinchada escocesa pero que el verdadero sinvergüenza soy
yo?
-Bueno -gritó Bajtin. -Acá está todo pronto.
Subieron
la escalera de acceso a la nave y encontraron a Beatriz sonriendo boca
arriba sobre el altar, azulada frugalmente por una sábana.
-Música -ordenó Jung.
Mozart hace irrumpir la floración del reino muestra la dentadura igual que si dijera:
-Hoy no hace falta acariciar ninguna patria triste.
Y
cuando la fosforecencia de Felisberto inundó a la muchacha Jung lo
desencapuchó de un zarpazo y el perro se puso a gruñir. Entonces Beatriz
avanza totalmente desnuda y se empina a besar un tercer ojo con forma
de sello salomónico que titila en la frente del hombre fracturado.
-Aaaah -dijo Felisberto.
Y mientras sus facciones se recomponen ella empieza a ser cubierta por una especie de velo nupcial que hace sentenciar al ruso:
-Alcanza con creer, señor spinoziano.
35
Isabelino
Pena le pidió al ruso que lo esperara cinco minutos y subió hasta su
chambre con redoblada ingravidez. Pero ahora encuentro el hueserío de la
Dama desperdigado entre las cucarachas y rezo, sin entender muy bien
por qué:
-No
dejes de mirarme blanda y amorosamente echando de ver en esta sumisión y
arrodillamiento que a tu contrahecha hermosura hago la humildad con que
mi alma te adora.
Después el detective se levantó para enfrentarse al espejo y dijo:
-Estás
solo y cangüeco y humillado y rayado pero tenés a Dios, que es la
esperanza de todos los pueblos. Todos los sentimientos y las derrotas
gloriosas son nuestro pan del cielo, hermanos. Y el gran amanecer de que
no nos importe absolutamente nada sino todo. Para que ría el mundo.
Pero de golpe veo la capelina tirada al lado del pollo y le doy la espalda al lavatorio y grito:
-Traten de filmar esto, huesudos. Y sueñen con que vieron cagarse a un Hombre Nuevo.
El detective se tiró un pedo enorme y salió taconeando.
36
Isabelino Pena murmuró en el oído de Jung:
-¿Cómo supo que Beatriz le iba a besar el tercer ojo a Felisberto?
-El
sello salomónico completo significa la síntesis de los cuatro elementos
y la unificación de todos los antagonismos -me explica el suizo,
observando despreocupadamente las siluetas de los que viajan en la
terraza del gallo. -Todos tenemos ese tercer ojo en el umbral del sí
mismo. Pero mire que yo no había planeado ni siquiera desencapucharlo.
Fue una inspiración del momento.
-Pero yo le estoy preguntando otra cosa, doctor.
-Ah,
lo del beso. Eso fue imantación, nomás: una demostración física de cómo
va a operar psicológicamente la imagen de la Nueva Dulcinea en los
pobres de espíritu.
Jung le rechazó un Peter Stuyvesant al detective y advirtió:
-Ya llegamos a Notre Dame.
La
nave se estabiliza frente al rosetón donde riela el mediodía y Bajtin
le hace una seña al Bigote para que prepare el destellador: el
envoltorio nupcial segregado por Beatriz la despoja de curvas y le
transforma el frisado del pelo en un plano azabache. Entonces Mozart
empezó a tocar Only you y la mirada de la muchacha se enjoyó borealmente.
-Ya
está -suspira el ruso, pero ella extiende su mano derecha con la palma
hacia arriba y de golpe abandona el podio y avanza hacia Notre Dame
igual que si flotara sobre el hilo melódico.
-No mires para abajo, mamacita -jadeó el Papalote.
-Tranquilos.
Se acabaron las caídas -sentencia Jung, y yo casi me ahogo por no
animarme a escupir mientras Beatriz llega a la catedral y posa su
blancura ya floralmente andrógina sobre una gárgola.
-Quedate quieta allí que enseguida te recogemos -gritó Felisberto desde la cabina de mando.
Pero
ella nos saluda con el brazo hasta que su silueta parece entrar en una
transparencia que la vaporiza y termina por esconderla como una puerta
de oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario