26
/ (3)
Un miércoles de noche
íbamos recorriendo con Baldy la cortada que hacíamos siempre entre dos casas de
apartamentos. Ya estábamos bajando al sótano de su padre cuando Baldy se paró
frente a una ventana. Todavía no estaba oscuro del todo. Baldy se agachó y miró
a escondidas para adentro. Después me hizo una seña.
-¿Qué pasa? -murmuré.
-¡Mirá!
Entonces vi a un hombre y
a una mujer desnudos en una cama, semicubiertos por una sábana. El hombre
trataba de besar a la mujer y ella lo rechazaba.
-¡Carajo, dejame cojerte,
Marie!
-¡No!
-¡Pero estoy caliente, por
favor!
-¡Sacame las malditas
manos de arriba!
-¡Pero yo te quiero,
Marie!
-Vos y tu amor de mierda…
-Marie, por favor.
-¿No te podés callar?
El hombre se dio vuelta y
se quedó mirando la pared. La mujer agarró una revista, acomodó la cabeza sobre
un almohadón y se puso a leer.
Baldy y yo nos fuimos de
la ventana.
-Jesús -dijo Baldy-,
¡casi me hacen vomitar!
-Creí que íbamos a poder ver
algo -dije yo.
Cuando llegamos a la
bodega, la encontramos cerrada con un enorme candado que había puesto el padre
de Baldy.
Volvimos a pasar por
aquella ventana varias veces, pero nunca pudimos ver nada. Siempre era lo
mismo.
-Marie, hace mucho que
estamos viviendo juntos. ¡Estamos casados!
-¡Eso es un contrato
de mierda!
-Dejame una vez,
Marie, y no te vuelvo a joder durante mucho tiempo. ¡Te lo prometo!
-¡Callate! ¡Me enfermás!
Entonces nos fuimos.
-Mierda -dije yo.
-Mierda -repitió Baldy.
-Ese tipo no debe tener
ni pija -dije.
-Lo más seguro -dijo
Baldy.
No pasamos más por allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario