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Wagner no podía con
nosotros. Un día yo estaba parado en el patio durante la clase de gimnasia y se
me acercó.
-¿Qué estás haciendo,
Chinaski?
-Nada.
-¿Nada?
No le contesté.
-¿Por qué no participás
en ningún juego?
-Esa mierda es para los
más chicos.
-Entonces te voy a poner
a recoger basura.
-¿Por qué? ¿Qué fue lo
que hice?
-Haraganear. 50 puntos
bajos.
Esos puntos los tenías
que recuperar trabajando con la basura. Si tenías más de diez puntos bajos y no
los levantabas, no te graduabas. A mí eso no me importaba. Eso era un problema
de él. Yo podía quedarme todo el tiempo que quisiera vagando mientras me iba
volviendo mayor. Y pensaba cojerme a todas las chiquilinas.
-¿Cincuenta puntos bajos?
-pregunté-. ¿Nada más? ¿Por qué no me ponés cien?
-Bueno, cien puntos. Vos
te los buscaste.
Wagner se fue
contoneándose. Peter Mangalore tenía 500 puntos bajos. Ahora yo estaba segundo
y ganando terreno…
Mi primera jornada con la
basura la hice en la última media hora del tiempo del almuerzo. Al otro día me
tocó cargar un balde de basura junto con Peter Mangalore. Era bastante fácil.
Cada uno usaba un palo con un clavo afilado en la punta. Recogíamos papeles con
el palo y los metíamos en el balde. Las chiquilinas nos miraban cuando
pasábamos frente a ellas. Sabían que éramos malos. Peter parecía
aburrido y yo ponía cara de que todo me importaba un pito. Pero ellas sabían
que éramos malos.
-¿Conocés a Lilly
Fischman? -me preguntó de golpe Peter.
-Sí, claro.
-Te aseguro que no es
virgen.
-¿Y vos cómo sabés?
-Me lo dijo ella.
-¿Quién se la cojió?
-El padre.
-Hmmm… Bueno, yo no
culparía.
-Lilly ya escuchó decir
que tengo bruta verga.
-Eso lo sabe toda la
escuela.
-Bueno, Lilly le tiene
ganas. Y apuesta a que la puede aguantar.
-La vas a hacer
pedacitos.
-Sí, se la voy a meter.
Además ella tiene ganas.
Soltamos el balde y
miramos fijamente a unas chiquilinas que estaban sentadas en un banco. Peter se
les acercó. Yo me quedé quieto. Él se acercó a una de las muchachas y le
murmuró algo al oído. Ella empezó a reírse como una estúpida. Peter volvió a
agarrar el balde y seguimos caminando.
-Bueno -dijo Pete-, esta
tarde a las cuatro voy a hacer pedacitos a Lilly.
-¿En serio?
-¿Te acordás del coche
que está en el patio porque Pop Fansworth le sacó el motor?
-Sí.
-Bueno, ese auto de
mierda se va a convertir en dormitorio antes de que se lo lleven. Me la voy a
cojer en el asiento de atrás.
-Algunos tipos realmente
saben vivir.
-Se me está parando nada
más que de pensarlo -dijo Pete.
-¿Y si te vas en seco
antes?
-Con eso no hay problema.
Lo que preciso es un centinela. Alguien que me vaya avisando si no hay moros en
la costa.
-Bueno, yo me ofrezco
para eso.
-¿En serio? -preguntó
Pete.
-Claro. Pero
precisaríamos tener a alguien más para poder vigilar por los dos lados.
-Bueno. ¿Pensaste en alguien?
-En Baldy.
-Pero ese un mierdita.
-Sí, pero es de
confianza.
-Bueno. Entonces los veo
allí a las cuatro.
-Dale. A las cuatro allí.
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