sábado

EL TESORO DE RONALDINHO Terrorismo en Francia ‘98 (6) - Hugo Giovanetti Viola


21


Isabelino Pena bajó evitando el taconeo y al pasar frente a la chambre 9 escuchó decir a Onetti:

-Salú, hermano. Brindemos por el bordecito de plata del fracaso. Che, este ovejero jiede más que un chivo. Pero es muy gente. ¿No te sabés alguna de Gardel?

Y entreafina sin esperar la respuesta del Papalote:

-Porque me estoy dando cuenta que fue mi vida ficticia / y porque tengo otro modo de ver y filosofar.

El detective encontró a Mozart viendo televisión en la conserjería.

-¿Usted tampoco le aceptó el pastillazo a Jung? -señalo la puerta del despacho donde Bajtin se emperra en dormir sentado.

-No. Prefiero ver fútbol.

-Entonces lo convido con elixir de la Fonte.

-Gracias. ¿Piensa salir? -caricaturizó una reverencia y se prendió el botellón el hombre empelucado.

-Tengo que ir al quilombo. Por trabajo, claro.

-¿Me permite que lo acompañe?

-Será un honor.

Mozart se acerca a la televisión con el tic ocular muy agitado y antes de apagarla dice:

-Me preocupa Ronaldinho. Juega como si creyera en Dulcinea.

-Es verdad.

Caminaron hasta La Contrescarpe pasándose el botellón en completo silencio. Y recién al cruzar el corredor de Yemanjá el profeta me agarra un brazo y confiesa.

-Tengo miedo.

-De qué.

-No sé de qué. Y eso me da más miedo.

-Calma -sacó la pipa Isabelino Pena y arrastró al hombre ya desfigurado por un tic metronómico.

Y cuando llegamos al sucucho donde vi por primera vez a la infanta nos encontramos con un velorio desierto y sin flores: la portera parece levitar en un cajón infantil con el cadáver del otro canario de Klimovsk entre las manos.

-Yo me quedo un rato aquí -se sentó en el suelo Mozart y empezó a silbar ojicerradamente el segundo movimiento del 23.

22

Isabelino Pena volvió a encontrar un gentío en la puerta de la Bicha. Pero ahora alcanzo a verla porque balancea las nalgas arrodillada sobre un armario y se deja manosear por los hinchas o los esqueletos que invaden relampagueantemente la luz negra.

-Muévenme tus afrentas, Notre Dame -prendió un Peter Stuyvesant con otro el detective.

Y de repente la veo saltar y espantar al borbollón como si lo partiera hasta que me acaricia las manos murmurando:

-Yo te preciso a vos.

La muchacha arrastró al viejo entre una gritería de estadio y después que cerró la puerta lo hizo sentar sobre la colcha azul.

-Macanudo con b larga -me empieza a gotear el naso por la mezcla irrespirable de desodorante ambiental y perfume. -Yo también precisaba hablarte. ¿Cómo te llamás, mija?

-Beatriz. Pero me dicen-

-Ya sé cómo te dicen. ¿Qué edad tenés?

-Quince -se le humedecieron ofídicamente los ojos color yerba mate a la Bicha. -¿Querés hablas, nomás?

Y entonces le acaricio el amantillamiento y sentencio:

-La Virgen de la portería no murió. Soit tranquille.

-Te mamaste demasiado -alargó un pie la muchacha para señalar el bulto del botellón vacío.

-Te vengo a proponer un curro en el hotel Stella -agrego recogiendo uno de los conejos de peluche que coronan la almohada.

-No toqués a los nenes.

-¿Sos uruguaya?

-No: paraguaya. Andate. Y olvídate del curro porque Yemanjá no nos deja salir ni para hacerles fiestitas a los Presidentes.

-Yo gestiono el permiso. No hay problema.

La infanta levantó la cara hacia el cielorraso y demoró en decir:

-Entonces Gardelito tampoco se murió de verdad.

-Por supuesto que no. Esperate que ya vuelvo.

Y al salir ligo una silbatina idéntica a la que recibe un jugador que es expulsado a los cinco minutos de empezar el partido.

23

Isabelino Pena terminó su whisky y le dijo a la negra:

-Gardelito había cantado justo ayer de noche, diosa. Yo lo escuché.

-Y a vos quién te dio permiso para meter ese mango resfriado en el queco de Abita -se retoba la elefanta que parece tener la tristeza llovida en el escote.

-Es alergia, no resfrío -se sirvió más Chivas el detective. -La portera estaba contando algo tan terriblemente maravilloso que tuve que parar la oreja hasta el final.

-Menos mal que todavía se te para algo, loco.

-No te creas. Esta vez me siento un Hombre Nuevo total.

-No chupes más, pitufo.

Y ahora veo caminar a la Virgen Portera por la cornisa del piso 15 del hotel Ukraina: lleva el canario en la cabeza y me explica que Beatriz es la Dama del Cosmos, siempre que la soñemos.

-Les va a salir muy caro alquilar a la Bicha -entornó la mirada color barro empapado Yemanjá.

-Vos sabés muy bien que esta farra ya me está saliendo carísima -aterrizo forzosamente en el escritorio, que jiede igual o peor que los cuartos de las muchachas.

-Permiso, doña Yema -se asomó el hotelero con las sienes hinchadas. -Y perdonen que interrumpa. Pero acabo de ver a la Grucha y le puedo asegurar que a esa mujer la asesinaron y que lo más posible es que haya sido uno de esos huesudos de mierda. No soportan la fe.

-¿Y con qué la asesinaron, gilazo? Si yo la encontré muerta es tarde y estaba más preciosa que un bebé. Mejor no le retuerzas el cogote al ahorcado, franchute de Sorbón: la Grucha quiso piantarse junto con Gardelito y chau.

-No me digas que no sabés que los huesudos matan a las cucarachas con el aliento -tiembla mi voz de golpe. -Y esa señora ya pesaba menos que un colibrí.

La negra encañonó al hotelero con una uña granate:


-Podrían tener razón. Pero mejor que no sea cierto porque no va a quedarles una chuleta sana a esos cosos sin culo. Te lo juro por-

-¿Quiere que lleve a Mozart al hotel? -la interrumpe para consultarme el Bigote. -Lo encontré hablando solo y en verso. Como en las cartas.

-Se lo agradecería -sacó el pañuelo el detective y agregó en dirección a la negra: -Ponga el precio de una vez, patrona. El Gran Tiempo no espera.

-Bueno, tenés razón: por ahora alcanza y sobra con que sigas bancándote a la desconchada de la 22. Aunque tenés que averiguar quién es o se les pudre todo, socio de Blancanieves.

24

Isabelino Pena y la infanta encontraron a Aldonza junto al perfil de nácar de la rusa.

-Coño -le dice Beatriz, sacándose del escote la flor-hueso que le ofrendó el Lobo. -Hay una barra brava nigeriana esperándote abajo. Mejor que no te vea Yemanjá.

La muchacha bigotuda y celulítica mantuvo los ojos fijos en el cadáver del canario y gruñó:

-No se me da nada, maja.

Y entonces siento que estamos en la Mancha y le digo:

-Bienaventurados los que rezan en el establo.

Beatriz demoró en clavar la rosa entre las manos de Grucha y el oro ya raído de Gardelito. Y recién cuando empezamos a repechar la Mouffetard me pregunta en qué consiste el curro del Stella.

-No sé muy bien. Pero el viejo pelado y con cara de caballo que estaba anoche en el bar dice que precisa verte lo antes posible o revienta -explicó el detective.

Y al doblar por la rue Clovis ella se pone a hacer bocha chiusa con Only you y yo me animó a escarbar:

-Por qué changás, mijita.

-Preciso sexo -se ajustó el cuello del tapado de nutria Beatriz. -Las otras tratan de no gozar y cuando un coso las agarra mal se quejan, todavía.

-Pensé que no gozaban.

-Eso es todo mentira.

Ahora desembocamos en el Panthéon y de golpe me freno para saciarme con una especie de soplo de plata que corona a Beatriz.

-Vos yendrías que hacer equilibrismo arriba de algún Andante del que tocó Only you -levantó la sonrisa Isabelino Pena hacia la muchacha que le llevaba casi una cabeza. -Y sabrías lo que es gozar como Dios manda, hermana.

Ella vuelve a darme el brazo y retruca:

El diablo puso el whisky y el más chiquitito se lo tomó.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+