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IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (52)


LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)

REALISMO (26)

AUTROPRESERVACIÓN (13)

El gasto de fuerzas es mínimo cuando directamente se escamotea lo incómodo. Logra perfectamente engañarse a sí mismo mientras ello le asegura la suficiente tranquilidad para trabajar.

¿Por qué no escribí nada acerca de Misliwececk? Porque estaba contento cuando podía dejar de pensar en él. (1)

Cuando Mozart visitó al gravemente enfermo Mysliwezseck había prorrumpido en lágrimas, él, habitualmente tan dueño de sí mismo. Unas cuantas veces pide al padre que escriba al enfermo de cáncer, pues está muy solo y abandonado. Pero él mismo no vuelve a verlo, salvo una breve visita de cortesía en compañía de su madre. Mozart se siente tan impresionado por el sufrimiento del enfermo que por autodefensa debe cuidarse.

…le escribí al día siguiente una carta en italiano, completamente natural: que me era imposible ir; que casi no había comido y que sólo había podido dormir 3 horas. Ese día me sentía como una persona que ha perdido el juicio, que siempre lo tenía presente, etc., todas cosas que son tan ciertas como claro es el sol. (2)

Interrumpe la descripción de un viaje extraordinariamente fatigoso de esta manera:

-no hablemos más del asunto, ya pasó- (3)

Así se libra de los recuerdos y vuelve prontamente al presente.

En medio de una frase se acuerda de cuánta fuerza es capaz de restar cualquier excitación y casi se deja arrastrar por la ira:

…ahora me he tranquilizado gracias su apreciada carta, menos el contenido principal, que me ha hecho subir la sangre a la cabeza, así es, pero hablemos de otra cosa. (4)

Salva su tranquilidad en el momento preciso.

Hace mucho tiempo que sufre en la corte de Salzburgo y sólo por amor a su padre lo soporta:

Es para llorar cuando se piensa en ello, por eso, fuera con ello. (5)

Después de su rompimiento con el arzobispo Colloredo le escribe al padre:

Sólo he de poner aquí lo que pueda decirle sin excitarme, pues mi salud y mi vida me son más caros, y ya es suficientemente doloroso que deba hacerlo sobre el principal reproche que se hace a mi trabajo. Espero, pues, en nombre de todo su amor paternal, que me ha demostrado desde mi infancia y por el que no podré agradecerle bastante en toda mi vida (aunque no en Salzburgo), que no me escriba más nada de este asunto y que lo entierre en el más profundo olvido, si quiere ver a su hijo sano y contento. (6)


Notas

(1) A su padre, Munich, 11-X-1777, I, 236.
(2) A su padre, Munich, 11-X-1777, I, 237.
(3) A su madre, Munich, 8-XI-1780, II, 4.
(4) A Fridolin Weber, París, 29-VII-1778, II, 357.
(5) A su padre, Munich, 16-XII-1778, II, 42.
(6) A su padre, Viena, 12-V-1781, II, 88-89.

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