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/ EL CRUCE DEL UMBRAL DEL REGRESO (1)
Los
dos mundos, el divino y el humano, sólo pueden ser descritos como distintos uno
del otro: distintos como la vida y la muerte, como el día de la noche. El héroe
se aventura lejos de la tierra que conocemos para internarse en la oscuridad;
allí realiza su aventura, o simplemente se nos pierde, o es aprisionado, o pasa
peligros; y su regreso es descrito como un regreso de esa zona alejada. Sin
embargo, y esta es la gran clave para la comprensión del mito y del símbolo,
los dos reinados son en realidad uno. El reino de los dioses es una dimensión
olvidada del mundo que conocemos. Y la exploración de esa dimensión, ya sea en
forma voluntaria o involuntaria, encierra todo el sentido de la hazaña del
héroe. Los valores y las distinciones que en la vida normal parecen de
importancia desaparecen con la tremenda asimilación del yo en lo que
anteriormente era mera otredad. Como en las historias de las ogresas caníbales,
el horror de esta falta de individuación personal puede ser la carga total de
la experiencia trascendental para las almas no preparadas. Pero el alma del
héroe avanza valientemente y descubre que las brujas se convierten en diosas y
los dragones en los guardianes de los dioses.
Sin
embargo, debe quedar siempre, desde el punto de vista de la conciencia normal
despierta, cierta incongruencia desconcertante entre la sabiduría que se trae
desde las profundidades y la prudencia que usualmente resulta efectiva en el
mundo de la luz. De aquí la divergencia usual entre el oportunismo y la virtud
y la resultante degeneración de la existencia humana. El martirio es para los santos,
pero los seres comunes tienen sus instituciones y no puede permitirse que estas
crezcan como flores del campo; Pedro sigue blandiendo su espada, como en el
huerto, para defender al creador y sostenedor del mundo. (18) El don traído de
la profundidad trascendente, se racionaliza con rapidez y se convierte en una
no-entidad y se aviva la necesidad de que exista otro héroe que renueve el
mundo.
¿Cómo
enseñar de nuevo, sin embargo, lo que ha sido enseñado correctamente y
aprendido incorrectamente mil y mil veces a través de varios milenios de
tontería prudente de la especie humana? Esta es la última y difícil labor del
héroe. ¿Cómo dar en el lenguaje del mundo de la luz, los mensajes que vienen de
las profundidades y que desafían la palabra? ¿Cómo representar en una superficie
de dos dimensiones una forma tridimensional, o en una dimensión tridimensional
un significado multidimensional? ¿Cómo transcribir en términos de “sí” y “no”
revelaciones que convierten en contrasentido cualquier intento de definir
parejas de contrarios? ¿Cómo comunicarse con personas que insisten en encontrar
en la exclusiva evidencia de sus sentidos el mensaje del vacío omnigenerador?
Notas
(18)
Mateo, 26:51; Marcos, 14 47, Juan 18:10.
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