LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)
UNA CARTA COMPLETA A SU PADRE
Viena, 26 de septiembre
de 1781
Mon trés cher père!
Perdóneme usted por
hacerle pagar más franqueo, sólo que como no tengo nada importante que decirle,
creo que le agradará una breve descripción de mi ópera.
Comienza con un monólogo,
y luego rogué a Stephanie que escribiera un aria breve y que en vez de los dos
diálogos después de la pequeña canción de Osmín sería mejor que hubiera un
dueto. El papel de Osmín estaba destinado a Fischer, que posee una hermosa voz
de bajo (aunque el arzobispo me dijo que tenía una voz demasiado profunda para
ser bajo, a lo que yo le aseguré que en el futuro cantaría más alto), por lo
que hay que emplear un hombre así, sobre todo porque el público local lo adora.
Sin embargo, este Osmín solamente tenía una cancioncita y nada más, en el
libreto, salvo su parte en el terceto y en final, pero ahora tiene una aria en
el primer acto y otra en el segundo. Esta aria se la di al señor Stephanie toda
indicada, y la mayor parte de la música ya estaba compuesta antes de que él
supiera una sola palabra. Sólo tiene la primera y la última parte, pues estas tienen
que causar buen efecto. La ira de Osmín se ridiculiza, pues introduciré la
música turca. En la ejecución del aria le doy oportunidad para lucir su
espléndida y profunda voz, pese al Midas de Salzburgo. El drum bein Barte del
Propheten está realmente en el mismo tiempo, pero con notas más rápidas y a
medida que aumenta la ira, cuando uno cree que el aria está terminada, el
allegro assai, en otro tiempo y en otra clave, producirá un efecto maravilloso.
Pues un hombre poseído por tal furor sobrepasa toda moderación, medida límite
no se conoce; del mismo modo tampoco debe reconocerse la música. La pasión,
violenta o no, nunca debe hacerse desagradable, y la música, aun en los
momentos horribles, no debe ofender el oído, sino causar placer, es decir que
la música no deje de serlo. De aquí que no haya elegido ninguna clave extraña a
la de la (la clave del aria), sino una clave consonante, pero no la más
próxima, re menor, sino la más lejana de la menor.
Luego viene el aria en la
mayor, de Belmont, “Oh wie ängstlich, oh wie feurig”…, ya sabe usted cómo es.
Aquí se indica el latido del corazón amante: dos violines en octavas. Esta es
el aria que más gusta a cuantos la han escuchado, y también la que yo prefiero;
ha sido compuesta expresamente para la voz de Adamberg. Uno ve el temblor, la
vacilación -ve cómo se le hincha el pecho- que es expresado mediante un
crescendo -que sugieren los primeros violines con sordina y una flauta al unísono.
El coro de los genízaros
es todo lo que se puede pedir de un coro de genízaros: breve y vivaz,
completamente al gusto vienés. He tenido que sacrificar parte del aria de
Constanza a la garganta tan flexible de la señorita Cavalieri. A Trennung war
mein banges loos und nun schwimmt mein Aug in Tränen he tratado de darle expression
dentro de lo que permite su carácter épico. El hui lo he cambiado por schnell,
quedando: Doch wie schnell schwand meine Freude. No sé qué piensan
nuestros poetas alemanes, si nada entienden de teatro, en lo referente a la
ópera hacen hablar a los personajes, como si el auditorio estuviera formado por
cerdos. Hui Sau!
Hablemos ahora del
terceto, es decir, el final del primer acto. Pedrillo ha dicho que su patrón es
constructor para que este tuviera ocasión de estar con su Constanza en el
jardín. Bassa lo ha tomado a su servicio. Osmín es el cuidador y no sabe nada,
es un tipo grosero y enemigo acérrimo de todos los extranjeros, y no quiere
dejarlos entrar en el jardín. Lo primero que he indicado es muy corto, y como
el texto me lo permite, lo he escrito bastante bien para tres voces.
Inmediatamente después viene el pianissimo, que debe ser muy rápido, y el
final, que será bastante ruidoso, que es lo que conviene para un final de acto.
Cuanto más estruendo, mejor, para que el público no se enfríe en los aplausos.
De la obertura no tiene
más que catorce compases -es muy corta- y alterna el forte con el piano, y en
el forte siempre aparece la música turca, modulando de esta manera forte. Creo
que no se han de dormir durante la ejecución, aunque no hayan dormido en toda
la noche anterior. Ahora estoy como conejo en la pimienta. (*) Hace dos semanas
que está listo el primer acto y el dúo del brindis. (Per li signori vieneri),
que consiste en mi retreta turca también. No puedo hacer más, porque a
instancias mías se ha dado vuelta todo. Al comienzo del tercer acto hay un
delicioso quinteto, mejor dicho final, pero yo preferiría ponerlo al terminar
el segundo acto. Para esto hay que hacer grandes cambios e incluso una nueva
intriga, y Stephanie está de trabajo hasta la coronilla, por lo que hay que
tener un poco de paciencia. Todos están enfadados con Stephanie -puede ser que
también a mí solo me ponga cara amistosa-, pero me arregla el asunto del
libreto, y tal como yo lo quiero hasta el más pequeño detalle, y ¡Dios sabe que
no espero más de él!
Esto en lo referente a la
ópera -también hay que hacerlo-. Le ruego me envíe la marcha que le indiqué
últimamente. Gylovsky dice que Dubrawaic vendrá pronto. La señorita Von
Auerhammer y yo esperamos con ansiedad los dos conciertos dobles. Espero que
nos los aguardaremos tan infructuosamente como los judíos al mesías.
Ahora, adiós. Quede usted
bien, bésole 1.000 veces las manos, y a mi hermana, cuya salud espero esté
mejorada, la abrazo de todo corazón, y soy de usted, eternamente, obedientísimo
hijo.
W. A. Mozart
Notas
(*) Wie del Haas im
Pfeffer, refrán. (N. del T.)
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