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MUCHOS
TIPOS DE PRISIONES:
LA
MUJER QUE QUEDA AL ÚLTIMO
“NUESTRA
SEÑORA
DETRÁS
DEL MURO”
Cómo
la herida generacional de ser despojados de
la
Madre provoca que generaciones subsiguientes
vivan
agachadas como si aun los estuvieran
aplastando
cuando ahora son, de hecho, libres (4)
La construcción del muro para encarcelar a la gente
adentro, y evitar que la gente libre entre (1)
Cuando a la gente se la separa con muros de su libre acceso a sus propias imágenes,
ideas y creencias sagradas que las sostienen, y cuando a lo que valoran lo
Sagrado se les declara como “equivocados, confundidos, embrollados,
desinformados, anatema, amenaza, peligrosos, ignorantes, arrogantes” por querer
tener la forma de vida propia que les sienta bien, entonces también se puede dividir
muy fácilmente a las personas, unas de otras, por orden régimen. Por tanto,
estarán los que todavía profesan una creencia. Y los que dicen que ya no creen
en nada santo, pero que quizás todavía lo hacen de forma escondida y
clandestina. Por ende la división. El régimen cuenta con eso: que ambos grupos
teman levantarse hombro con hombro como una fuerza de bien, pues uno intenta
preservarse a sí mismo antes que nada y ambos temen que se les lastime a ellos
o a sus familias y amigos, principalmente. El régimen cuenta con este sabotaje
de su fortaleza. El poder gobernante quiere que la gente no se una de maneras
fuertes y explícitas para resistir al régimen.
Esta es otra vieja técnica para subvertir lo que alguna vez unió a la gente
libre, es decir, la capacidad que tienen las personas para reunirse en sus
espacios y lugares sagrados, juntarse y planear sin temer consecuencias dañinas
dictadas “desde arriba”.
Un régimen que se dedica a permanecer en el poder sobre y no con el pueblo,
prefiere prohibirle a la gente que se encuentre con su propio suelo más
sagrado, por lo tanto arrebatándole otra vez la fuerza que viene directamente
de años de dedicación y santidad guardados en cualquier lugar santo durante
décadas y a veces miles de años.
Al cerrar los lugares sagrados de reunión, el régimen crea una sensación de
asedio constante para la gente; es justo lo que necesitan los que quieren
controlar a las masas. Entonces se vuelven una especie de beduinos, desplazando
y desplazando sus tiendas de campaña, buscando para reunirse un refugio que
pocas veces encuentran. Inevitablemente, algunos de los menos intuitivos
comenzarán a separarse y decir: “Quizás nuestros señores tienen razón en
tratarnos tan mal. ¿No sería mejor si fuéramos más amables, más conciliadores,
aunque nuestros amos no lo sean?”. Cuando la gente bajo sus amos comienza a
temer, disgustarse, sospechar los unos de los otros, esto separa al hermano del
hermano, a la hermana de la hermana. Esta falta de solidaridad y coalición es
buena señal para la dictadura de que permanecerá en el poder.
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