lunes

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (56)


AUTOPRESERVACIÓN (18)

Con un “¡Basta!” se domina nuevamente. En el mayor apuro económico escribe a la “amadísima mujercita”:

Tengo que ser breve -es la una y media y aun no he comido-, quisiera poderte mandar más. Aquí hay 3 gulden, por el momento, mañana al mediodía tendrás más. Debes estar alegre y despreocupada, todo ha de ir bien -te beso mil veces- estoy agotado de hambre. (1)

Pero el mismo día escribe con el cariñoso tacto que le es propio:

Si necesitas algo, querida, escríbemelo sinceramente y trataré con verdadero gusto de contentarte en todo, mi Stanzi Marini. (2)

Hasta en los últimos meses de su vida sigue siendo el bromista de siempre, con un humor que adquiere formas palpables, espantando los tristes pensamientos:

Hoy le di a Leitgeb una sorpresa. Fui a lo de los Rechberger, la mujer mandó una hija a su habitación para decirle que un viejo amigo de Roma había llegado. Que ya había recorrido varias casas y que no había podido dar con él. Mandó decir que esperara un momento y entre tanto el pobre tonto se vistió como en domingo, con el mejor de sus trajes y un magnífico peinado. Te podrás imaginar cómo nos reímos de él; es que siempre tengo que tener un bufón. (3) Hoy fui al teatro porque sentí la necesidad de ejecutar yo mismo el aria de Papageno con el carillón. Le hice una broma a Schikaneder; hice un arpegio en un momento dado -él se asustó- miró la escena y me vio, cuando debía repetir el arpegio, no lo hice, entonces él se cortó y no supo qué hacer. Yo adiviné su pensamiento e hice nuevamente un acorde y él golpeó entonces el carillón y dijo cállate la boca. Todos se rieron, y creo que muchos supieron, a raíz de esta broma, que él no toca personalmente ese instrumento. (4)

Los muchos pedidos de dinero al amigo y capitalista Puchberg apenas si revelan algo de la profunda miseria de Mozart. Sólo en dos oportunidades se lamenta de no poder trabajar:

…por lo tanto, si por lo menos recibiera 600 florines podría trabajar más o menos tranquilo, pues… ay, la tranquilidad es necesaria… (5)

Si supiera cuánta aflicción y penas me da todo esto. Me ha impedido todo este tiempo terminar mis cuartetos. (6)

Por lo demás, nos conmueven estas cartas justamente por el dominio, el tacto y la tímida reserva que evidencian, así como por su ilimitada sinceridad que no trata de hermosear nada. Mozart no intenta obtener ninguna ventaja mediante las lágrimas o los halagos. Su superioridad espiritual lo preserva de cualquier humillación de sí mismo.

La capacidad de autodefensa no ha sido ganada sin esfuerzos. Si su ineficiencia demuestra la supremacía de los sentimientos, la poca frecuencia con que eso ocurre prueba la grandeza de su fortaleza espiritual. La autopreservación de los embates del mundo circundante es una condición para la creación artística. El deber de Mozart es modelar obras clásicas sujetas a formas. Si no ha de desintegrarse líricamente a la manera de los románticos, el espíritu debe tener supremacía sobre los sentimientos. Justamente porque Mozart renuncia a extender su yo hacia todas las direcciones, a agotar sus fuerzas y a perderse, porque se concentra y se limita sabiamente, realiza el mandato que mora en u interior. Con consciente economía de dispersar sus fuerzas; no reparte su interés en distintos campos de lo espiritual, social o político. Pertenece a su música; como el guardián de un precioso tesoro cuida con esmero la fuente creadora de su música, que encuadra su vigorosa personalidad consciente de su responsabilidad para impedir que tampoco ella se desborde. No negamos la presencia de lo pasional, de lo inesperadamente demoníaco (7) en la música mozartiana. Sin embargo, sus obras son, para nuestra sensibilidad actual, clásicas. Dominadas por su severo espíritu, tan seguro de su fuerza que puede permitirse ceder a la magia de la casualidad sin exponerse al caos. La música de Mozart está tanto más animada por el alma, cuanto más reprimido es el sentimiento por la forma. ¿Por qué no habría de manifestarse también en el estilo de expresión verbal esa forma clásica?


Notas

(1) A su esposa, Viena, 5-VII-1791, II, 285.
(2) A su esposa, Viena, 5-VII-1791, II, 286.
(3) A su esposa, Viena, 25-VI-1791, II, 293.
(4) A Puchberg, Viena, comienzo de mayo de 1790, II, 438.
(5) A Puchberg, Viena, 12-VI-1790, II, 439.
(6) Afred Heuss, Das dümonische Element in Mozarts Werken.

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