domingo

ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO - ESCRITOS INÉDITOS (13)



CÓMO ESCRIBÍ “DESENCANTO”

“Qué desencanto más hondo…
qué desconsuelo brutal
… Qué ganas de echarse en el suelo
y ponerse a llorar
cansado
de ver la vida que siempre se burla
y hace pedazos mi canto y mi fe…”

La historia de “Desencanto” está ligada a la historia de un gran amigo: “el negro Techera”.

¡Pobre negro!... La vida nos descruzó los caminos y sin motivo alguno dejamos de vernos, pero sin que nuestro afecto disminuyera… Y un día, al promediar la mañana, cuando yo estaba empeñado en componer un tango para una película ya en filmación, me llega una noticia tremenda, una noticia horrible: se está muriendo el negro Techera… Vuelo hasta su casa, allá por Flores, en la calle Portela y allí está “el negro”, muriéndose… ¡Pobre Techera! Me habían llamado para pedirme tres cosas. Dos de ellas terriblemente absurdas y la tercera terriblemente humana… Los dos primeros pedidos eran absurdos, fuera de toda lógica, concebibles solamente en ese momento ilógico que precede a todas las muertes. Si los contara provocaría risa y el recuerdo de Techera no merece semejante afrenta… Solamente diré que aquellos pedidos eran tan grotescamente absurdos como pedir, por ejemplo, un vaso de leche en una ferretería o preguntarle a un guardia de tranvía si cree en el más allá… Recuerdo que fueron cuarenta y ocho horas vacías y negras que me desasosegaron, porque yo quería de verdad a Techera… El director de la película me urgía para que le entregara la composición y hasta llegó a darme un plazo de tres días, pero era imposible componer canción alguna… ¿Cómo pensar en esos momentos terribles? ¿Cómo sentarse al piano? ¿Cómo escribir una sola línea?... En aquellos días de locura, cuando los minutos tenían realmente importancia, me volví raro conmigo mismo. Sí… Yo, que nunca duermo de noche, tenía sueño. Yo, que nunca tengo apetito, tenía un hambre terrible… Empezó entonces el esfuerzo físico para no dormirme… El cigarrillo, la copa de whisky, la salida al balcón, todo en plural, porque eran “los” cigarrillos, “las” copas de whiskies, “las” salidas al balcón… Y en ese juego de copas, tabaco y sueño, se agudizaron recuerdos, heridas, imágenes. Así nació finalmente “Desencanto”.

La muerte del negro Techera, amigo increíble, tuvo una enorme participación en ese tango… Su delirio tenía una sola preocupación: el engaño con que la vida lo había castigado. Sonreía reprochándoselo a su propia madre, muerta hacía mucho. Por eso hay una frase en la canción que lo señala:

“Oigo a mi madre aún
la oigo engañándome
porque la vida me negó
las esperanzas
que en la cuna me cantó”

“Desencanto” nació así: goteando madrugadas, cansancio, nervios… Y en sus versos encerró el drama del pobre amigo que acababa de morir:

“La vida es tumba de ensueños
con cruces que, abiertas
preguntan: Pa’ qué?” (15)


Notas

Radio Belgrano, noviembre 1947

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