¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más
profundo centro;
pues ya no eres equiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este
dulce encuentro!
DECLARACIÓN (7)
16 /
Y si esto se usa con algunas almas -como es verdad que lo usa-, de creer es de
que esta de que vamos hablando no se quedará atrás en estas merecedes de Dios;
pues de lo que de ella vamos diciendo, según la operación del Espíritu Santo que
en ella hace, es mucho más que lo que pasa en la comunicación y transformación
de amor pasa, porque lo uno es como ascua encendida, y lo otro como, según
habemos dicho, como ascua en que tanto se afervora el fuego, que no solamente
está encendida, sino echando llama viva. Y así, estas dos maneras de unión:
solamente de amor, y unión con inflamación de amor, son en ciertas maneras
comparadas al fuego de Dios, que dice Isaías que está en Sión, y al horno
de Dios, que está en Jerusalén (31,9); que la una significa la Iglesia
militante, en que está el fuego de la caridad no en extremo encendido, y la
otra significa visión de paz, que es la triunfante, donde está este
fuego encendido en perfección de amor. Que, aunque como habemos dicho, esta
alma no ha llegado a tanta perfección como esta, todavía en comparación de la
otra unión común, es como horno encendido, con visión tanto más pacífica y
gloriosa y tierna cuanto la llama es más clara y resplandeciente que el fuego
en el cabrón.
17 /
Por tanto, sintiendo el alma que esta viva llama del amor vivamente le está
comunicando todos los bienes, porque este divino amor lo trae consigo, dice: ¡Oh
llama de amor viva, que tiernamente hieres!, y es como si dijera: ¡Oh
encendido amor, que con tus amorosos movimientos regaladamente estás glorificándome
según la mayor capacidad y fuerza de mi alma, es a saber, dándome inteligencia
divina según toda la habilidad y capacidad de mi entendimiento, y comunicándome
el amor según la mayor fuerza de mi voluntad, y deleitándome en la sustancia
del alma con el torrente de tu deleite en tu divino contacto y junta sustancial
según la mayor pureza de mi sustancia y capacidad y anchura de mi memoria! Y
eso acaece así, y más de lo que se puede y alcanza a decir, al tiempo que se
levanta en el alma esta llama de amor. Que por cuanto el alma, según su sustancia
y potencias, memoria, entendimiento y voluntad está bien purgada, la sustancia
divina, que, como dice el Sabio (7,24), toca en todas las partes por su
limpieza, profunda y sutil y sublimemente con su divina llama la absorbe en
sí, y en aquel absorbimiento del alma en la sabiduría, el Espíritu Santo
ejercita los vibramientos gloriosos de su alma, (que), por ser tan suave, dice
al alma luego:
Pues ya no eres esquiva.
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