lunes

SAN JUAN DE LA CRUZ - LLAMA DE AMOR VIVA (9)


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro;
pues ya no eres equiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

DECLARACIÓN (7)

16 / Y si esto se usa con algunas almas -como es verdad que lo usa-, de creer es de que esta de que vamos hablando no se quedará atrás en estas merecedes de Dios; pues de lo que de ella vamos diciendo, según la operación del Espíritu Santo que en ella hace, es mucho más que lo que pasa en la comunicación y transformación de amor pasa, porque lo uno es como ascua encendida, y lo otro como, según habemos dicho, como ascua en que tanto se afervora el fuego, que no solamente está encendida, sino echando llama viva. Y así, estas dos maneras de unión: solamente de amor, y unión con inflamación de amor, son en ciertas maneras comparadas al fuego de Dios, que dice Isaías que está en Sión, y al horno de Dios, que está en Jerusalén (31,9); que la una significa la Iglesia militante, en que está el fuego de la caridad no en extremo encendido, y la otra significa visión de paz, que es la triunfante, donde está este fuego encendido en perfección de amor. Que, aunque como habemos dicho, esta alma no ha llegado a tanta perfección como esta, todavía en comparación de la otra unión común, es como horno encendido, con visión tanto más pacífica y gloriosa y tierna cuanto la llama es más clara y resplandeciente que el fuego en el cabrón.

17 / Por tanto, sintiendo el alma que esta viva llama del amor vivamente le está comunicando todos los bienes, porque este divino amor lo trae consigo, dice: ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres!, y es como si dijera: ¡Oh encendido amor, que con tus amorosos movimientos regaladamente estás glorificándome según la mayor capacidad y fuerza de mi alma, es a saber, dándome inteligencia divina según toda la habilidad y capacidad de mi entendimiento, y comunicándome el amor según la mayor fuerza de mi voluntad, y deleitándome en la sustancia del alma con el torrente de tu deleite en tu divino contacto y junta sustancial según la mayor pureza de mi sustancia y capacidad y anchura de mi memoria! Y eso acaece así, y más de lo que se puede y alcanza a decir, al tiempo que se levanta en el alma esta llama de amor. Que por cuanto el alma, según su sustancia y potencias, memoria, entendimiento y voluntad está bien purgada, la sustancia divina, que, como dice el Sabio (7,24), toca en todas las partes por su limpieza, profunda y sutil y sublimemente con su divina llama la absorbe en sí, y en aquel absorbimiento del alma en la sabiduría, el Espíritu Santo ejercita los vibramientos gloriosos de su alma, (que), por ser tan suave, dice al alma luego:

Pues ya no eres esquiva.

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