miércoles

EL TESORO DE RONALDINHO Terrorismo en Francia ‘98 (4) - Hugo Giovanetti Viola


13


Isabelino Pena le explicó a Bajtin:

-La Bicha es una de las muchachas de Yemanjá. Y hablando del quilombo: ¿usted podrá creer que la portera es rusa y tiene un canario que canta como el suyo?

-Madre mía -se electriza Bajtin. -Me olvidé de cambiarle el agua a Gargantúa. Enseguida vuelvo.

El Papalote le alcanzó el mate al detective y comentó:

-Ponerle nombre de gigante a un pajarito es santo.

El ruso cruza el patio haciéndome sentir que la culpabilidad le pesa más que su pierna ortopédica.

-¿Y? -gritó Felisberto, con la sombra muy crespa derramada sobre la irisación del gallo. -¿Se ensaya o no se ensaya?

En ese momento aparecen Jung y el Bigote cargando un destellador.

-Nos acabamos de encontrar con don Mijail en la escalera -se rio el hotelero. -Tenía cara de precisar un baño con urgencia.

Le devuelvo el mate al Papalote y subo a la nave.

-Atencióm, caballeros. Probando -arqueó las manos Mozart, apenas fue programado el destellador.

Entonces Felisberto se embute una capucha fabricada con una bolsa de arpillera y explica:

-Ustedes disculparán, pero cuando echo luz la cara se me transforma en una sinvergüenzada más inhumana que las de Picasso.

-Entonces muestrelá -dijo Jung. -Sería interesantísimo.

-No, aparcero. La Hortensia dejaría de quererme.

Mozart no se controla y arranca con el Andante logrando que las pinceladas de Espínola Gómez rezumen la infusión orquestal necesaria para completar el concierto Nº 21, mientras los redondeles de la capucha de Felisberto irradian una marea fosforecente que desnuda a la muñeca.

-Esto es algo imperdible. Yo voy a buscar al ruso -jadea el hotelero.

Y al rato nos paraliza su ronquera sobrevolando el patio:

-¿PODRÍA VENIR HASTA EL DESPACHO, MONSIEUR LE PRIVÉ? EL ENSAYO SE SUSPENDE!!!!

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Isabelino Pena le pidió al hotelero que lo dejara solo con Bajtin. El cadáver del canario de Klimovsk se recorta crudamente sobre la mesa y parece absorber todos los mediodías del mundo.

-Ni siquiera se había tomado el agua de ayer -trató de sonreír el ruso. -¿Sabe que siempre sentí que Gargantúa era yo? Siempre renació conmigo, además. Y cada vez que cantaba sentía como si me llenara la pata con la paz de Siberia.

No me animo a fumar. El detective se paró muy cerca del hombre derrumbado y pidió:

-Agárreme una rodilla, por favor.

Y cuando me hace caso agrego:

-Nunca dejes decir que no hay amor. Nunca desprecies el amor que das. Nunca pienses que no hay nadie perfecto.

Bajtin abrió los ojos y soltó al hombrecito antes de contestar:

-Muchas gracias, hermano. Ahora quisiera viendo brillar un rato a Gargantúa. ¿No les avisa a los muchachos que el ensayo se retoma esta noche?

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Isabelino Pena salió a comprar un pollo al spiedo, una baguette y un botellón de dos litros de Valpolicella.

-¿Qué vas a festejar, quijotín? -me hace erizar la Dama apenas entró a la chambre.

-Nada. ¿No querés comer algo?

Ella se desperezó quiroprácticamente y avanzó hasta el lavatorio para acomodarse la capelina.

-Sentate -no tengo más remedio que hundir el tapón en el trasluz rosado. -¿No me alcanzarías el vaso de lavarse los dientes? Es el único que tenemos.

-Qué chanchada, por Dios.

El detective se sirvió vino y empapó y devoró una punta de la baguette antes de arrodillarse con una sola pierna y salmodiar:

-Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección ven señor Jesús.

-Mejor sería que le resucitaras el pajarito al ruso, en vez de emborracharte.

-Lo que jamás se puede dejar de conmemorar es la consagración de los frutos eternos, Ma Dame.

-No me digas Ma Dame, si ni siquiera te das cuenta quién soy. Y mejor explicale al lector normal qué pretendés vendernos con este circo.

Entonces hago fondo blanco y de golpe siento que la chanbre 22 es la coronación de las escalinatas de Montmartre y anuncio:

-Bienaventurados los hombres del siglo que supieron ser pájaros solitarios.

-El lector no te entiende.

-Los verdaderos pájaros solitarios son los que encuentran el corazón del cielo en la paz de la jaula.

-Pero mirá qué bárbaro.

-Y bienaventurados son los que festejaron el oro de la sed humillada y lloraron con tanta fe que la lluvia de su infancia besó el sol para siempre.

-Eso ya es un delirio, quijotín.

-VIVA LA HUMANIDAD!!!! VIVA DULCINEA, CRISTO!!!!

Isabelino Pena devoró los dos muslos del pollo acompañándose con pan chorreante y al final jadeó:

-Qué te pasa, mijita.

Y recién me doy cuenta que está tomando vino a la par mío y que un estrellerío color malvón la transforma en un pozo de sequedad quemante.

-A ver, mijita. Calma -se lavó las manos el detective antes de abanicar a la Dama con la capelina.

Y ahora no estamos en Montmartre y la cargo hasta la cama y le acaricio un húmero antes de informarle:

-Ya se le pusieron blancos los jazmines, señora.

-No me toques.

-Perdón. ¿Puedo dormir la siesta contigo?

-Tanto me da.

Isabelino Pena se recostó aflojándose la corbata y esperó a que se le terminaran los estornudos provocados por la variación térmica para prender un Peter Stuyvesant.

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Isabelino Pena saltó de la cama a media tarde y encajó largamente la cabeza bajo la canilla. La Dama parece soñar con migraciones de corolas-luciérnagas y eso me tranquiliza. El detective caracoleó chiflando hasta el segundo piso, donde la puerta de la chambre 9 permanecía entornada.

-Pasá, hermano -me reconoce el taconeo Onetti. -Jung acaba de subirme una botellita que puede interesarte.

-A la mierda. Un Chivas 12 -se sentó sobre el brazo de un sofá muy despellejado Isabelino Pena.

-¿Sabías que el mejor remedio para la resaca es un whisky triple?

-No.

-Servite.

-Más tarde. Dentro de un rato hay ensayo y filmación.

-Más tarde estás jodido. Pobre Bajtin. ¿Cómo le puede tener confianza a Felisberto Hernández? Pero yo precisaba hablarte de otra cosa.

Y mientras rellena el vaso estudia la penosísima ascensión de una cucaracha por el respaldo del sofá y eructa viejas culpas.

-Che, Santo -prendió un Kent con otro Onetti. -Preciso contratar tus servicios detectivescos. Y mirá que lo de Santo va con mayúsculas de marquesina, nomás. Porque hoy te armaste un jopo idéntico al de Roger Moore.

Entonces me levanto reacomodándome el gacho y retruco:

-A Moore lo están esperando en el patio.

-Perá, carajo -contempló plateadamente el cielorraso el hombre desdentado. -Te hablo en serio. Me tenés que traer a la gurisa que Mozart hizo llorar en lo de Yemanjá.

-¿A la Bicha?

-No sé cómo le dicen. Lo que sé es que yo nunca había podido ver la salvación del mundo en una cara como me pasó anoche, hermano. Y si no me la traen rápido reviento y chau. Y no vengan a joder nunca más con el Gran Tiempo.

-Bueno. Pero dejame consultarlo con Bajtin. Y te adelanto que vas a tener que esperar hasta la madrugada, por lo menos.

-La hora del lobo es buena.

-Y además la gurisa no lloró en el quilombo. Disculpame.

El viejo se lame un pezón lluvioso que le rueda hasta la trompa y me ejecuta con dulzura:

-Cuando una puta se ríe así el que llora es el Espíritu Santo, Mister Moore. Reflexión de un ateo.

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