martes

CHARLES BUKOWSKI - JAMÓN Y CENTENO (LA SENDA DEL PERDEDOR) - 35


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Wagner no podía con nosotros. Un día yo estaba parado en el patio durante la clase de gimnasia y se me acercó.

-¿Qué estás haciendo, Chinaski?

-Nada.

-¿Nada?

No le contesté.

-¿Por qué no participás en ningún juego?

-Esa mierda es para los más chicos.

-Entonces te voy a poner a recoger basura.

-¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice?

-Haraganear. 50 puntos bajos.

Esos puntos los tenías que recuperar trabajando con la basura. Si tenías más de diez puntos bajos y no los levantabas, no te graduabas. A mí eso no me importaba. Eso era un problema de él. Yo podía quedarme todo el tiempo que quisiera vagando mientras me iba volviendo mayor. Y pensaba cojerme a todas las chiquilinas.

-¿Cincuenta puntos bajos? -pregunté-. ¿Nada más? ¿Por qué no me ponés cien?

-Bueno, cien puntos. Vos te los buscaste.

Wagner se fue contoneándose. Peter Mangalore tenía 500 puntos bajos. Ahora yo estaba segundo y ganando terreno…

Mi primera jornada con la basura la hice en la última media hora del tiempo del almuerzo. Al otro día me tocó cargar un balde de basura junto con Peter Mangalore. Era bastante fácil. Cada uno usaba un palo con un clavo afilado en la punta. Recogíamos papeles con el palo y los metíamos en el balde. Las chiquilinas nos miraban cuando pasábamos frente a ellas. Sabían que éramos malos. Peter parecía aburrido y yo ponía cara de que todo me importaba un pito. Pero ellas sabían que éramos malos.

-¿Conocés a Lilly Fischman? -me preguntó de golpe Peter.

-Sí, claro.

-Te aseguro que no es virgen.

-¿Y vos cómo sabés?

-Me lo dijo ella.

-¿Quién se la cojió?

-El padre.

-Hmmm… Bueno, yo no culparía.

-Lilly ya escuchó decir que tengo bruta verga.

-Eso lo sabe toda la escuela.

-Bueno, Lilly le tiene ganas. Y apuesta a que la puede aguantar.

-La vas a hacer pedacitos.

-Sí, se la voy a meter. Además ella tiene ganas.

Soltamos el balde y miramos fijamente a unas chiquilinas que estaban sentadas en un banco. Peter se les acercó. Yo me quedé quieto. Él se acercó a una de las muchachas y le murmuró algo al oído. Ella empezó a reírse como una estúpida. Peter volvió a agarrar el balde y seguimos caminando.

-Bueno -dijo Pete-, esta tarde a las cuatro voy a hacer pedacitos a Lilly.

-¿En serio?

-¿Te acordás del coche que está en el patio porque Pop Fansworth le sacó el motor?

-Sí.

-Bueno, ese auto de mierda se va a convertir en dormitorio antes de que se lo lleven. Me la voy a cojer en el asiento de atrás.

-Algunos tipos realmente saben vivir.

-Se me está parando nada más que de pensarlo -dijo Pete.

-¿Y si te vas en seco antes?

-Con eso no hay problema. Lo que preciso es un centinela. Alguien que me vaya avisando si no hay moros en la costa.

-Bueno, yo me ofrezco para eso.

-¿En serio? -preguntó Pete.

-Claro. Pero precisaríamos tener a alguien más para poder vigilar por los dos lados.

-Bueno. ¿Pensaste en alguien?

-En Baldy.

-Pero ese un mierdita.

-Sí, pero es de confianza.

-Bueno. Entonces los veo allí a las cuatro.

-Dale. A las cuatro allí.

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