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EN PIEZAS / LA TERRORÍFICA MANIPULACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS (42) - FEDE RODRIGO


1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018

Interludio de magnates

Era el día siguiente a primera hora. El más joven de los viejos llegó apurado y convencido de su victoria. Arriba de la mesa, la luz de la Tablet que usaban como tablero se filtraba a través de las hojas de un diario dándole un aspecto etéreo. Qué raro. Sólo el viejo y él tienen acceso a ese lugar. Si él mismo no lo había dejado quería decir que el viejo había estado allí la noche anterior. (Viejo ansioso y traidor, pensó.) Agarró el diario y vio una morbosa imagen de los ojos vaciados del cadáver del Juez. Al leer el encabezado de la tapa, puteó riendo.

Jaque Mate

Muere importante juez en un barrio marginal de la capital con un balazo en el cuello en un confuso episodio. Hasta las principales autoridades son víctimas del brutal juego que sucede entre los narcos que se disputan-


No leyó más. Revisó la Tablet sólo para verificar lo obvio: la cara del juez Cortés aparecía en blanco y negro en la columna de sus piezas muertas. Intermitentes, unas letras rojas anunciaban al jugador con las piezas blancas como ganador.

En ese mismo momento (como si lo hubiera estado espiando) entró a paso desvencijado el viejo de ochenta y un años. Con una sonrisa postiza le mostró una diminuta memoria extraíble.

-Hablé con uno de tus empleados para conseguir esto. Espero que no te moleste.

-Pero, viejito. Usted siempre un paso adelante.

-Y ya me hicieron la edición para que nos sentemos tranquilos a disfrutar del resumen de nuestra partida.

-¿Cómo? ¿Alguien vio todo esto?

-Tranquilo. Son mis hombres de confianza y te aseguro que han visto cosas mucho peores.

-¡Ay qué miedo!

Uno cerró las cortinas mientras el otro puso a reproducir el video. Sólo la luz de la pantalla les iluminaba la cara llena de gozo. Algunos comentarios se les escapaban al reconocer los momentos de la partida:

-Mirá: el pibe pelado.

-Cómo le desfiguró la cara al amigo sin sentir una pizca de culpa.

-Uh. Y ahí la imagen se llena toda de sangre: ¿qué pasó?

-Es el pibe filmándose la muerte.

-Qué impresión.

-Y pensar que después de eso el pibe raro mató al padre.

-Sí. Cómo nos lo perdimos. Para la próxima hay que buscar la forma de filmar más.

-Mirá al Payaso tirando las cuerdas para arriba.

-¿Era para que las agarráramos nosotros?

-Claro.

-Qué artista. Qué artista.

-Mirá el enfermo de la moto y la camisa mal prendida.

-Era medio tarado pero me caía bien.

-¡Dejate de joder!

-Qué casita tenía tu rey, eh.

-Y por eso sobrevivió. Hay que elegir reyes fuertes.

-Cómo quedó ese pibe raro. Los brazos mordidos, la cara partida y la espalda toda llena de droga.

-Sí. Ese sobrevivió de milagro.

-¡Qué! ¿Ya terminó?

-¿Qué querías? ¿Una película?

-Me quedé con ganas de ver más, viejito.

-Igual queda la frase final. Escuchalo al Payaso.

“La vida tiene algo de chiste: si no te reís es porque no entendiste nada”.

-Me cae bien el Payaso. Lo voy a extrañar.

La pantalla de volvía negra y sólo quedaban flotando las mismas palabras del principio.

-El nombre se lo pusiste vos, ¿no?

-No, fue el pibe.

-Qué increíble. Le embocó justito: Sólo somos piezas.

La pantalla se apagó por completo y los dos viejos sonrieron añorando, como queriendo guardarse el gustito de lo que acababan de ver.

El viejo se paró y caminó hasta el escritorio. Agarró la flor (que estaba increíblemente inalterada después de tanto tiempo) y le propinó una profunda olfateada. Riendo miró a su amigo:

-¿Jugamos otro?

-Por supuesto, ¿pero quién reacomoda las piezas?

-Está lleno de piezas por ahí.




2018

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